Nacido en Canadá pero radicado en Reino Unido, el artista Chris Levine (Ontario, Canadá, 64 años) utiliza la luz como su principal herramienta creativa, incorporando tecnologías avanzadas como láseres y holografías. La trayectoria multidisciplinar de Levine abarca desde la fotografía y el diseño, hasta colaboraciones con iconos culturales de la talla de Grace Jones, Kate Moss o el Dalai Lama. El pasado 15 de diciembre, el Museo Gran Vía 15 inauguró oficialmente la exposición Selected Works of a Visionary (hasta el 7 de abril en el Museo Gran Vía, 15) con algunas de las obras más icónicas de su carrera.

Sin embargo, su obra más reconocida universalmente fue la creación de un retrato de la reina Isabel II en 2004 para conmemorar los 800 años de lealtad de la Isla de Jersey a la Corona de Reino Unido.

La imagen resultante, Equanimidad, se convirtió en uno de los retratos más emblemáticos de todos los tiempos. Una obra subsiguiente derivada de los materiales recopilados durante este encargo, Lightness of Being, que presentaba a la reina con los ojos cerrados casi eclipsó al original.

El artista británico maneja como nadie la luz, que explora con diversos medios con el objetivo de conseguir un estado ampliado de percepción y conciencia a través de la imagen y la forma, impregnando toda su obra con  una espiritualidad inusual en este tipo de artistas. Su trabajo comercial fotografiando a algunas de las mujeres más famosas de todos los tiempos, ha influido en generaciones de fotógrafos y creado un referente cultural en su oficio.

Forbes Women conversa con él por primera vez, para ahondar en su legado artístico y rememorar aquella inolvidable sesión de fotos que tuvo lugar en Buckingham Palace como telón de fondo y la reina Isabel II de Inglaterra como protagonista.

¿Cuándo comenzó su interés por el mundo del arte?

Desde muy pequeño yo quería ser arquitecto, pero mi padre murió de manera inesperada cuando tenía 18 años y decidí cambiar de carrera e inscribirme en la escuela de arte de Chelsea. Allí me especialicé en hologramas en mi último año, porque creía que era el futuro de la grafía y se podría aplicar de alguna manera a la arquitectura.

¿Cómo se desarrolló su carrera profesional en los primeros años?

Una vez terminados mis estudios empecé a trabajar en el mundo corporativo, lo cual me permitía ganar dinero y perfeccionar la técnica de los hologramas en diferentes proyectos que realizaba para compañías como Michelin, British Gas o Philips. Con el tiempo me cansé de producir hologramas y mi adicción a los analgésicos me llevo a ponerme bajo tratamiento. Poco después, decidí estudiar en San Martins un Máster de Gráficos por Ordenador y esto me dio la motivación para volcarme de lleno en crear hologramas en CDS, llevándome a trabajar con gente del mundo de la música como David Bowie, Simply Red, B52 y Oasis,

¿Es difícil trabajar con famosos?

Cada famoso es diferente, pero son solo personas al fin y al cabo. He trabajado con referentes como el Dalai Lama y la reina de Inglaterra. Todos tienen personalidades muy diferentes pero siempre he intentado interactuar con ellos y conectar a un nivel más profundo, para poder capturar algo diferente en mí cámara. Recientemente fotografié a Elton John y durante el shooting le puse un altavoz con frecuencias debajo de la silla. Creo que funcionó muy bien porque se quedó dormido.

Recientemente hemos podido admirar una de sus instalaciones en el festival de Noor Riyadh en Arabia Saudí, ¿Cómo valora esa experiencia?

La gente llevaba años diciéndome que debía exponer mi trabajo en Oriente Medio y ha sido un placer poder llevar luz a este lugar. El país está cambiando y avanzando muy rápidamente en los últimos años. El día de la inauguración del Festival Noor Riyadh ocurrió algo mágico, mi obra Molecule of Light fue iluminada por la luz de la luna llena y este hecho fue algo muy especial para mí, ya que me permitió conectar con el desierto y el lugar.

¿Cómo surgió la oportunidad de trabajar con la reina Isabel II?

Un día recibí la llamada inesperada del artista Gordon Young y pensé que me estaban tomando el pelo. Yo tenía experiencia fotografiando estrellas del rock, pero la idea de poder fotografiar a la reina me parecía descabellada. Solo cuando finalmente fui convocado a una reunión en la National Portrait Gallery por Charles Saumarez Smith, empecé a tomar conciencia de lo que me estaba pasando era real. Jersey Heritage Trust quería que creara un retrato de la reina para conmemorar los 800 años de lealtad de la Isla de Jersey a la Corona. Yo era algo así como el comodín de una lista reducida de artistas conocidos, presentada para este encargo histórico.

¿Cómo transcurrió la sesión en Buckingham Palace?

No fue hasta una semana antes de la sesión que me empecé a poner nervioso. Angela Kelly, la estilista de la reina, me llamó un martes para preguntar qué quería que llevara la reina puesto durante la sesión de fotos. Yo deseaba transmitir una imagen simple y pura de la reina, así que me dejaron elegir entre las joyas de la corona. Me decanté por la tiara que llevaba durante la apertura del parlamento, un collar con una sola hilera de perlas y, entre Ángela y yo, elegimos los pendientes y una selección de capas sin mucha ornamentación. Las fechas para el shooting no eran las más idóneas, ya que ese día había mucho revuelo en palacio por la visita de estado del presidente George Bush. Antes de la sesión, los ayudantes de la reina me dieron un pequeño curso de protocolo y me enseñaron como debía dirigirme a Su Majestad. Cuando finalmente llegó la Reina, se dedicó simplemente a observarme y no abrió la boca durante toda la sesión de fotos. En ese preciso momento me di cuenta que Isabel II era una persona que había estado acostumbrada a dar durante toda su vida y con el tiempo había desarrollado una posición de observadora imparcial y de ecuanimidad. Después de una hora, terminó la sesión y cuando la reina se marchó me tiré al suelo de la habitación del Palacio de Buckingham y grité “mierda lo he conseguido”. Tiempo después, volví a visitar a la reina en su pequeño despacho del Castillo de Windsor y elegimos juntos el retrato y lo bautizamos con el nombre de Equanimidad. Durante esta segunda visita la reina se mostró mucho más afable y tuvimos una conversación muy distendida donde hablamos de la meditación. La reina me confesó que su forma de meditar era cuidar de su jardín y este era su santuario meditativo.

Su obra Lightness of Being, representa a la reina con los ojos cerrados, la creó años más tarde de las tomas descartadas de los retratos de esta primera sesión. ¿Por qué decidió publicar estas fotos?

Para realizar esta primera sesión de fotos habíamos utilizado una cámara especialmente construida para la ocasión, que se movía a lo largo de una pista lineal. Había mucha luz sobre la Reina mientras la estábamos fotografiando y la cámara tardaba un tiempo en reposicionarse. Me preocupaba que fuera incómodo para ella, así que le aconsejé que descansase entre tomas. Ella cerró los ojos y en ese preciso instante conseguimos capturar ese inolvidable momento. Algunos años más tarde, al revisar las tomas que había descartado de las sesiones anteriores, encontré la imagen y me quedé ensimismado. Mario Testino la vio y me animó a publicarla. En su momento fue descrita por la National Portrait Gallery como la representación más evocadora de un miembro de la realeza de todos los tiempos.

¿Cuándo fue la última vez que vio a la Reina Isabel II?

Dos meses antes de su muerte, en julio, fui a visitarla Al Castillo de Windsor antes de que viajara a Balmoral. Había muchos rumores circulando en la prensa sobre su estado de salud, pero pensé que era algo de la prensa que no tenía fundamento. Cuando la vi estaba algo frágil, pero viene de una familia longeva y estaba con la moral alta. Me sorprendió mucho su muerte.

Has trabajado con algunas de las mujeres más icónicas del mundo como Kate Moss. ¿Cuán importante son para ti las mujeres en tu trabajo?

Realmente los trabajos van llegando y no es algo que haya buscado conscientemente. El trabajo con mujeres es algo natural en mi vida. Kate Moss es un icono cultural, la geometría de su cara es especial. Nos presentó una amiga en común y por su 40 cumpleaños hice una iluminación especial con láseres en su jardín. Recuerdo que durante la fiesta estábamos en un grupo John Galliano, Boy George, David Cholmondeley, Andre Balazs, y Kate Moss bailaba medio desnuda al son de Purple Rain de Prince. Este es uno de los momentos mágicos que marcan tu vida, donde te das cuenta de que en el mundo hay muchas sincronicidades fortuitas. Tiempo después, además de haber trabajado con ella, ahora Kate es también mi amiga.