Los Parques escultóricos son una expresión artística que, si contamos con la antigüedad de Altamira o de la Ciudad Encantada, quién sabe si a lo mejor se inventaron en España. Explosionaron en Europa desde el XVI con aquellos terribles monstruos de Bomarzo, hicieron sus pinitos durante la Ilustración entre fuentes, laberintos y rotondas, pero en el siglo XX se destaparon convirtiendo los parques en vehículos del arte más contestatario para llegar al XXI transformados en lugares de culto difuminados por la explosiva naturaleza que los rodeaba.

Proponemos un recorrido con la intención de conocer intervenciones artísticas realizadas en plena naturaleza y dejamos algunas propuestas que se pueden visitar en España, aunque no son los únicos.

Como referencia de un solo autor, destacar a aquellos con los que a finales del siglo pasado los artistas vascos Chillida e Ibarrola, reivindicaron silenciosamente sus postulados vanguardistas con intervenciones en el paisaje como El Peine de los Vientos en San Sebastián o los bosques de Oma y los Cubos de la Memoria en Urdaibai y en Llanes, el Museo Vostell en Malpartida, Cáceres o alguna tan secreta y oculta que pocos vecinos la conocen y que se encuentra en el parque de cierta casona asturiana cobijando 50 esculturas monumentales de Dalí. En este orden y como imprescindible, está el Chillida Leku en Zabalaga, el sueño de Eduardo Chillida, que se hizo realidad y es una parada obligatoria.

Las intervenciones colectivas de grupos de artistas aplicando varios enfoques a un solo paisaje se pueden encontrar en La Isla de las Esculturas de Pontevedra, situada en medio del río Lerez con un laberinto de piedra de dos metros de altura o si bajamos por Portugal, en la Fundación Serralves con sus exposiciones temporales. La más importante es, sin embargo, la fundación NMAC concebida por Jimena Blázquez en Montenmedio, Cádiz, como museo al aire libre con obras site-specific de artistas de la talla de James Turrell, Marina Abramovic, Olafur Eliasson y Sol Lewitt.

Second Wind’, 2005, la obra de James Turrell en la fundación Montenmedio, Cádiz, fotografiada de dentro (rojo). Foto cedida
Pero le ha salido un gran competidor en el Solo Sculpture Trail en Matarraña, la última incorporación de Albarrán-Bourdais, que abrirá todo el año exhibiendo una veintena de obras y proporcionando un exclusivo programa cultural en torno al arte contemporáneos y la naturaleza.
Teruel existe, un proyecto arquitectónico
Solo Houses se ideó en 2010, como un conjunto arquitectónico en Matarraña (Teruel), basado en el concepto del Case Study Houses californiano, en el que sus propietarios los galeristas Eva Albarrán y Christian Bourdais, invitaron a un grupo de significativos estudios entre los que se encuentran KGDVS y Solo Pezo von Ellrichshausen para crear una colección de edificios que fueran referencia de futuro.
A esta idea se agregó la creación del Solo Sculpture Trail, un parque de esculturas que paliara la lentitud del proyecto de edificación y que gracias a ellas, al aire libre y a lo largo de 3 kilómetros, se pudieran descubrir puntos estratégicos del parque natural.
Artistas como Olivier Mosset, José Dávila o Mona Hatoum además de otras 15 obras de ediciones precedentes se van descubriendo en diferentes puntos del recorrido: “Empezamos en 2019 y hemos ido evolucionando, primero con artistas de nuestra galería, a los que se unieron otros artistas colaboradores para hacer un camino en el que descubrir el paisaje acoplado a esas obras”.
Es importante señalar también el vínculo que se forma entre los artistas y los artesanos de los pueblos cercanos pues muchas de estas piezas se fabrican in situ logrando así que sea un proyecto que pertenece también a los habitantes de esta zona.
El recorrido recién inaugurado es un camino que se podrá recorrer andando o en bici eléctrica, y a diferencia de los anteriores permanecerá abierto todo el año, descubriendo a los 20 artistas y sus piezas que hablan de eso, de ecología y de naturaleza.
