Prescriptora de moda y de un estilo de vida centrado en la atemporalidad, la empresaria Gala González (A Coruña, Galicia, 1986) cuenta con más de 15 años de experiencia laboral, desde que comenzó a diseñar para la firma familiar, Adolfo Dominguez (AD). Sus inicios en Fotolog, el Instagram de principios de siglo, la convirtieron en la primera influencer en España, con decenas de miles de lectores cuando aún no teníamos ni smartphones. Una fama que ha sabido convertir en emprendimiento con Amlul, su firma made in Spain de producción ética y piezas eternas.
Consagrada en la industria nacional e internacional, esta gallega procura rodearse, dice, de equipos que tengan algo que aportar y con un organigrama horizontal, para conseguir un valor añadido y convertir su negocio en una empresa regida por el modelo americano. En contra de los clichés y defensora de la libertad de creación, pensamiento y decisión, Gala González es una emprendedora que apuesta por proyectos en tiempos en los que la mayoría desaconseja hacerlo.
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De espíritu aventurero, la española refuerza con su trayectoria empresarial el mensaje que lanza Bulldog, la marca de ginebra premium de la que es embajadora, al personificar los valores de la nueva campaña ‘begin bold’, que invita a atreverse a empezar, a apostar y brindar por esos comienzos que esconden las historias más potentes.
Cuando entró a formar parte de AD como diseñadora creativa de su línea joven, ¿imaginó todo lo que estaba por venir?
Desde Music Collection, la primera colección que diseñé y que también presenté como proyecto final de grado en la UAL de Londres, y a la que siguieron las colecciones para Mango, Tous, Superga, siempre he sabido que algún día lanzaría mi propia colección.
¿Qué queda de aquella chica que compartía sus estilismos en Fotolog?
Todo. Lo único que han cambiado son las tendencias, pero soy fiel a mi estilo.
Poco después llegó Amlul, el blog con el que se convirtó en “la primera bloguera de moda española”. ¿A qué cree que se debió su éxito?
A la naturalidad de una niña que salió de A Coruña y llegó hasta Nueva York, donde consiguió reconocimiento internacional.
Y confiar en el propio instinto… Pero no hay que perder de vista que el emprendimiento –y más en la moda– es complicado.
Sí. Creo que [las nuevas líneas de negocio, como la prescripción en redes sociales] tendría que regularse: deberían existir unos criterios y la gente que lleva a cabo contrataciones con talentos debería poder saber dónde está invirtiendo su dinero y con quién.
¿Qué han supuesto sus etapas en Londres y Nueva York en su carrera?
Londres siempre será mi segunda casa y la llevaré en el corazón, pero los últimos cinco años que he vivido en Nueva York han tenido un gran impacto en mí y me han permitido aplicar a Amlul un modelo de empresa norteamericano.
¿Cuál es la forma correcta de lanzar una ‘start-up’ de moda con un modelo de negocio sólido y rentable?
Construir un equipo en el que puedas contar de verdad con la opinión de todos los integrantes, y en el que todos puedan aportar. En este sentido, Amlul tiene una organización muy horizontal.
Bulldog apuesta por los nuevos comienzos y con ‘begin bold’ invita a atreverse a empezar, pero los comienzos no siempre son fáciles, ¿no?
Cuando tienes un producto en el que crees y con valor añadido, aunque entiendes que el camino va a ser difícil, no tiras la toalla y trabajas para que se convierta en un éxito. En una start-up, sobre todo al principio, hay momentos dulces y otros más amargos. Decidí apostar por mi proyecto en tiempos en los que la gente te desaconseja hacerlo.
¿Y qué pasará cuando su público demande algo diferente? ¿Está preparada para reinventarse?
Siempre he sido una persona que cuando se enfrenta a un reto se pone a pensar en el segundo e, incluso, en el tercero. Por lo que, seguramente, cuando ese momento llegue, Amlul habrá evolucionado o yo misma ya esté apostando por otro tipo de producto.
¿Cuál diría que es el principal error empresarial de los proyectos que mueren tan pronto como nacen?
Quizás elegir mal a los miembros del equipo, no rodearse de personas que aporten un valor añadido, y sobre todo no entender quién es su público objetivo.
¿Cuáles son los valores que más le han gustado de lo nuevo de Bulldog y le convenció para formar parte del proyecto?
Lo que más me ha gustado es que compartimos la visión de crear, incluso, en los momentos más complicados y de seguir buscando y luchando por nuestros sueños independientemente de lo que, a lo mejor, el entorno nos aconseje. Creo que ser ambiciosos y tener motivación es muy importante a la hora de poder experimentar el éxito.
Como embajadora, ¿qué es lo que más le gusta de la campaña?
Que es bastante fuerte visualmente hablando. El uso del blanco y negro consigue que te centres y focalices tu atención en las palabras y en los conceptos. Y sobre todo que tiene una edición de fotografía y vídeo excelente. Realmente lo que hemos podido hacer es, casi, como si fuera un anuncio de televisión.
¿Qué cree que aporta el mensaje que lanza Bulldog con ‘begin bold’?
Creo que intentan impulsar a quienes tienen sueños y pequeñas empresas o luchan por sacar adelante sus negocios, para que no se rindan, no tiren la toalla y, ahora más que nunca, se lo crean y vayan a por todas, que el mundo es de quien realmente lo quiere.
Eduardo Navarrete dijo que la moda es una fiesta pero que él principalmente lo que quiere es vender. ¿En qué momento un diseñador tiene que olvidarse de la parte artística e inspiradora para pensar en cifras?
Considero que hay que encontrar el equilibrio: los shows y la puesta en escena han sido siempre una pieza principal de la industria de la moda, del negocio. Cada uno tiene que utilizar las herramientas que tenga a su alcance para llegar al consumidor.
El espectáculo que rodea a la moda se ha llegado a identificar con el consumismo, pero ahora, al contrario, se demandan mensajes más responsables y una moda ‘slow’, como la que trabaja en Amlul. Y esto, ¿cómo se se lleva con la rentabilidad económica?
Lo positivo de esta industria es que puedes elegir cómo realizar tu comunicación, elegir a quién va enfocado y por supuesto realizarlo de una manera más plástica o más interactiva con el comprador final.
¿Tiene que dejar de existir el ‘fast fashion’ para recuperar la producción controlada y sin excedentes en la industria o, por el contrario, el hecho de que exista ayuda a valorar la moda atemporal?
Para llegar a esta conclusión, hay que concienciar y educar a los consumidores; afortunadamente, las nuevas generaciones y consumidores de hoy en día están mucho mas involucrados, informados y concienciados para tomar la decisión de compra final.
Créditos. Fotografía: Rocío Aguirre. Asistente de fotografía: Andrés Alcázar. Maquillaje y peluquería: Esther Almansa. Estilismo: Amlul. Vídeo: Andy Richardson.