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Aimar Bretos: «En la radio, si lo que transmites no es verdad, se nota enseguida»

Entrevista al nuevo director de 'Hora 25', el emblemático programa radiofónico de la 'Ser'.
Aimar Bretos

«Mi abuela Ángela, mi amoña, sin duda». Aimar Bretos (San Sebastián, 1986) evoca con una sonrisa a la persona cuyas historias más le han cautivado desde niño. Para un periodista de vocación radiofónica, la voz es como una magdalena proustiana, y el nuevo director de Hora 25, el emblemático programa radiofónico de la Ser, confiesa en ese momento sentir un pequeño arrebato nostálgico. La abuela le contaba cuentos sin leer, hasta el punto de que, el día que la encontró con un libro en las manos, se sorprendió. 

Que nos cuenten historias es algo que no caduca. 

Aimar Bretos: Sobre esto leí una reflexión en verano que decía que, si alguien te habla apasionadamente sobre un tema, el que sea, te contagia y hace que te interese de inmediato. Y en ese momento pensé que en Hora 25 quería una colección de gente apasionada que nos hablara de los temas más variados, ya sea política o vulcanología. 

Hora 25 nació hace 50 años con la intención de ganarle al final del día esa hora imposible… ¿es también la suya?

AB: Es un concepto precioso, atrevido y pionero. Pero, para mí el objetivo, más que irte a la cama con esa sensación del dicho de ‘aprender algo nuevo’, es que algo te haya sorprendido, que descubras un punto de vista nuevo o una idea te haya puesto patas arriba una convicción. 

Y que sea fácil. 

AB: Tampoco necesariamente, a veces las cuestiones complejas son complejas. Sólo quiero que, si hablamos de algo, se entienda, y que se entienda la importancia de por qué te estoy robando estos siete minutos para explicarte algo. Si te quito siete minutos de tu vida y a los cuatro te aburro o te decepciono, es que algo no estoy haciendo bien. Mi reto es hacerlo de una manera verídica y atractiva. Si cuento algo leído sin ninguna intención, con un lenguaje muy técnico o no pensado para radio, posiblemente me oigas, pero no me escuches. Yo tengo que contarte lo que sea de una manera que se entienda, que te enganche, que me sigas, que te interese. Por eso para mí es muy importante el casting, la composición de las mesas de análisis, que no sean plurales sólo porque tengan que serlo, sino porque van a aportar perspectivas nuevas, puntos de vista que tal vez no habías concebido y que, cuando termine ese programa, te haya merecido la pena haberlo escuchado.

El casting de su mesa de debate, El ágora, es interesante: Carmen Calvo, Juan Manuel García-Margallo y Pablo Iglesias, quien, por cierto, en ocasiones le ha dado algún zasca…

AB: Es cierto que en su momento tuvimos algún momento tenso, pero siempre con respeto. Pero me parece fascinante el papel que está jugando Pablo ahora. Creo que es una persona que podría dedicarse exclusivamente a emitir contenido hacia su parroquia y ser en sí mismo un think tank para los suyos. Pero los tres han venido aquí no a combatir, sino a compartir argumentos, a dialogar. Esa es la actitud de los tres en El ágora.

Usted pasó muchos años despertándonos por las mañana en Hoy por Hoy, pero ¿cómo lleva esto de que nos vayamos con usted a la cama?

AB: Cuando hacía radio de mañana, las amigas de mi madre bromeaban con frases como «aquí estoy, contigo en la ducha» (se ríe)… Pero es curioso, porque es muy distinto hacer radio de día y de noche. Ahora estoy aprendiendo a hacer contenidos, y sobre todo la forma en que das esos contenidos para gente que ya está en modo desconexión, cuando baja la marcha del día. Y es precioso acompañar a la gente en ese momento.

¿Cómo cambia?

AB: Con el tono, con el tempo. Por las mañanas tienes la responsabilidad de contarle a la gente lo que va a pasar y a la vez trabajas con contenido «muerto» —que ya ha sucedido— y que has tenido tiempo de deglutir y analizar. Sin embargo, por la noche trabajas con lo que ha pasado durante el día, pero sin mucho tiempo para hacer el primer análisis. Y ahí es donde prima tu intuición. Tienes que tratar de que sea certero y que no caduque. 

Cita la intuición, en un momento en el que los datos priman más que nunca. ¿Cómo combinar ambos?

AB: Creo que los datos son la base sobre la que tenemos que construir, y cuando un dato te dice que tu intuición está mal encaminada poco más hay que decir. Pero también hay que mantener desplegadas muchas otras antenas. Eso es básico para una redacción como la de la Ser, que lleva con las antenas instaladas en distintos puntos de la geografía desde hace mucho tiempo y percibe los movimientos que hay en cada campo. Mirar y advertir lo que está pasando es nuestro gran reto.

Hace poco realizó la última entrevista a Iñaki Gabilondo. Fue un emocionante adiós y también una simbólica forma de tomar el testigo de uno de los grandes referentes del periodismo en España. ¿Qué ha hecho usted para merecer esto?

AB: Trabajar mucho e intentar equivocarme lo menos posible. Y tener las antenas alerta, aprender de la gente con la que he tenido la suerte de trabajar, que son los mejores periodistas de radio de España, observar cómo y de qué manera han tomado las decisiones. La radio exige tomar cientos de decisiones pequeñitas cada día y ver en qué basaban esas decisiones que tomaban me ha enseñado mucho. Porque si tienes unos criterios y unos principios periodísticos y éticos importantes, al final aplicas un mismo patrón a la hora de tomarlas, a decir sí o no, ver desde dónde, obviar el ruido… Vaya, lo que he hecho ha sido aprender de ellos y a la vez crearme yo un criterio propio.

En su primer día de programa lanzó un mensaje a la audiencia: «Su complicidad nos hará felices, pero su exigencia nos hará mejores». ¿Y cómo de exigente es con su equipo? 

AB: El equipo es grande. Dedicados sólo a Hora 25 somos ocho personas, pero este programa no sería posible sin todo el equipo de redacción de la cadena. Y a ellos procuro tratarlo con mucho cariño, con paciencia, explicando por qué tomo las decisiones y pidiéndoles que me las discutan permanentemente. Lo único que hago es aplicar lo que he aprendido de mis referentes. Es ridículo pensar que sólo mi criterio es válido, si entre todo lo podemos mejorar permanentemente. Por lo demás, creo que hay que ser honesto con la gente y también agradecido. 

Sus predecesores también son historia de la radio: Carlos Llamas, Pepa Bueno, Martín Ferrand, Angels Barceló…  

AB: Yo lo descubrí con Llamas, que estuvo muchos años, y con él me enamoré de la radio. Pero dirigir esta temporada es un bombón, porque para celebrar el 50 aniversario estamos preparando algo muy bonito con todos los que lo han hecho posible, a un lado y al otro de la radio. Porque un programa de radio es sobre todo quien lo escucha. 

¿Y sabe quién le escucha?

AB: ¡Me lo pregunto cada día!… Nosotros tenemos datos claros del Estudio General de Medios, que nos indica quién nos escucha, pero al mismo tiempo, el feedback que recibo es tan variopinto que me lleva a pensar que hay un universo de gente muy distinta entre sí y a las que los une querer cerrar el día con un análisis honesto de lo que ha pasado. 

¿No tiene usted un único escuchante, como un retrato robot?

AB: No, o es que en realidad aún no lo he descubierto. Lo que dicen los datos es que nuestro público tiene una media de 50 y pico años, que es un poco más masculino que femenino… pero yo no me dirijo sólo a un hombre de 55. 

Una de sus pasiones es el reporterismo radiofónico. Usted firmó junto a Víctor Olazábal uno soberbio sobre el GEO Francisco Javier Torronteras(que murió en el atentado suicida de Leganés tras el 11-M). ¿Cómo compaginar esto con la velocidad y la urgencia del periodismo diario?

AB: Yo creo que tenemos la obligación y la responsabilidad de compaginar bien el análisis diario y la información con historias elaboradas con más profundidad y con una calidad sonora exquisita. No podemos pensar que la investigación en audio con buena factura sea solo para los podcast especializados o para programas en paralelo, creo que hay que mezclarlo e incorporarlo a nuestros programas, trabajos muy perfilados con dedicación y grandes historias detrás.

El vídeo no mató a la estrella de la radio. ¿Lo harán los podcast?

AB: Para nada, creo que para la radio son una bendición, y una fabulosa vía de entrada a nuevos públicos. Nosotros al final somos productores de audio, e información en mi caso. Así que me da igual si me escuchan en directo o a las cuatro de la mañana en un podcast: lo que quiero es que me escuchen. Y si, por las dinámicas de la vida, podemos conseguir que determinados contenidos estén disponibles en otro momento, me parece imposible verle una pega. Y sobre los podcast, ese contenido creado específicamente para escucharlo bajo demanda y que no sea una segunda vida del audio de la antena, creo que nos van a llevar a otros públicos que no nos tenían en su mapa y que se van a convertir en una vía de entrada a la radio. Y ya lo estamos notando. 

Hora 25 también es esa sintonía mítica…

AB: Hay muchos no oyentes del programa que se preguntan por ese característico sonido como de muelle. Algunos lo llaman así, aunque para mí es going, going... Ese sonido es el empaste de toda la historia del programa.

La televisión le ha tentado en varias ocasiones, pero salvo una pequeña incursión en DMax ha declinado siempre…

AB: Porque lo que me apasiona y creo que se me da bien es la radio. 

¿Lo suyo es vocacional?

AB: Yo descubrí la radio musical de niño, y hasta hacía mis programas en casa. Empecé muy joven en una emisora en San Sebastián con esa idea, pero empezaron a mandarme a cubrir pequeñas cosas locales y enseguida supe que lo que quería hacer era eso. Después, en mi último año de bachiller, coincidió con el movimiento del ‘No a la guerra’ y adquirí una conciencia política clara y me sumerjo en lo que es el periodismo de verdad. Desde entonces el periodismo y la radio han ido siempre en paralelo. 

Que no le veamos le añade un misterio y atractivo extra… ¿Y qué más?

AB: El hecho de que la voz sea el único conducto hace que toda la atención de tu oyente se centre en lo que dices y cómo lo dices. La voz está llena de matices y de sentimiento. Y algo que al principio no entendía es que, en la radio, si lo que transmites no es verdad, se nota enseguida. Tú eres tu voz y los matices que te rodean.

¡La gente no ve, por ejemplo, que usted siempre lleva camisa!

AB: Siempre, lo intento. Cuando era más joven un día tuve una reunión a la que iba con la que entonces era mi jefa, Carolina Cubillo. Y yo fui en camiseta. Ella me dijo: «La camiseta es preciosa, pero una camiseta siempre es una camiseta». Y hoy las llevo porque nunca sabes dónde te va a llevar lo que pase en el día. Puedes estar en el estudio o en la punta de un volcán con el presidente del Gobierno…

Por cierto, ¿sus amigos qué le dicen?

AB: A veces me vacilan. Me dicen: «Manda narices que trabajes en la radio… porque cuando estás fuera de antena no vocalizas una mierda». 

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