Roberto Leal (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1979) es uno de los presentadores más queridos y carismáticos de la pequeña pantalla y, sin duda, el nuevo rey del entretenimiento televisivo. Se licenció en periodismo por la Universidad de Sevilla, aunque a él lo que le gustaba era el mundo de la creatividad, el diseño y el dibujo. Desde su irrupción en el panorama televisivo (ha hecho un poco de todo) siempre dejó claro que quería conquistar a la audiencia.
Su primer contacto con la televisión lo tuvo en 2000/2001 trabajando como redactor de informativos en la agencia Atlas, en la delegación de Telecinco en Andalucía. Más tarde se recorrió España de cocina en cocina, como reportero de España Directo (TVE) probando todos los productos del país, pero su salto a la fama lo dio cuando la televisión pública confió en él para el regreso de Operación Triunfo (OT). Este éxito no pasó inadvertido para Atresmedia, que en 2020 lo fichó para presentar la nueva etapa del concurso Pasapalabra. Roberto confiesa que después de 500 programas y más de 1.000 roscos no acertaría “ni por asomo, a no ser que me pongan el de mi familia. Y todavía podría tener alguna duda”. Por este trabajo fue reconocido en 2021 con el Premio Ondas al mejor presentador.
Pregunta: Su salto a la fama lo dio cuando TVE le ofreció presentar OT, en 2017. Después de las impresionantes audiencias que tuvo en Telecinco, había que ser muy osado para ponerse al frente del programa.
Roberto Leal: Con la perspectiva que da el paso del tiempo he pensado: “¡Dios mío, qué salto al vacío fue!”. Pero en aquel momento no lo pensé, solamente lo vi como una gran oportunidad porque ya llevaba bastante tiempo trabajando en televisión. Que me dieran la posibilidad de presentar un programa que es un buque insignia –y del que yo era superfan– lo vi como un reto enorme. Aunque en su día llegué a leer que podía ser un caramelo envenenado, nunca pensé que pudiera acabar con mi carrera. Y, de hecho, salió bien.
P: Una de las concursantes, Aitana, ha sido recientemente portada de FORBES. ¿Veía en ella algo especial?
RL: Sí, eso se ve venir… Todos los concursantes tenían algo especial, la virginidad televisiva: muchos de ellos no habían visto OT1. Aitana por ejemplo, sólo tenía un añito cuando se estrenó el programa. Desde el principio se veía que ella tenía magia, y la mantiene. Ahora es una grandísima artista, pero sigue teniendo esa fragilidad e inocencia que es lo que la hace cercana, y que creo que es uno de los secretos de su éxito. Eso y el trabajo, claro.
P: Actualmente presenta ‘Pasapalabra’, en Antena 3.
RL: Es parecido a lo de OT, porque, al final, es un desafío grandísimo, pero también lo vi como una gran oportunidad. Es un reto, porque es un entrenamiento diario. Cuando llegué ya tenía esa técnica para hablar rápido y que se te entienda bien, que tenemos todos los presentadores, independientemente de la comunidad o la provincia de la que seamos, porque la lengua no deja de ser un músculo, y si se entrena irá mejor que si no lo haces. Durante el programa me divierto, me lo paso pipa, pero cuando llega el rosco, me encapsulo y me meto ahí un poquito de puertas para adentro, porque hay que estar hiperconcentrado para que los concursantes estén a lo que tienen que estar, que es a responder las máximas preguntas que sepan.
P: Qué ha aprendido presentándolo.
RL: Cuando lo veía desde mi casa presentado por Christian Gálvez o Silvia Jato, me parecía un programa maravilloso, que es lo que sigo pensando, pero
es bastante más complicado de conducir de lo que pueda aparentar. Y eso dice mucho de los otros compañeros que han estado al frente: el programa fluía, y para que eso sea así no puedes perder ni un segundo la concentración porque todo pasa por el presentador. Y después, lo que también he aprendido es que las personas que vienen como invitadas son tan talentosas como los propios concursantes. La gente le tiene mucho cariño a este formato porque lleva ya 21 años con nosotros, y es el concepto de programa familiar por excelencia, del que se aprende muchísimo, sobretodo, vocabulario. Ahora mismo tengo yo uno que, si me quiero poner pedante, no me aguanta nadie.
P: Ha hecho de reportero, redactor de informativos, presentador de concursos de entretenimiento, del sorteo extraordinario de Navidad, ¿hay alguna otra faceta que le gustaría probar en televisión?
RL: He sido muy afortunado por haber hecho cosas muy diferentes y no tengo prisa ni ansia por hacer otras cosas. Todo lo que me va llegando, bueno es, y que me quede como estoy. También le digo que algún día, con el tiempo, me encantaría hacer algo parecido a lo que está haciendo Andreu Buenafuente, que es inimitable, un late night con clase, con tranquilidad, sin prisas, sobre todo para escuchar a la gente que va. Me encantaría hacer un programa así, más de autor, pero entiendo que eso será en otro momento, y tampoco sé cómo, cuándo ni dónde. Siempre he pensado que me encantaría tener ese espacio para escuchar a la gente, que se sientan libres, con música en directo, etcétera. Para mí, Late Motiv ha sido el programa perfecto.
P: ¿Cuál ha sido el momento más complicado de su carrera?
RL: Me he comido muchos marrones como reportero: inundaciones, incendios, redadas en asaltos de la policía a un edificio de narcos…, pero, realmente, lo que más me marcó y tiene que ver con el oficio, es tener que dar las campanadas de 2020, tres días después de fallecer mi padre. Ese fue un momento de hacer de tripas corazón, porque lo tenía muy presente y fue muy difícil, ya que había que separar lo profesional de lo emocional.
P: Ahora vive un gran momento pero, ¿está preparado por si cambian las cosas?
RL: Sí, sí. Llevo ya 21 años en la tele y he pasado por programas que no los
ha visto nadie, excepto mi familia; espacios que no han tenido audiencia y a los dos días los han quitado; y programas como Pasapalabra, OT, o El Desafío, que la gente quiere una segunda temporada y una tercera. Soy de la opinión de que cuando te llega el éxito tienes que llevarlo con normalidad, pero también disfrutarlo en el momento, porque está claro que algún día se acabará, ya que no se pueden mantener las cosas siempre tan arriba. Pero igual que en el momento dulce no puedes pensar que es para siempre, tampoco que se te va a acabar mañana y no disfrutarlo, porque entonces deberíamos dedicarnos a otra cosa.
P: Ha fundado con su mujer, Sara Rubio, también periodista, Blondloyal Producciones, una productora independiente para televisión y otras plataformas. ¿Cómo se le da gestionar una empresa?
RL: Es bastante complicado gestionar trabajos en equipo, pero más que
la parte empresarial y de números, para lo que ya tengo en la empresa gente preparada, a nosotros lo que más nos gusta es crear. Inicialmente la montamos para producir un programa para Canal Sur, y ahora estamos produciendo otro para Telemadrid, que se estrenará en breve. También somos agencia y trabajamos con marcas, haciendo campañas de marketing y de posicionamiento de marca, y la verdad es que nos va bien. Esto conlleva salir un poco de mi faceta de presentador y trabajar con otros compañeros y para otra gente, pero ya desde mi propia empresa, lo que me da más libertad para hacer otras cosas.
P: ¿En qué invierte?
RL: Tengo fondos y alguna pequeña inversión asesorado por un gestor.
P: No tendrá Bitcoin…
RL: Criptomonedas, no. La verdad es que tengo bastantes conocidos que sí que han probado, pero yo en ese mundo todavía no he entrado. No niego que sienta curiosidad cuando oigo hablar sobre ello, y me interesa, pero, de momento, no he pensado en hacer ese tipo de inversión. Tendría que leer y formarme más antes de decidirme a dar ese primer paso.
P: A raíz de la pandemia, España es uno de los países de la OCDE con mayor desempleo y menor crecimiento económico. ¿Cómo ve la situación para este año?
RL: Creo que, al final, saldremos de ésta. No quiero ser tampoco populista; creo que hay que tener paciencia y hacer las cosas bien. No sé si porque soy una persona demasiado esperanzada, pero pienso que cuando pasemos este primer trimestre del año vamos a ver que la gente tiene de nuevo la posibilidad de seguir creciendo. También es verdad que, para ello, nuestros políticos tienen que salir más a la calle y escuchar las necesidades de la gente porque, ahora mismo, parece que el principal problema es acabar con esta pandemia, pero por el camino se están quedando muchas pequeñas y medianas empresas que, al final, son las que sacan el país hacia adelante. Creo que hay que asomar más las orejas y escuchar más a esas personas que están haciendo malabares para mantenerse.