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Missy Rayder, ‘top model’: «Luché para que no me afectara lo que sucedía en la industria»

Rompió con los patrones estéticos en los años 90 y se convirtió en una top model icónica. Aún desafía a la industria y los cánones impuestos.

Missy Rayder para Forbes Women. Gabardina de Max Mara y zapatos de Ferragamo. Realización Chabela García. © Javier Biosca.

Fotografiada por Nathaniel Goldberg, lo recuerda como uno de los trabajos más locos de su vida: «En aquellos años era muy impaciente, hice muchas cosas peligrosas que ahora no haría, pero no me importaba». Ahora su vida es diferente. Sigue siendo modelo, pero no a tiempo completo. Es más adulta, lee, escribe y disfruta de su hijo Luka de 12 años. 

En Madrid estamos a bajo cero el día de la producción. Es jueves y notamos el cansancio acumulado. Entre preparativos de luces, decorado y vestuario, Rayder llega y la energía cambia. Tiene elegancia y encanto naturales. Nos habla de cómo está siendo su mañana con la cercanía de una amiga. Nos pregunta. Se interesa. Con cada una de nosotras tiene un tema de conversación con el que sentirnos cómodas. Las más veteranas ya sabían cómo era. Las nuevas, solo podíamos intuirlo por la cantidad de artículos que habíamos leído sobre ella. Ahora entendemos todos los comentarios buenos de las personas que han trabajado con ella. 


Chaleco y pantalón de Tod’s y zapatos de Bottega Veneta. Realización Chabela García. © Javier Biosca

La primera vez que esta modelo estadounidense nacida en Wisconsin en 1978, se subió a una pasarela con 17 años, no podía imaginarse que iba a ser uno de los iconos de su generación. Un año antes, había dejado su pequeño pueblo huyendo de una situación familiar complicada para seguir los pasos de su hermana, Frankie Rayder que, por aquel entonces, su nombre empezaba a sonar fuerte en la ciudad de Nueva York.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que la prensa se enamorase de ambas y empezase a denominarlas ‘Famous Rayder Sisters’. A finales de los 90, la industria de la moda estaba cambiando y para Missy este trabajo se convirtió en un salvavidas.

El fotógrafo Peter Lindbergh, uno de los responsables del fenómeno de ‘supermodelo’ (top model), se cruzó en su trayectoria profesional para potenciar sus fortalezas. No era la más alta ni la más delgada, pero a través de la lente adecuada pudo reafirmarse y alejarse del concepto estético de cómo debía ser una modelo. Sus fotografías contaban una historia que iba más allá de lo bello. Eran vulnerables y muy humanas.

Total look de Bottega Veneta; y zapatos de Jimmy Choo. © Javier Biosca.
Total look de Loewe y zapatos de Ferragamo. © Javier Biosca.
Cazadora de Isabel Marant, camisa de Mans, pantalón de Saint Laurent y zapatos de Bottega Veneta.  © Javier Biosca

La década de los 2000 supuso su encumbramiento. En los primeros años, ya acumulaba una larga lista de portadas en las grandes revistas de moda y era imagen de firmas como Bvlgari, Burberry, Louis Vuitton o Vera Wang. Una de sus campañas más icónicas, la protagonizó junto a sus hermanas, Frankie y Molly (que también hizo sus pinitos en la profesión) para la firma GAP, en 2003. Fueron unos años muy locos y de mucho
aprendizaje interno.

En 2009, fue una de las voces del documental Picture me. A model’s diary, que denunciaba la extrema delgadez de algunas modelos, basado en unos cánones de belleza irreales, difíciles de conseguir y mantener en el tiempo. Casi 16 años más tarde, esa reflexión sigue vigente: «No creo que haya cambiado mucho. Pero creo que cada persona es diferente.

Cuando en la pasarela solo existe la talla 0, se pierde mucha magia. Fue difícil de aprender, pero yo tuve que luchar para sentirme bien conmigo misma y que lo que sucedía en la industria no me afectara». Una respuesta parecida nos dio cuando le preguntamos por la edad y sobre cómo los medios muestran como un hecho ‘extraordinario’ que una modelo siga trabajando más allá de los 40. Aunque quizá ahora mismo, esa exaltación es necesaria.

Traje de Michael Kors. © Javier Biosca.

Missy siempre ha sabido adaptarse al cambio. Si hace balance y echa la vista atrás, probablemente habría cosas que no habría hecho y, aunque es su mundo y no es tan fácil verlo de una manera objetiva, es consciente de su aprendizaje: «Con los años, he aprendido a ser fuerte, a confiar en mí misma, en no fingir ser alguien que no soy, porque en la industria de la moda se trata de ser una persona real, sin utilizar una máscara». 

¿Su futuro? Si piensa en cómo será, aún está tratando de ver cómo definirlo. Y sin que suene a tópico, la modelo tiene claro que quiere seguir disfrutando de los retos que le presenta la maternidad. Una cosa mágica que la ha hecho crecer y nutrirse como persona, porque, sin ninguna duda, su hijo es lo que más quiere en el mundo.

Aunque adora ser madre, el papel más importante al que se ha enfrentado, también tiene claro que quiere seguir dedicándole tiempo a escribir. Y poco importa que sus relatos no se lleguen a leer. Tampoco cuál va a ser el contenido de los mismos. Lo que Missy Rayder quiere es disfrutar del placer de escribir y del reto que supone enfrentarse a la página en blanco, como nosotros hacemos a diario. Entendemos su deseo.

 Lo importante es el camino. Continuará…

Créditos:

Fotografía Javier Biosca; Estilismo y realización Chabela García; Maquillaje Helena Liebanas para Charlotte Tilbury; Peluquería Manu Fernández de Cool para Moroccanoil; Vídeo Lucía Peláez; Ayudante de fotografía Álvaro Tomé; Ayudante de estilismo Martina Tacchini y Sandra González; Localización Trueba Studio.

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