Hay tantas correas ahí fuera como peces en el mar. Distintos colores, diseños, materiales… Por eso, a la hora de decidirte por una u otra tienes que dedicar algunos minutos a pensar cuál es la mejor opción. Hazte algunas preguntas: ¿utilizas el reloj cada día? ¿Te sueles duchar con él? ¿Lo llevas a trabajar y después a algún sarao nocturno?
Nunca subestimes el poder de una correa o de un brazalete. Son capaces de dar una nueva vida a tu reloj de pulsera y que parezca otro sin tener que romper el cerdito para comprar un reloj completo. Además, pueden proporcionarte la máxima comodidad, acentuar tu estilo y ayudarte a seguir las tendencias de la moda del momento.
Para empezar, fíjate en el reloj que tienes entre manos. ¿Cuál es su función? Si se creó para sumergirte con él en el mar, una correa de piel no será la mejor alternativa. Y a una pieza con algún diamante u otra gema que lo adorne le acompañará con más acierto un brazalete de oro que una correa de goma, por supuesto. O quizás de acero, si buscas un resultado más deportivo.
¿En qué ocasión vas a lucir el reloj? De noche, en eventos formales, encajan los metales y las pieles. Ya escogerás una correa de caucho brillante amarilla cuando acudas a la playa en bikini, no en una cena de postín. ¿Un reloj importante con una correa cualquiera de escasa calidad? Nunca. Los detalles importan, también en este caso.
En cuanto al color, no hay nada escrito. Los hombres se ven más limitados en estas lides, pero para una mujer, cualquier color es válido. Por suerte, cada vez más relojeras ofrecen un amplio abanico de tonos. En Panerai, por ejemplo, proponen 11 colores para las correas de caucho, tres para las correas recicladas, más de 30 para las de piel de cocodrilo, cinco tonos para las satinadas y más de 20 opciones para las de cuero lisas.
Si no sabes bien qué color puede funcionar, mira la esfera del reloj y replica en la correa alguno de los tonos que vislumbres. ¿Una aguja roja? Pues así será la correa. Puede ser tu regla si temes arriesgar. Combina también la correa con el cinturón, con los zapatos o con otros accesorios.
Por suerte, las marcas de relojes han desarrollado en los últimos años sistemas para intercambiar la correa en casa fácilmente y sin necesidad de herramientas. Cada firma tiene el suyo. En Hublot han ideado el sistema One Click para los Big Bang de 33 mm y 39 mm de diámetro:
A continuación te describimos, con sus ventajas, sus inconvenientes y sus precios, los cuatro tipos de brazaletes y correas que vas a encontrar en el mercado. Están todos los que son, pero hay más, porque las marcas relojeras no dejan de investigar y desplegar materiales nuevos para ceñir el reloj a la muñeca:
Brazalete de metal
¿De qué metal o aleación? Tienes donde elegir: acero inoxidable, oro, platino, titanio, bronce… incluso los hay de cerámica. Un brazalete así se adapta a distintos estilos de vida, sobre todo activos, y se compone de eslabones. Una derivada son los de malla milanesa, que son bandas trenzadas de acero con eslabones muy pequeños, al estilo de la cota de malla medieval.
Algunas pulseras incorporan un sistema de microajuste en el cierre, para que se adapte mejor a cada cliente. Porque lo malo de un brazalete es, precisamente, que no encaja al cien por cien con todas las muñecas. Y, aunque son duraderos, se rayan, como este Lady-Datejust 28 en acero de Rolex:
Conviene limpiar los brazaletes cada dos meses si los usas a diario (basta con un paño suave para eliminar el sudor y la suciedad o agua con detergente neutro), con el fin de aumentar su longevidad. En una marca como Oris, con una relación calidad/precio estupenda, hallarás brazaletes de titanio por 790 euros, y de acero a partir de 250 euros.
Correa de goma o caucho
Se introdujeron en los años 60, con el auge de los relojes de buceo, pues son resistentes al agua. Cada vez más populares, flexibles y duraderas, son perfectas para los modelos deportivos e informales. Eso sí, no resultan muy recomendables si se va a sudar mucho, pues no son transpirables. Se visten con muchos colores y no conviene exponerlas durante mucho tiempo al sol. Para mantenerlas en buenas condiciones basta con agua y jabón.
Las correas de silicona son parecidas a las de caucho. Pero, si bien estas mezclan componentes sintéticos y naturales, la silicona es totalmente sintética. Más barata, se puede rajar más fácilmente. La que porta este nuevo Super Chronomat Automatic 38 Origins de Breitling (19.400 euros) es de goma:
Correa de cuero
Es una opción cómoda y elegante, y combina con casi cualquier reloj, sobre todo con los de vestir. Las clásicas son de piel de vaca, pero hay pieles más exóticas (cocodrilo, avestruz…). Algunas muestran las costuras en el perímetro, otras están perforadas con agujeros y encajan a la perfección con los cronógrafos de carreras. Si quieres evitar los productos de origen animal, prueba con los de cuero vegano.
Para huir de lo obvio hay que evitar la típica correa de piel negra, aunque también es la más socorrida. Porque hay muchísimos colores para combinar, así como tamaños. Ahora bien, ten en cuenta que no son resistentes al agua, que pueden desteñir y rasgarse y que se decoloran y se dañan por el sudor y la luz directa del sol. Las pieles sintéticas (algunas correas la llevan en su parte interior) son más resistentes a la transpiración que las pieles naturales.
En un minuto puedes darle nuevos bríos a tu reloj, empleando una correa de piel de becerro mientras estás en la oficina y cambiándola más tarde por una de cocodrilo antes de salir a cenar. En Panerai venden pulseras de piel de becerro por 230 euros, y de aligátor por 420. En general, su precio depende sobre todo del tipo de piel y del tamaño del reloj.
Correa de nailon
Más versátiles que las correas de caucho, humildes, duraderas, cómodas y económicas, las de nailon se adaptan a los looks informales y a las actividades al aire libre que es una maravilla. Las más comunes son las llamadas Nato, un material similar al empleado para los cinturones de seguridad, que se destinaron en principio a los soldados del ejército británico en los años 70. Estos Aqua Terra de Omega las llevan:
Puede que una Nato no sea la primera opción, porque no abundan en los relojes femeninos. También está el perlón, con un patrón de tejido cruzado desarrollado originalmente en Alemania en la década de 1950, que ofrece una construcción mucho más ligera, menos gruesa que la Nato. Y se seca antes.