Lifestyle

Red Moon Yard, el primer grupo de rock budista del mundo, presenta en la Sala Wizink su álbum de debut, “Pureland”

La banda española está liderada por el conocido empresario inmobiliario Marcos Fernández Fermoselle, el que fuera presidente de Parquesol Inmobiliaria y el Real Valladolid F. C.
Marcos Fernández Fermoselle, fotografiado en los estudios Taxi Den de Majadahonda, donde ensaya el grupo. Foto: Jaime Partearroyo.

El nombre de Marcos Fernández Fermoselle (Cuba, 1961) está ligado al éxito empresarial y deportivo, facetas ambas que heredó al fallecer su padre, el empresario y constructor Marcos Fernández Fernández, presidente y máximo accionista del Real Valladolid F. C. desde 1992 hasta su temprana muerte en 1998, a los 60 años, víctima de una leucemia.

En ese momento le tocó a Marcos Jr., su primogénito, comenzar dirigir el emporio empresarial familiar, fundamentalmente la constructora Parquesol Inmobiliaria (hasta 2007) y el Real Valladolid (hasta 2000), que en la actualidad se circunscribe al holding Naropa Capital, dedicado al sector inmobiliario. Pero Marcos es un empresario atípico. Aunque estudió Administración de empresas en los Estados Unidos y realizó un Máster en Dirección Inmobiliaria en la Universidad Politécnica de Madrid, es también licenciado en Filosofía y sus inquietudes personales abarcan intereses que pueden resultar sorprendentes, según los estereotipos que se tienen del empresariado. Sus profundas inquietudes espirituales le llevaron a la práctica del budismo y sus aficiones juveniles desembocaron en la creación de un grupo de rock, Red Moon Yard, que él define como “rock budista”, y que en lo musical está plagado de influencias de rock americano. Su primer álbum, “Pureland”, producido por Man Tomás y masterizado en Portland por Adam Ayan, lo publica la multinacional Warner Music y se presenta en directo este próximo jueves, 18 de abril, en la Sala Wizink del Wizink Center.

Lo que se rastrea en internet sobre usted nos muestra su faceta como empresario inmobiliario y que fue presidente del Real Valladolid F. C. tras la muerte de su padre, de 1997 a 2000. Pero, ¿cuál era su trayectoria hasta el momento como músico?

Soy músico desde siempre y desde ningún momento… El problema que tengo –o la ventaja– es que lo miro todo desde un punto de vista un poco diferente, porque lo miro un punto de vista budista. Nadie nace con un cartel que dice “soy empresario” o “soy músico”… Somos lo que en cada momento desarrolla nuestro continuo mental. Somos seres humanos, todos con los mismos problemas y las mismas inquietudes. Todos nacemos, envejecemos, enfermamos y morimos. Pero, ahora, lo más importante para mí era poder explicar el mensaje que hay detrás de todo lo que estamos haciendo.

¿Y por qué ha tardado tanto en darse a conocer como músico y por qué ahora?

Porque ha madurado el karma, se han juntado las estrellas y está pasando esto, como podría pasar otra cosa. Todo lo que pasa es porque surge y todo lo que deja de pasar es porque desurge. Estamos dentro de un mundo que es “Samsara” –que, para los budistas, es el mundo conocido–, en donde todo surge y desurge de una forma continua: naces y ya estás muriéndote. En cuanto surge una cosa, ya está desurgiendo y ahora ha surgido la música.

¿Cómo llegó al budismo?

Yo llegué hace mucho tiempo. Estudié filosofía de joven y luego empecé a viajar mucho por el Himalaya y conocí a los lamas.

¿Iba al Himalaya por ser montañero o ya en busca del budismo?

En otra época de mi vida iba por ahí con el “cartel” de montañero (risas). Me gusta mucho la montaña y hacíamos trekkings y expediciones de montaña por el Himalaya. Y fue así como conocí a los lamas y poco a poco una cosa llevó a la otra. Y la filosofía me llevó a centrarme en el budismo.

¿Y qué significa ser una banda de “rock budista”?

En realidad, lo que nosotros queremos es hacer música y que esta música tenga un mensaje. El disco se llama “Pureland”, es decir, “Tierra pura”, que es un sitio, en el budismo, donde uno puede renacer si tiene méritos y en donde es muy posible que se obtenga la iluminación. Y yo cuando toco música me siento en “Pureland”.

¿Quiénes son los músicos que le acompañan?

Son todos amigos o familia. Javier Schöendorff es bajista profesional de toda la vida y ha tocado mucho tiempo con Miguel Ríos o con Jorge Drexler; Jorge García Tapia es el batería y ha tocado con Ella Baila Sola, Ara Malikian, Pablo Alborán o Pablo Perea; el guitarrista Kike Fuentes, ahora mismo está con DePedro y ha tocado con David Bisbal o Vega. Y también está mi hermano Ángel –cofundador, junto a su hermana Cristina, de las franquicias españolas de la academia musical School of Rock– a los teclados. ¡El único que no es profesional soy yo! Y estoy agradecido de poder estar tocando con ellos cada día.

¿Sus compañeros son también budistas?

No, pero estamos cerca. Mi nivel de budismo quizá es un poco exagerado. A mí me parece muy importante recalcar que esto lo hacemos con mucha humildad. Esto es, para nosotros, un proyecto global y un poco singular, porque somos una banda de rock, budista y con una música elaborada. Esas tres características, en conjunto, las intentamos compaginar.

Los textos de las canciones tienen referencias budistas, pero también he leído que no tiene intención de hacer proselitismo…

No hago proselitismo porque el budismo está regañado con el proselitismo. El Dalai Lama ha dicho que una persona puede conocer la filosofía budista y ser católico… y es mejor que lo siga siendo. Yo lo único que pretendo es seguir los consejos de mi lama, mi maestro, para hacer este proyecto y mandar los mensajes muy sutiles que me dio él sobre la impermanencia, la interdependencia, la vacuidad o el karma.

Imagino que las letras son suyas, pero ¿cede la composición musical a sus compañeros profesionales?

No, la música también es mía, aunque algunas canciones las ha hecho Javier.

¿De qué hablan los textos de las canciones?

Mi maestro durante más de treinta años, un lama muy importante, Thubten Zopa Rinpoché, murió hace un año, el 13 de abril de 2023, y me pidió que hiciera más esfuerzo, porque creía que tenía capacidad para hacer más cosas. Un día le dije que me gustaría hacer este proyecto musical y él se levantó y me miró con cara de asombro y me dijo algo así como “¡No has entendido nada!”. Yo me asusté, porque nunca le había visto así, y le dije que no se preocupara, que no lo iba a hacer. Pero mientras se lo decía se sentó de nuevo y me dijo: “¡Tienes que hacerlo!, pero de esta manera”. Y de “esta manera” es como lo estoy haciendo exactamente, que, según sus propias instrucciones, es, básicamente, hacerlo sin ego y pensando en el beneficio de la gente. Y lo hago honestamente, con el mejor de los propósitos sabiendo que voy a recibir críticas y, tal vez, alabanzas, pero lo importante es la motivación y mi motivación es, simplemente, explicar cuatro cosas nada más y poder seguir los pasos de mi maestro.

En el disco se notan influencias notables de bandas o artistas estadounidenses clásicos, como Wilco, Flaming Groovies, Dwight Yoakam o John Mellencamp… ¿Son influencias propias o las comparte con el resto de compañeros de banda?

Son fundamentalmente propias, aunque a Wilco casi no los conozco. Mis influencias musicales iniciales son King Crimson, Led Zeppelin, Pink Floyd, Van Morrison, Bon Iver, Steely Dan… O Rodríguez, el cantautor estadounidense de origen mexicano Sixto Rodríguez, que terminó siendo número uno en Sudáfrica… Le descubrí a raíz del documental “Searching for Sugar Man”.

Sin la presencia del ego en su propuesta musical, ¿qué es para usted el éxito?

Me gustaría llamarle éxito a poder expresar este mensaje y poderlo hacer de una forma más importante. Estaría muy equivocado si el éxito fuera, para mí, “petarlo”. Lo importante es que cale alguna información sutil en la gente. Es verdad que hay una línea muy fina entre esto y lo otro, pero me gustaría seguir discurriendo por esa línea fina, en la que puedo observar a la vez mi ego y el mensaje y seguir caminando por ese desfiladero

¿Qué tiempo le van a dedicar al proyecto? ¿Es un divertimento o tiene planes de futuro?

Somos una banda de música y, por lo tanto, estamos dedicándole el tiempo que le dedica cualquier otro profesional. Para mí, pensar en un acorde de re es mucho más divertido que pensar en otro tipo de cosa; pero hay otro elemento añadido, y es que es placentero, es divertido y es elevado. No olvidemos que en el budismo el karma también es habitualidad, es decir: la mente se habitúa a una serie de contenidos y si esos contenidos son malos, lo que ocurren son cosas malas. Si esos contenidos son elevados y sutiles, ocurren cosas buenas.

¿Y por qué canta en inglés si se pretende expresar un mensaje? A lo mejor lo entienden más en el extranjero, pero este es su “mercado” natural…

Porque salió así. Las canciones no me han salido en español. Puede que se deba a que mi relación con el budismo nació en otros idiomas, no en español.

Bueno… Han fichado por Warner. ¿Hay previsto lanzamiento internacional?

¡Ojalá! No tengo ni idea. En lo que estamos centrados es en el concierto del 18 de abril y a partir de ahí veremos qué es lo que quiere la gente de nosotros y nos dejaremos fluir con la vida y que pase lo que pase.

Nosotros somos una banda un poco especial, porque no vamos a tocar en cualquier sitio y en cualquier circunstancia, porque, humildemente, no lo necesitamos. Tenemos nuestras vidas hechas y no nos mueve la ambición. Si surgieran cosas como tocar con Sting o David Gilmore, estaríamos encantados, eso sí.