1. Quedarse atontado
El acto de quedarse perplejo es esencial para el proceso creativo porque tenemos que estar convencidos de que no hay solución, que nunca resolveremos nuestro problema, nunca inventaremos la innovación del siglo o terminaremos de escribir la novela. Necesitamos ese sentimiento de frustración porque nos lleva a un momento de discernimiento eventual.

En una variedad de estudios de cartografía cerebral, los científicos descubrieron que cuando se enfrentaban a un problema, el hemisferio izquierdo del cerebro -el lado del cerebro típicamente asociado con la resolución analítica de problemas- se ponía a trabajar. Sin embargo, los problemas difíciles que los científicos desarrollaron rápidamente agotaron el proceso de pensamiento del cerebro izquierdo. Los sujetos se frustraron y se quejaron de los problemas irresolubles. Esta frustración fue crucial porque señaló la necesidad de un método alternativo, y los científicos vieron un cambio en la actividad desde el lado izquierdo del cerebro hacia el lado derecho -el lado más “creativo” del cerebro. Una vez que la actividad se desplazó hacia el lado derecho, los sujetos experimentaron a menudo estos momentos de discernimiento, un destello de actividad en el cerebro que los obligó a formular nuevas ideas y ser creativos para hallar la respuesta.


2. Persistir
Aunque renunciar cuando te sientes frustrado y perplejo parece una buena idea, la perseverancia y el trabajo a través del problema es crucial para que el cerebro izquierdo transfiera la actividad al cerebro derecho, lo que esperamos resulte en un avance creativo. Estas cualidades, la perseverancia y la pasión por los objetivos a largo plazo, implican esfuerzo, y ningún artista, ningún escritor, ningún inventor tendría éxito sin él. La constancia es la cualidad que te obliga a hacer sacrificios por el bien de tu pasión, a trabajar largas horas o practicar incluso cuando te frustra.

3. Hacer una pausa
Aunque la persistencia es clave para los avances creativos, a veces, darse un descanso, retroceder y reenfocarse, puede ayudar a cambiar tu estado de ánimo y ayudarte a lograr un enfoque mental más creativo. Los estudios muestran que una mente relajada, aliviada por el aumento de las ondas alfa, es más probable que vea las respuestas que le fueron bloqueadas por un estado de ánimo frustrado.

Relajar la mente y dejar que las ondas alfa fluyan es más fácil de lo que podría pensarse. Por ejemplo, tomar una ducha caliente, despegarse del móvil y las exigencias del correo…también simplemente una perspectiva más positiva puede aumentar la creatividad. Si estás atrapado en medio de un problema difícil, tómate un descanso para ver un video gracioso en YouTube. Pese a parecer improductivo, en el largo plazo estas pausas son clave para que rindamos mejor. Esa es la razón por la cual las empresas exitosas -de 3M a Google- han adoptado pausas para buscar proyectos externos y nuevas ideas como parte crucial de la jornada de trabajo.


4. Convertirse en un forastero
Para la cantidad de escritores que acuden a París, se podría pensar que estaríamos saturados de novelas narradas por los protagonistas de la vie en rose. Sin embargo, estos escritores regresan con el corte de ensayos literarios o novelas ambientadas en sus propias ciudades natales estadounidenses. No van a París a escribir sobre París; es la escapada, y la experiencia de la vida como un extraño, lo que les ayuda a crear. Los estudios demuestran que viajar es una manera de mejorar la creatividad porque estimula el pensamiento fuera de sus caminos comunes. Incluso pequeñas cosas como no saber si darle propina a un camarero o cómo decir “gracias”, estimulan la mente y te hacen más observador de lo que ocurre a tu alrededor.

Pero “convertirse en forastero” no significa que tengas que ir París si estás buscando un avance creativo. Puede ser un estado de la mente; despertar con una mirada fresca y convertirte en un extraño a tu propio problema o bloqueo puede ser enormemente beneficioso para resolverlo.


5. Conectar con tu niño interior
En un estudio reciente, un psicólogo dividió a unos pocos cientos de estudiantes universitarios en dos grupos diferentes. El primer grupo recibió las siguientes instrucciones: “Tienes siete años y la escuela no abre hoy. Tienes todo el día para ti. ¿Qué harías? ¿A dónde irías? ¿A quién verías?”. El segundo grupo recibió exactamente las mismas instrucciones, excepto el hecho de que tenían siete años.

Después de escribir durante diez minutos, a los sujetos de ambos grupos se les dieron varias pruebas de creatividad, como tratar de inventar usos alternativos para un neumático de automóvil viejo o enumerar todas las cosas que uno podía hacer con un ladrillo. Curiosamente, los estudiantes que se imaginaban a sí mismos como niños pequeños obtuvieron una puntuación mucho mayor en las tareas creativas, logrando el doble de ideas que el otro grupo. Resulta que también podemos recuperar la creatividad que hemos perdido con el tiempo. Sólo tenemos que fingir que somos niños pequeños.