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Hablamos con Tamara Arroyo, la psicóloga de las deportistas de élite

Hoy España juega la semifinal de la Eurocopa de fútbol, Tamara Arroyo, psicóloga deportiva, entrena lo que no se ve: la mente de las campeonas.

Tamara Arroyo, psicóloga de deportistas de élite. © Foto cedida

Hoy, mientras la selección española se juega el pase a la final de la Eurocopa, Tamara Arroyo (Elche, Alicante, 1982) estará especialmente pendiente de lo que ocurra con determinadas jugadoras en el campo de juego en Suiza. Entre las deportistas a las que acompaña como psicóloga hay varias jugadoras del equipo nacional, entre ellas la delantera del Real Madrid Alba Redondo. Licenciada en Psicología, excompetidora de baile y experta en salud mental aplicada al alto rendimiento, Arroyo ha pasado más de dos décadas ayudando a atletas a resetear su mente, gestionar la presión y aprender a sostener su identidad más allá del marcador.

En esta entrevista analiza qué hay detrás del éxito en el deporte, desmonta el discurso motivacional tóxico que invade redes y vestuarios, habla del caso Rubiales como un punto de inflexión para exponer la realidad del fútbol femenino, del reto psicológico que enfrenta un fenómeno como Lamine Yamal y de la presión que soporta Alcaraz por la sombra de Nadal: Lo más importante para Carlos no es parecerse a Rafa, sino sostener su propio nombre. Para Arroyo, entrenar la mente no es opcional: es la herramienta que marca la diferencia entre una preparación física o una preparación total.

¿Qué beneficios tienen los atletas de élite con una terapia deportiva especializada?

Si cualquiera nota beneficios en su gestión emocional, los atletas mucho más porque necesitan gestionar el ruido mediático, responder ante un error en un partido, mantener la concentración en el juego cuando todo un estadio los mira o resetear su mente tras una competición que no ha ido como uno esperaba. Con ellos trabajo regulación emocional, ajustes de expectativas y, últimamente, su autenticidad e identidad propia, es decir, que estos deportistas se den permiso para ser ellos mismos. Llevo 20 años en esto y ha habido un cambio generacional, antes sólo se enfocaban en el aspecto competitivo. Antiguamente daba vergüenza decir que preparabas un partido con tu psicólogo porque parecía una debilidad, ahora se ve como una fortaleza trabajar cuerpo y mente, es un plus.

Como psicóloga de jugadoras de la selección española de fútbol como Alba Redondo, ¿qué protocolo sigue para protegerlas del ruido externo?

Depende mucho de la personalidad de la deportista que tengo delante. Hay quien es muy vulnerable a la crítica ajena y luego hay a quien le gusta que hablen de uno e incluso puede sentir el morbo de ser viral. Con el primer tipo de personas, si hablamos de una jugadora altamente expuesta que está compitiendo como ahora en la Eurocopa, necesito sacarla del foco y de las redes, sugiero que se informe de lo relevante conmigo o con su mánager, pero la alejo de posibles comentarios sobre su rendimiento, de los haters, etc. Busco crear una capa de impermeabilidad. Si no está en competición, entonces trabajamos que sea capaz de afrontar las críticas.

¿Cómo debería ser la preparación ideal de nuestra selección?

A nivel táctico, técnico y físico nuestra selección es la caña, están haciendo un trabajo impresionante. Además, cada jugadora debería trabajar su autoconocimiento emocional: saber cómo reacciona ante el error o el éxito, y tener entrenadas estrategias de regulación (respiración, control del foco, etc.). También sería clave reforzar la tolerancia a la frustración, la gestión de la exposición mediática y la construcción de una identidad personal. Como equipo, conviene potenciar el sentimiento de pertenencia, la cohesión y planes de “cuidado invisible”: descanso, nutrición, desconexión y recuperación emocional tras momentos de alta tensión. Todo esto debería planificarse antes de un torneo como la Eurocopa, incluyendo protocolos individualizados para intervenir en casos de agotamiento o disociación.

¿Trabajó con ellas de forma específica cuando saltó el caso Luis Rubiales?

No trabajo con Jenni Hermoso, pero sí con otras jugadoras que firmaron la declaración de apoyo a Jenni y también con gente cercana a ellas que tampoco sabía cómo manejar que después de ser campeonas del mundo sólo se hablara de lo extradeportivo. Fue el momento de decir lo que estaba pasando y exponer la realidad que vive el fútbol femenino. Como la atención se fue a otro sitio la coyuntura sirvió para ver cuál la realidad del fútbol femenino. Porque son campeonas del mundo y tienen que rogar para que las vea un fisio, no les entregan las medallas de determinados torneos, sus salarios, las infraestructuras, los patrocinios y las posibilidades de conciliación están totalmente alejados de las cifras del deporte masculino.

“El caso Rubiales fue el momento de decir lo que estaba pasando y exponer la realidad que vive el fútbol femenino”, afirmó.

¿Cómo gestionan ellas que les convoquen a la selección en tan poco tiempo?

Esto es algo muy importante porque con los medios que tienen las jugadoras, con sus salarios y recursos, una convocatoria tan repentina provoca que tengan que organizar sus otros trabajos. Para ellas, por una parte, es un choque emocional por la ilusión de la convocatoria y por otra la sensación de no haber tenido tiempo suficiente para asimilarlo hasta el punto de preguntarse si estarán preparadas. Esa premura da muchas posibilidades de autosabotaje de las deportistas y yo las ayudo a centrarse en el escenario que tienen delante, en qué pueden hacer en ese momento. La mentalidad es concentrarse en aquello que sí depende de ellas.

A la hora de hablar de atención psicológica, ¿ahora mismo hay diferentes enfoques entre el fútbol femenino y el masculino?

Sí, mientras que nuestras deportistas de fútbol son un ejemplo de exposición de ese trabajo de salud mental, creo que a los hombres se les niega el permiso para sentir. Históricamente el éxito equivalía a fortaleza física, a rendimiento constante, pero no se hablaba de vulnerabilidad ni de pedir ayuda. Ahí hay un silencio impuesto culturalmente, una menor aceptación de su parte emocional. Afortunadamente cada vez tenemos más deportistas que hablan de prevención, que cuentan que han necesitado acompañamiento psicológico como Andrés Iniesta o Álvaro Morata, pero todavía llorar está asociado con ser débil y fallar.

Con respecto a un perfil adolescente como el de Lamine Yamal, ¿cree que el Barça le debería apoyar a este tipo de ídolos con asistencia emocional?

Me encantaría que se trabajara con los deportistas 360 grados y eso incluye la parte psicológica. El FC Barcelona es un modelo de club en muchos aspectos y lleva la preparación física al detalle. Sería ideal que incorporara la preparación mental de forma regular. Yamal es un fenómeno deportivo y psicológico, habría que darle herramientas para desarrollarse en este aspecto.

Si pienso en un ejemplo de deportista con presión me viene a la mente uno del que usted ha hablado, Carlos Alcaraz, debido al predecesor que ha tenido, ¿cómo ve su caso?

Tiene un talento brutal, es muy joven y está aprendiendo a desenvolverse rodeado de una narrativa muy pesada en la que se le compara con Rafa Nadal, y eso es muy injusto para su juego, su mentalidad y su carisma. Lo más importante para Carlos no es parecerse a Nadal, sino sostener su propio nombre y construir su propia identidad. Y ya es un referente de élite.

“Lo más importante para Alcaraz no es parecerse a Nadal, sino sostener su propio nombre y construir su propia identidad”

Después de tantos años en este sector, cuando tiene por primera vez delante a un deportista, ¿es capaz de distinguir si llegará a ser un campeón?

Suena fuerte decirlo, pero sí. Hay rasgos psicológicos, actitudes y patrones emocionales que marcan la diferencia: mentalidad de atleta, poca egolatría (preguntan, escuchan, se dejan guiar), tolerancia al error (quien teme fallar progresa menos que quien acepta equivocarse), resiliencia (no dramatizan una derrota, se enfocan en lo que viene), conexión con la motivación interna (no compiten solo por una medalla, sino por un propósito mayor) y coherencia entre quiénes son y cómo compiten: alineados y consistentes.

¿Qué banderas rojas ve en ciertos atletas que no tienen este tipo de ayuda?

Hay algo de lo que se habla poco y es que muchos deportistas muy talentosos terminan una brillante carrera y después se encuentran con el vacío total: no tienen nada, ni titulaciones universitarias, ni han hecho una buena gestión económica ni una identidad más allá de la deportiva. Para mí es fundamental tratar esto en paralelo con ellos porque hemos visto casos de olimpistas que incluso se han suicidado.

A veces nos bombardean con que ‘si lo intentas lo vas a conseguir’, pero realmente no todos podemos. ¿Cómo aborda este mensaje?

Decir ‘si lo intentas lo vas a conseguir’ hace mucho daño y es tóxico, sobre todo en el deporte de alto rendimiento. Ignora el contexto: no todo depende de ti. Factores biológicos, estructurales o temporales influyen en el resultado. Además, confunde esfuerzo con éxito garantizado, y no es así: alguien puede dar el 100% y no ganar una competición. Esto genera culpa e invalida procesos valiosos que, aunque no acaben en medalla, implican crecimiento. Yo diría: Si lo intentas, te vas a transformar. Vive el proceso. Hay que educar en motivación realista: entender que no lo controlas todo, y que si no ganas, pero sales más fuerte, eso también merece celebrarse.

“Decir ‘si lo intentas lo conseguirás’ hace mucho daño y es tóxico, sobre todo en deporte de alto rendimiento”

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