«Le debo mucho a esta ciudad, que siempre me ha acogido y escuchado. Lo mismo podría decir el fundador de Gucci (Guccio Gucci), quien se inspiró en su experiencia londinense para hacer de la marca lo que fue y sigue siendo» han sido la palabras de Sabato de Sarno (Nápoles, Italia, 1984), director creativo de la firma italiana, cuando la marca anunció que la capital británica sería el destino elegido para el desfile de su colección crucero, la primera liderada por de Sarno.
Ahora, unas horas después de que el creativo y la Maison compartieran el trabajo en el que han estado trabajando durante meses, entendemos por qué Londres y no otra ubicación. Es más, entendemos por qué el Tate Modern y no otro escenario para exhibir la que ya queda bautizada como la ‘new era’ de Gucci. «El regreso de la Casa a esta capital está motivado por el deseo de sumergirse en su esencia distintiva, su impulso creativo con capacidad ilimitada para extraer contrastes, promover el diálogo entre ellos y encontrar formas de coexistir. Y para ello, el Tate Modern es el muestrario perfecto para capturar la esencia de la ciudad, con su gran sala de turbinas, que acoge y reúne a todos, y con sus tanques, generadores de ideas», confiesa el director de las colecciones masculinas y femeninas.
Si hace casi un siglo el Hotel Savoy produjo en Guccio Gucci el encanto suficiente para convertir su firma de nombre homónimo en un referente de estilo, el Tate Modern, ha provocado en Sabato de Sarno el mismo efecto. Por definición, hablamos de un espacio público que conecta a personas de todo tipo con la cultura, un escenario diverso y único para el intercambio, para las yuxtaposiciones inesperadas y los encuentros imprevistos, muy en la línea de la idea que defiende el diseñador, cuya llegada a la italiana está siendo un viaje multidisciplinar por todos los ingredientes que han formado parte de la receta que es hoy Gucci, por los orígenes de la marca y por la cultura del arte.
Este espíritu –el de volver a nacer, el de recuperar lo que ya se tenía, el de viajar en el tiempo, el de bucear en los archivos– es el que se ha celebrado en el desfile Crucero 2025. La moda es memoria. Nos lo anticipó Sabato de Sarno en sus dos propuestas anteriores de la mano de Gucci y nos lo ha confirmado este pasado 13 de mayo con el despliegue de looks relajados, para ella y para él, integrados en estilismos minimalistas donde el adorno no tiene cabida y todo el protagonismo corre a cargo de la sencillez, que vuelve y que una vez se fue. Lo que vemos es lo que hay.
Atrás quedaron los años de exageración, de exceso. Sabato de Sarno recupera la moderación y la nitidez de las líneas que un día lo fueron todo en la Casa. Con una actitud fresca y moderna, el creativo lanza una oda a la seguridad que aporta la naturalidad. Lo hemos podido ver en los detalles de cada uno de los pases del desfile. El napolitano apuesta por el zapato plano, como bailarinas o creepers, el maquillaje natural y la melena sin artificios, tres grandes componentes de la sencillez por la que tanto aboga su trabajo.
Los abrigos cortos, las gabardinas técnicas, las yuxtaposiciones y las ejecuciones en 3D de organza cortada con láser y aplicada a mano, la presencia de motivos florales, la práctica del bordado y el uso de gasa y lentejuelas forman parte de un todo que da como resultado la perfecta dualidad en la que este profesional nos sumerge cada vez que tiene ocasión: los opuestos se traen. La sensualidad de los tejidos más suaves envolviendo la piel, de un encaje promoviendo la preciosidad de la prenda y un volante aligerando la figura convive en armonía con el rigor que aporta el atrevimiento de diseños que rompen con sus normas y se llevan al límite sin caer en al distorsión. Son la confluencia del día y la noche. Son deseabilidad, romanticismo y contradicción. Son las ganas de acerca lo opuesto y ampliar el conocimiento: «El diseño de moda es un medio para estudiar, explorar e interpretar».
Este sentimiento dual es el que ha abrazado de Sarno con esta colección. Como si del reflejo del estilo inglés con aires italianos se tratara. Como si la intención hubiese sido amontonar lo que ya existía para crear algo nuevo: el emblemático cierre de langosta se reedita en un collar de perlas femenino que combina funcionalidad y estética –como un sello de pertenencia–, los detalles de Horsebit en ante rinden homenaje al vínculo de la Casa con el mundo ecuestre, los símbolos del estilo británico –tartanes, sastrería– y los emblemas de Gucci se actualizan y revitalizan para esta new era, las telas escocesas se reinterpretan en forma de delicados flecos con cuentas bordadas, el bolso Blondie combina preciosidad y pragmatismo. Gucci ya tenía todo esto, de Sarno sólo está valiéndose de ello para crear una identidad propia de marca con el individualismo como elemento diferenciador.
Porque Sabato las quiere únicas, elegantes y confiadas. Busca mujeres con personalidad propia, dueñas de sí mismas, inteligentes y valerosas por sus conocimientos, por su capacidad de superación, integración y adaptación. Como lo son los archivos de una firma que guarda en sus entrañas las claves de un nuevo resurgir. Y que en esta ocasión ha sido Londres la contraseña que este creativo ha desvelado para continuar con ese viaje multidisciplinar por los elementos comunes a Gucci que comenzó con su llegada a la marca. La cultura, uno de los más importantes, vuelve a verse reflejado en Gucci Crucero 2025, con esta oda a Londres y a su vínculo con Italia. Si es verdad que la moda y el arte tienen la capacidad de trascender culturas y ponerlas a hablar un lenguaje universal de vocabulario humano compartido, esta propuesta ha sido un buen ejemplo de ello. Siempre nos quedará Londres.