Bajo el encapotado cielo de el bocho, un fino y envidiablemente bien conservado Julen Guerrero (a punto de cumplir los 50 tacos el próximo enero), pasea por la Ría del Nervión, los aledaños del nuevo San Mamés y el centro urbano de Bilbao con las prendas de la nueva colección de la firma de ropa El Ganso. Gabardinas, abrigos, americanas, jerséis de cuello vuelto y plumíferos que luce por la ciudad que lo vio nacer y triunfar con la percha de un auténtico modelo, presumiendo de ese estilo casual pero elegante que caracteriza a esta marca de moda.
La ex estrella del Athletic, que dejó hace apenas unos meses su puesto como seleccionador español sub-17, conocía de antes a El Ganso, ya que fue esta firma, precisamente, la que estuvo vistiendo a las diferentes categorías de La Roja durante la temporada pasada. “Álvaro Cebrián [junto a su hermano Clemente, cofundador de El Ganso] se puso en contacto conmigo este verano”, explica el propio Julen Guerrero a Forbes. “Empezamos a hablar un poco de las ideas que tenían y desde el principio nos sentimos a gusto. Hubo buen feeling. Es un proyecto bonito y hemos quedado todos bastante contentos con el resultado final”, comenta.
Desde luego, a Julen se le ve muy relajado en las fotos. “A mí, el estilo de El Ganso me va perfecto, conjuga mucho con mi forma de vestir habitual. Es un tipo de ropa cómoda que lo mismo te sirve para ir informal a diario que para asistir a un evento un poco más arreglado. Sesiones de fotos he hecho ya muchísimas, desde mi época de futbolista, quizá no especialmente para la moda, pero sí para compromisos comerciales o deportivos, así que desde ese punto de vista no he tenido problemas en posar, no es algo nuevo para mí”, explica.
Además de un extraordinario futbolista, Julen fue todo un ídolo juvenil durante los años noventa. Legiones de fans –entre gritos y piropos– le perseguían a diario para hacerse una foto con él (cuando no había teléfonos móviles con cámara), pedirle un autógrafo o simplemente tocarlo. Y todo ello en una época en la que aún no existían las redes sociales. “¡Imagínate si las hubiera habido! Mejor no pensarlo…”, suspira aliviado.
De la noche a la mañana, Julen pasó de ser un futbolista juvenil anónimo a convertirse en una celebridad nacional y en pegatina recurrente en las carpetas estudiantiles de millones de ruidosas adolescentes (lo que hoy se traduciría en una cifra descomunal de followers). “Ocurrió todo muy rápido. De repente, me vi envuelto en un boom de popularidad tremendo. Me llegaban a casa un montón de cartas manuscritas; allá adonde iba –entrenamientos, hoteles, viajes– había un montón de gente esperándome. Las fans se colaban hasta dentro del campo; estabas calentando y de repente aparecía una chica a tu lado. A veces ponen reportajes en la tele con imágenes de aquellos años. Hoy resulta chocante, porque ha cambiado todo muchísimo. Entonces, estábamos más expuestos, menos protegidos que ahora. Fue un fenómeno nuevo y lo mismo el mundo del fútbol no estaba preparado para saber cómo gestionarlo. A partir de cierto momento, tuvieron que ponerme seguridad, cortar ciertas cosas y establecer algunos filtros para evitar que el asunto se desbordase de forma peligrosa”, añade.
Para Julen, la forma en que viven ahora los chavales el deporte también dista mucho de aquello. “No sólo el fútbol, es la sociedad en conjunto la que ha cambiado”, comenta. “Nosotros vivíamos 24 horas con el balón. Ibas a clase y jugabas en el recreo; si no ibas a entrenar, estabas en la calle con los amigos, dándole a la pelota; y el fin de semana había partido. Nuestra generación se pasaba todo el día en la calle. Y disfrutábamos mucho de ese estilo de vida además. Ahora está todo mucho más estructurado: que si clase, que si actividades extraescolares… los chavales de hoy andan siempre con el tiempo justo, ha cambiado todo mucho”.
Lo que tampoco existía entonces era el VAR. ¿Está Julen a favor de la introducción de esta nueva tecnología en el fútbol? “El objetivo es ser más justo y hay muchas acciones que evidentemente se ven y se corrigen. Penaltis, fueras de juego, expulsiones… No cabe duda de que hay muchas cosas del sistema por mejorar, pero en general –para mí– la llegada del VAR me parece positiva”.
Dentro del fútbol, se conoce con la expresión One Club Man a aquellos jugadores que nacen, crecen y se retiran dentro del mismo equipo. Julen Guerrero disputó 14 temporadas como futbolista profesional de Primera División y todas ellas lo hizo enfundado en la camiseta del Athletic, una auténtica rara avis dentro del cada vez más monetizado deporte de alta competición. “Es difícil que se repita algo así”, confiesa. “Hoy los chavales ya fichan por otro equipo hasta con doce años. Cuando yo debuté en Primera, no sé cuántos futbolistas españoles podía haber jugando en el extranjero, no creo que más de dos o tres. Ahora se van con 14 años. También tengo esperanzas de que los clubes trabajen más la cantera y ayuden a los chavales a quedarse. Si no les dan oportunidades en casa, es lógico que las busquen en otro lado”.
¿Se habría ido Julen Guerrero a la millonaria Liga Árabe, como tantos colegas han hecho este verano, si hubiese sido posible en su época? “Yo siempre tuve un compromiso muy grande con el Athletic”, asegura. “Entré en el club con siete años y pasé por todas las categorías, hasta mi retirada. Es mi club de siempre. Desde que me hicieron profesional, asumí una responsabilidad con el equipo, intentando ayudarles al máximo. Hay mucha gente trabajando detrás, miles y miles de aficionados, mucho amor por el Athletic en la ciudad. Siempre he estado identificado con su filosofía”.
De momento, su hijo Julen Jon sigue con la estirpe de los Guerrero, aunque él sí que ha tenido que emigrar en busca de oportunidades. “Ahora está en la Roma. Una experiencia bonita, otro fútbol, otra forma de trabajar, viviendo solo además, lo que te hace madurar también como persona. Los consejos que le doy son bien sencillos: centrarse en el día a día, intentar progresar y estar lo mejor preparado posible para cuando llegue la oportunidad de jugar, que nunca sabe uno cuando puede surgir. Tienes que ser profesional, descansar bien, cuidar la alimentación, ser consciente de los aspectos individuales que tienes que entrenar física, psicológica o técnicamente, detalles que pueden marcar la diferencia”.
Como cualquier estrella del fútbol, Julen ganó su buen dinero entonces, aunque confiesa que ver las cifras que se mueven hoy en día en su deporte resulta algo mareante. “Hasta los chavales de categorías inferiores empiezan a tener ciertos contratos que, económicamente, son muy superiores a los que había en mi época. Y luego está todo lo que rodea al fútbol, la repercusión que tienen los futbolistas a nivel social. Se hacen muchos más anuncios y patrocinios publicitarios que hace veinte años. Es cierto, no me toco vivir una época tan buena en ese aspecto, pero no me quejo. Mi época fue muy bonita también. El fútbol tenía mucho más sentimiento entonces. Se ha perdido un poco el romanticismo. Las plantillas cambian muchísimo de año en año y a los aficionados les cuesta mantener el sentimiento de identidad con su club”, añade.
¿Y qué tal ha manejado sus inversiones Julen Guerrero? “Los negocios siempre los hemos llevado un poco entre mi padre y yo. Desde que era jugador, él siempre ha sido quien ha estado encima de esos asuntos. Siempre he sido una persona bastante tranquila en el tema de invertir. Mucho orden, cosas sencillas. Nada del otro mundo, pero creo que me ha ido bastante bien”, concluye.