Laura Pedro (Montgat, Barcelona, 1989) vivió su propio alud personal con La sociedad de la nieve: un rodaje extremo física y emocionalmente que le llevó a experimentar un proceso transformador. Tanto, que se ha tatuado Sec_36 en el antebrazo, para recordar que «la montaña decide por ti»: tuvieron que rodar la secuencia 36 varias veces porque cuando fueron a rodar a Sierra Nevada no había nieve (no podían crearla desde cero), después nevó con calima y la nieve parecía arena y repitieron de nuevo más adelante cuando ya había cuajado.
«Fueron cuatro meses de encierro en Sierra Nevada», explica Laura, «rodábamos de lunes a sábado y los domingos planificábamos la semana». Durante este tiempo solo salió dos veces: para recoger el Goya en Valencia por Way Down y para celebrar el ochenta cumpleaños de su abuela. «Me sigue emocionando que mi familia y mis amigos respeten mis ausencias y siempre me esperan a la vuelta de los rodajes. Cuando estoy en pleno proceso creativo, me siento muy acompañada desde la distancia».
Describe lo que le rodea a raíz de la película como abrumador. Y es que este personaje cinematográfico, como describe su cuenta de Instagram, ha trascendido al ámbito del cine y está alcanzando una popularidad insólita en su profesión. Ella, mujer -en una profesión tradicionalmente masculina- y joven -ganó su primer Goya con menos de treinta años- ha puesto de moda los efectos visuales (VFX).
Para hacer frente a esta avalancha de acontecimientos ha decidido incorporar a su vida entrenamiento mental, apostando por el autoconocimiento y el autocuidado, que compagina con ejercicio físico que le permite estar en forma para hacer frente rodajes como el de La sociedad de la nieve.
Esta profesional que «hace magia con ordenadores» tiene una carrera meteórica –suma dos Goyas anteriores por Superlópez (Javier R. Caldera, 2018) y Way Down (Jaume Balagueró, 2021)–. Es una ninja de la postproducción: 800 planos de La sociedad de la nieve tienen intervención digital pero la manipulación es imperceptible. Detrás de semejante trabajo hay un proceso riguroso de planificación que pasó por viajar a los Andes y poner foco en nieve real.
Describe su trabajo como una combinación de fotografía -«hay que entender la luz»- y conocimientos y herramientas digitales.
Su contribución «invisible» consigue una sensación de frío extremo y de encierro entre montañas que ha sobrecogido al público -más de cien millones de espectadores-. «Siempre intentamos trabajar con elementos reales para que los actores y actrices puedan trabajar mejor y los directores dispongan de más libertad creativa», nos cuenta en el Bar Trafalgar, uno de los lugares de moda de la capital donde nos hemos citado.
Laura reivindica el talento y el expertise de España en efectos especiales naturalistas. Descarta instalarse en Estados Unidos porque «busco historias que me conmueven y proyectos que garanticen mi cercanía al director o directora». Eso sí, el 21 de febrero asistirá como nominada a los VES Awards (Visual Effects Society) en Los Angeles.