No es nada nuevo: la digitalización y del desarrollo tecnológico son la gran revolución de nuestros tiempos. Las nuevas tecnologías cambiarán —ya lo están haciendo— el panorama económico y empresarial y el mercado laboral demanda profesionales en el ámbito de las TIC de forma continua y creciente. Sin duda, es una oportunidad de desarrollo para las generaciones actuales y futuras. Entonces, ¿por qué las adolescentes no se sienten atraídas por una carrera vinculada a las tecnologías? ¿Qué está fallando?
De la matemática británica Ada Lovelace, que desarrolló el primer algoritmo que procesaría una máquina, a la científica polaca Marie Curie, premio Nobel en Física y Química. No faltan ejemplos de mujeres que se han abierto camino en un mundo que se creía de hombres. El peso de los estereotipos y la falta de confianza es tal que hasta lo que puede parecer un cambio sin relevancia en la denominación de un título universitario puede ser un lastre a la hora de atraer a las mujeres. ¿Un ejemplo? El cambio de nombre de la licenciatura en Informática a Ingeniería Informática, como reconocía hace unos años Alexander Mendiburu, decano de la Facultad de Informática de la Universidad del País Vasco (UPV). “Se redujo notablemente la ratio de mujeres matriculadas, no sólo en España, sino internacionalmente”, aseguraba.
La falta de mujeres que estudien y desarrollen su carrera en empresas del sector tecnológico es preocupante por varios motivos: la digitalización se perderá su talento y su visión y ellas corren el riesgo de quedar al margen de las oportunidades laborales que ofrece la digitalización.
Para visibilizar este fenómeno, el cuarto jueves del mes de abril se celebra el Día Internacional de las Niñas en las TIC, una iniciativa que puso en marcha la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de Naciones Unidas en 2010 para analizar cómo alentar las vocaciones tecnológicas en mujeres jóvenes y en edad infantil y reducir la brecha profesional.
Ahora hay más conciencia sobre este reto en la sociedad. Las iniciativas impulsadas desde el ámbito público y privado para motivar a las niñas y generar espacios de experimentación han crecido y se están consolidando, pero lograr que las niñas conozcan las tecnologías y estudien carreras STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, por su acrónimo en inglés) es complejo porque el cambio social toca muchos aspectos de la vida de las mujeres del futuro.
El punto de partida: la brecha tecnológica
Los datos confirman la existencia de esa brecha profesional en el mundo de las tecnologías. Según el informe ‘Indicadores de género de la sociedad digital’, elaborado por la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, en España el 0,5% de las graduadas han cursado estudios relacionados con las TIC, frente al 3,5% de hombres. España se encuentra en la zona media baja de una tabla que lidera Estonia, con un escaso 2,2%, señalan los datos de Eurostat.
El mismo estudio muestra que en 2019, ellas representan sólo el 19,7% de los especialistas en tecnologías. El dato ha experimentado una evolución positiva en los últimos años, pero a una velocidad muy lenta.
Por otra parte, únicamente un 2% de las mujeres están ocupadas en el sector TIC, frente al 5,7% de los hombres, según el informe ‘Mujeres y digitalización. De las brechas a los algoritmos’, del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades.
¿Qué ocurre con competencias avanzadas, como la programación? La brecha es de 6,8 puntos, algo mejor que la media europea, que se sitúa en 8 puntos. En el ámbito de la investigación en los servicios TIC, ellas representan poco más del 23% de los investigadores, mientras que las mujeres lideran apenas el 17% de las start up que se crean en España.
Visión masculina de las tecnologías
Una de las autoras de este último estudio, la catedrática de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Cecilia Castaño, pone el foco en que en la sociedad persiste la visión del mundo de las ciencias y la tecnología como algo masculino y eso también lo perciben las niñas. Y también la percepción que tienen las chicas de sí mismas: son buenas en matemáticas, pero creen que no valen para ello.
“Generar este cambio es un trabajo muy intersticial. Tenemos que trabajar más en la familia y en la escuela, en la metodología de las asignaturas. Por ejemplo, cambiando la manera de plantear los problemas o los ejemplos para explicar las cosas… Eso requiere de un trabajo muy fino por parte del profesorado y de los padres. No pueden desligarse ambos colectivos, tiene que ser un cambio de cultura”, explica Castaño.
Conectar las asignaturas de Tecnología, Física, Química o Matemáticas con temáticas más neutras o que a las niñas que les interesen más, como son el medio ambiente, los animales, la salud, puede ayudar. Pero insiste: esta brecha de mujeres que estudian y se interesen por las tecnologías no se resolverá con políticas de corto plazo, sino con un esfuerzo sostenido y muy consistente. Hay que persistir para que no haya retrocesos.
¿Esta brecha profesional es directamente proporcional a otros indicadores de desigualdad? No necesariamente. De hecho, existe una paradoja en la participación de mujeres en estudios TIC, constatada por varios estudios, el más reciente de la UNESCO. Los datos muestran que cuanto más igualitarios son los países (por ejemplo, Noruega o Finlandia), menor es la participación femenina en ámbitos STEM. Sin embargo, aquellos países con políticas de igualdad menos avanzadas, como la India o países del Magreb, presentaban mejores cotas de presencia femenina en ámbitos STEM. ¿La explicación? Las TIC ofrecen a las mujeres una mejora en su autonomía económica.
Estereotipos, autoconfianza y referentes
Los estudios y las personas y organizaciones que trabajan en programas para incentivar las vocaciones tecnológicas entre las niñas y las mujeres coinciden en que son tres factores los que más influyen en este fenómeno: los estereotipos, la autoconfianza y la falta de referentes.
“Si ves que las mujeres científicas, tecnológicas, no aparecen en los libros ni en los medios, no existen para ti”, explica Marta Pérez Dorao, presidenta de Inspiring Girls, una fundación que lleva cuatro años en España y que facilita el contacto en los colegios con profesionales voluntarias, que cuentan su experiencia en el campo de la tecnología a estudiantes de secundaria. El año pasado se apuntaron 800 colegios más para ser parte de este proyecto.
“El poder mirarse en el espejo de una profesional tiene una eficacia brutal. Con una actuación aparentemente tan sencilla como que las niñas conozcan a una ingeniera de caminos, a una piloto de helicóptero, que les cuenten de forma personal por qué les encanta lo que hacen y cuáles son las barreras, les influye muchísimo”, explica.
“El poder mirarse en el espejo de una profesional tiene una eficacia brutal”, afirma Pérez Dorao, presidenta de Inspiring Girls
Hace unas semanas organizaron un taller de robótica con niñas junto a la Fundación Secretariado Gitano, en la que participó la ingeniera Concha Monje, investigadora del Robotics Lab de la Universidad Carlos III. “A las niñas les entretienen las mismas cosas que a los niños y muestran mucho interés. Igual lo que tenemos que hacer es proporcionarles los espacios y las herramientas para que experimenten, que vean la tecnología desde un punto de vista práctico, de utilidad para la sociedad, y no hablándoles de las ingenierías de forma abstracta”, concluye.
La Carlos III, precisamente, cuenta con el programa STEM For Girls UC3M, con proyectos como Technovation Challenge o los viernes tecnológicos, en los que alumnos de la universidad son mentores de alumnas de Bachillerato y les apoyan para que experimenten con robótica o diseño de cohetes.
Para Mónica Campos, vicerrectora de Estudiantes e Igualdad, esta desafección hacia carreras tecnológicas, que es más severa en las niñas, se debe a la tradición educativa y a ciertos prejuicios que generan falta de confianza. “Subliminalmente se exige a las niñas una variable de perfeccionismo y si no sacan las mejores notas, creen que no se les da bien. Hay que desvincular que lo difícil, los riesgos y los retos no se deben plantear a las niñas cuando se están formando”. Y considera clave intervenir desde la ESO e, idealmente, desde Primaria.
Una vez que estudian titulaciones vinculadas a las TIC, también deben contar con referentes en empresas tecnológicas. Para Belén Martín, vicepresidenta EJE&CON, es fundamental que conozcan a otras mujeres líderes en España para romper con el estereotipo masculino. Y eso es lo que buscan con el programa #steMatEsElla.
“Tenemos que bajar esos ejemplos a las niñas en Bachillerato y a las estudiantes de carreras STEM. Que sepan que hay mujeres españolas que ejercen posiciones relevantes: Pilar López Álvarez, CEO de Microsoft; Fuencisla Clemares, directora general de Google; Irene Cano, directora general de Facebook en España y Portugal; Ángeles Delgado, presidenta de Fujitsu; o Marta Martínez, directora general de IBM”, detalla Martín.
La alta demanda de profesionales en el sector de las tecnologías es tal, que incluso hay iniciativas que apuestan por el reskilling de mujeres ya formadas. Es el caso de Samsung y su programa DesArrolladoras, que ofrece mil plazas a mujeres para formarse gratuitamente, sin necesidad de conocimientos previos en programación, durante 350 horas.
Despertar el interés desde la edad infantil
La lentitud del cambio para que las niñas y mujeres vean su futuro en las TIC ha puesto de manifiesto que las actuaciones deben centrarse en edades más tempranas. Aunque los colegios van integrando la programación, la robótica y disciplinas STEM, existen iniciativas como Code.org, un movimiento que nace en Estados Unidos con el apoyo de los principales líderes de Silicon Valley para que programar sea como aprender inglés.
Su responsable en España, Fran García del Pozo, que pone el acento en el cambio que se produce en la actitud de los niños hacia la programación, desde los cuatro años, tras jugar y experimentar con sus aplicaciones. “Lo importante es el pensamiento computacional, la lógica, la creatividad, que serán transversales en todo el mercado laboral”, aclara. Sobre la brecha digital en las niñas, insiste en que el trabajo que se hace en casa para empoderarlas y motivarlas a conocer las tecnologías. Si se trabaja desde esa edad, más pronto que tarde, se dará ese flechazo entre las mujeres y las TIC que está tardando en producirse.