Su pasión por los mantones de Manila arrancó con este siglo, cuando descubrió ese complemento cubriendo los hombros de una mujer en una boda. «La señora más elegante que había visto jamás», comenta Verónica Durán (Colombia, 51 años) que aún hoy recuerda el impacto que le causó. Fue el comienzo de una entrega fanática a conocer, descubrir, investigar y coleccionar esta prenda que ha unido Manila (Filipinas), América Latina y España en lo que se ha llamado la primera globalización.

La pasión de Verónica la ha convertido en una de las mayores expertas de este complemento y ha decidido plasmar todos su conocimientos en el libro La ruta del mantón de Manila, la feliz unión de Asia, Hispanoamérica y España, así como a poner en marcha la exposición de mismo nombre que podrá verse en Casa de América hasta el 17 de mayo. Una muestra que coincide con la celebración del dos de Mayo y San Isidro Labrador, dos fiestas que han convertido el mantón en santo y seña del madrileñismo.

A través de más de 20 mantones y 30 objetos, la exposición también reúne cajas, postales antiguas, la mayoría pertenecientes a la colección privada de Verónica, aunque también hay cesiones de otras coleccionistas así como donaciones de Alaska o la actriz María Barranco. Diseñadores contemporáneos como Juan Duyos o Antonio Alvarado han realizado bordados o complementos actuales para ahondar en la historia y curiosidades de los mantones.  

El libro ‘La ruta del mantón de Manila’ de Verónica Durán. © Casa de América

El mantón nace de manos chinas en el siglo XVI y da la vuelta al mundo en el galeón de Manila, primero llega a México y luego a nuestro país. «En ese camino va enriqueciéndose. Con estampados orientales a hispanoamericanos. Las primeras en colgarse esta tela son las mexicanas y las españolas le ponen el alma: lo bailan, le ponen los flecos…», cuenta Verónica. Los mantones, que viajan desde Oriente, son delicados y vienen guardados en unas cajas lacadas chinas exquisitas que muchas veces se reconvierten en cuadros o mesillas de noche. «Las cajas son alucinantes y pueden llegar a ser muy sofisticadas decoradas con caritas de marfil».

Entrevistando a Gadafi

Cuando Verónica descubrió el mantón de Manila acababa de aterrizar en la capital de España tras dejar atrás una exitosa carrera de periodista en su país natal, Colombia. Tras estudiar Ciencias Políticas y Literatura en la Universidad de los Andes, una de las más prestigiosas de su país, a los 18 años empezó a trabajar en uno de los periódicos de referencia de Colombia, ‘El Tiempo’, y algunos años después Durán tuvo una ocurrencia genial. Por entonces Colombia vivía una de las décadas más violentas a manos del narcotráfico y de Pablo Escobar y Verónica pensó que podría entrevistar a los grandes líderes mundiales para que contaran sus experiencias sobre la guerra y la paz, y poder así contribuir a la paz en una Colombia.

Caja donde llegaban los mantones. © Casa de América

Así llegó a entrevistar a algunos de los personajes más importantes del siglo pasado. “Mihail Gorbachov, Gerry Adams en Irlanda del Norte, el Dalai Lama, el rey Hussein de Jordania, Yassir Arafat varias veces y Fidel Castro, un hombre muy seductor, muy alto, que me miraba el escote”, cuenta Verónica, mientras estalla en una risa, fuerte y franca, uno de los rasgos de su carácter. Aunque de todos el más inverosímil e inalcanzable fue Muamar el Gadafi. También lo consiguió.

Además de exitosa, Durán tenía una vida acomodada en Colombia. Por vía paterna, su bisabuelo, Alfonso López Pumarejo, fue dos veces presidente de Colombia; por vía materna, su familia es dueña de la Quinta de San Pedro Alejandrino, la antigua hacienda –hoy convertida en museo– donde falleció Simón Bolívar, muy amigo de Joaquín de Mier, marqués de Santa Coa y antepasado de Verónica.

Sin embargo, llegar a Madrid no fue fácil. «Llegué aquí en el año 2000. Metí todo en una maleta, convencí a un novio que tenía y nos vinimos sin nada. Ni trabajo ni Visa ni MBA. Quería empezar de cero. Yo pensaba: ‘Tengo una carrera periodística alucinante, la van a valorar en España, voy a conseguir un puestazo'». Nada de eso ocurrió pero su suerte cambió cuando consiguió una beca de la Fundación Carolina y empezó a trabajar en la agencia EFE. Durán estaba de vuelta en la rueda y fue cuestión de tiempo centrarse en su nuevo cometido: visibilizar el talento latino. Fundó la revista «Fusión Latina» y puso en marcha «El sueño de Madrid», un proyecto que busca visibilizar las aportaciones culturales, sociales, y económicas de los inmigrantes hispanos en la Comunidad de Madrid, mucho antes de que Isabel Díaz Ayuso pusiera a los latinos de moda. «Antes los latinoamericanos éramos un tema de asuntos sociales, ahora somos un asunto de economía. El inmigrante es un emprendedor nato», nos cuenta.

Detalle de uno de los mantones de la exposición. © Casa de América

Ella y sus mantones son el ejemplo. Desde que lo descubriera en aquella boda de la alta sociedad y se lanzara curiosa sobre aquella elegante señora, su pasión no ha hecho más que crecer. Épocas, estilos, origen, formas… Puede hablar de mantones durante horas (sin aburrirse y sin aburrir) y tiene una colección de 47 piezas que guarda con mimo siguiendo las instrucciones de la experta en textiles Caroline Stone, a quien acudió durante una invasión de polillas: “Arrugados como caigan en una funda de algodón”. Su amor por esta prenda le ha llevado a replicarlos en tamaño pañuelo que comercializa a través de su firma Silkrut, donde recrea sus propios diseños que vende en museos y palacios de toda España, además de en su propia web.

Como ven, a esta mujer de mente inquieta nada le frena. Hoy su último sueño se ha hecho realidad. ¿Cuál será el siguiente?