Considerada como una de las cumbres del belcanto italiano, Norma es también una ópera con interesantes lecturas políticas que esta producción de Àlex Ollé –estrenada en 2016 en Londres– busca enfatizar gracias a una puesta en escena impactante que pone el acento en la perversa relación histórica que existe entre la religión y el poder político.
Esta extraordinaria producción que llega al Gran Teatre del Liceu firmada por Àlex Ollé actualiza Norma situándola en el contexto de una religión opresora.
Explorando el conflicto entre los deseos individuales y los de la comunidad, Ollé señala la religión como fuerza aglutinadora y una forma de ordenar el mundo, pero, a la vez, también como un elemento represor frente al individuo que quiere separarse de la ley.
Norma, la sacerdotisa y líder espiritual de la rebelión contra los romanos, ama a Pollione, el jefe de la fuerza de ocupación que quiere oprimir a su pueblo y con quien ha tenido dos hijos. Una traición que amenaza la supervivencia de la comunidad.
La protagonista de esta producción, que descubre el amor prohibido entre su compañera Adalgisa y Pollione, pasará por muchos estados emocionales: desde ser la furiosa mujer que llama a las armas hasta sacrificar su vida. ¿Cuál es su paraíso?: ¿el refugio de la fe?, ¿el amor de Pollione?, ¿el bienestar de su sociedad?
Norma, en pleno debate entre su voluntad o la libertad de su pueblo, está completamente atrapada por las referencias colectivas: las reglas sociales y el peso de los símbolos antiguos y de la fe. Sus dudas y su fragilidad aparecen como resonancias contemporáneas ante una religión entendida como fanatismo, ley inflexible e instrumento ciego. Las normas asfixian a Norma, hija sometida, amante traicionada y madre desesperada. Sin escapatoria y convirtiéndose en una auténtica heroína, acepta su culpa y está dispuesta a morir. Un sacrificio purificador y una historia que ofrece uno de los roles más difíciles y emblemáticos de la historia de la ópera.
Bosque de cruces
La producción dirigida por Ollé llega al Liceu con una combinación firme e impactante entre arte escénico de acción, alta tecnología, proyecciones en vídeo y símbolos universales. Para Ollé, la manera de universalizar el concepto religioso pasa por acercarlo lo máximo posible al tiempo presente, y transformar a las druidas en sacerdotisas cristianas.
El aspecto más interesante de la producción, en todo caso, es el fondo: el decorado –concebido por Alfons Flores, el escenógrafo de confianza de Ollé– consta principalmente de crucifijos, un bosque como el que se describe en el libreto, pero en el que los troncos, las ramas y las hojas de la vegetación no la componen árboles, sino tramados de cruces a cada cual más complejo, que es la manera más directa de indicar que el tema central en esta visión de Norma está en el uso del poder, y no en la gestión de los sentimientos.
Eso no impide, en cualquier caso, que Norma pueda disfrutarse por sus méritos musicales. El bosque de cruces que compone la escenografía puede ser tan denso o ligero como cada escena lo demande –en su diseño más complejo llegará a haber hasta 1200 piezas–, y ninguno de los grandes números de la ópera se ve comprometido por un exceso de simbología; hay espacio y tiempo suficiente para que cale el mensaje de fondo, y también para que las arias y los duetos más conocidos puedan desarrollarse sin interferencias.
Al fin y al cabo, para Bellini lo principal siempre fue la voz más pura ajustada a las palabras más bellas, y si hay un deseo que cualquier director de escena deba satisfacer en una ópera como Norma es que piezas como Casta diva se trasladen al público sin estímulos añadidos, para que la dulzura de la melodía termine extendiéndose por todo el teatro, bañándolo de una luz clara e intensa. Precisamente la luz que debe servir para combatir el oscurantismo del fanatismo religioso y su estrecha relación con el poder militar a lo largo de la historia, una dualidad que es tan inquietante en la actualidad como lo habría sido en el siglo I antes de Cristo, ya sea en la Galia o en cualquier otra parte del mundo.
Pura pasión
Las melodías más bellas al servicio del drama más efectivo impulsaron el éxito de esta producción que se presentó en las navidades de 1831 en el Teatro alla Scala de Milán con Vincenzo Bellini como el compositor de ópera más popular de Italia, tras la retirada de Rossini dos años antes.
El secreto de Norma está en dos aspectos que se retroalimentan. Bellini dio con, al menos, dos números infalibles que han pasado al repertorio como cumbres del lirismo vocal: la primera escena de Norma, en la que canta su plegaria Casta diva, y el dueto entre las dos sacerdotisas, Norma y Adalgisa, al principio del segundo acto.
El segundo aspecto importante estaba en la elección de la historia por parte de Bellini, una tragedia armada sobre un triángulo amoroso alimentado por los celos, la traición y la venganza que le daba pie a ofrecer una tragedia perfecta.
Reparto de altura
Este gran festín lírico bajo la dirección de Domingo Hindoyan cuenta con un reparto de excepción: Marina Rebeka, Marta Mathéu y Sonya Yoncheva interpretan a Norma.
Marina Rebeka, Marta Mathéu y Sonya Yoncheva interpretan a Norma en la ópera del mismo nombre.
Rebeka se dio a conocer a nivel internacional en 2009 en el Festival de Salzburgo dirigida por Riccardo Muti y desde entonces ha cantado en teatros y auditorios por todo el mundo. Se estrena en el Gran Teatre del Liceu con la interpretación de Norma en las sesiones del 18, 21, 24, 27 y 30 de julio.
Mathéu se formó con Ana Luisa Chova, Montserrat Caballé, Elena Obraztsova y Wolfram Rieger, y ha cantado en el Palau de la Música Catalana (Barcelona), en el Teatro Real de Madrid, en la Philharmonie de París y en Concertgebouw de Ámsterdam. En el Gran Teatre del Liceu ha participado en conciertos, como El pessebre (2015/16) y en dos ediciones del Off Liceu-Diálogos Musicales (2016/17), debutando con un rol operístico en el escenario principal con la presente producción. Interpretará a Norma en las sesiones del 18 y 26 de julio.
Yoncheva, que estudió piano y canto en Plovdiv (Bulgaria), su ciudad natal, y completó sus estudios musicales en Ginebra, debuta en el Gran Teatre del Liceu como Norma en la ópera del mismo nombre. Alumna de Le Jardin des Voix de William Christie, interpretará a Norma en las sesiones del 22, 25, 28 y 31 de julio.
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