Aunque la pandemia no ha terminado, un reciente informe de Deloitte sugiere que podríamos estar abocados a una floreciente recuperación económica en el próximo trimestre y en adelante. Esta afirmación se produce tras un crecimiento positivo del empleo de casi un millón de puestos de trabajo en mayo, según el Informe Nacional de Empleo del indicador estadounidense ADP (Cambio de Empleo no agrícola). Pero esa recuperación podría seguir siendo desigual. Esto es especialmente cierto en el caso de las mujeres y de las madres trabajadoras, grupos que marcaron records de abandono de empleo durante la pandemia.
ForbesUS ha hablado recientemente con Nela Richardson, economista jefe de ADP y codirectora del Instituto de Investigación de ADP, sobre los logros de las mujeres -algunos de ellos sorprendentes- pese a los duros reveses sufridos por la paridad de género en la mano de obra. También compartió algunas lecciones perspicaces que las empresas pueden aplicar para la reincorporación y la recuperación del empleo.
Aunque las mujeres perdieron puestos de trabajo, una victoria sorprendente (y ligeramente falsa) fue que la brecha salarial de género se redujo en un dos por ciento. La brecha salarial es un ratio, por lo que la reducción es una falsa victoria en el sentido de que las mujeres optaron por dejar de trabajar, no por obtener ingresos reales o ganancias de empleo. De hecho, según el análisis de ADP, la brecha salarial entre los géneros se redujo un 2%, pasando del 80% en 2020 al 82% en 2021. Este cambio representa probablemente una narrativa falsa, ya que las mujeres con bajos ingresos se llevaron la peor parte de la pérdida de empleo, lo que infló las ganancias salariales.
Sin embargo, Richardson señaló que una victoria genuina fue que la mayoría de mujeres con puestos de trabajo de alto nivel o mejor pagados mantuvieron sus empleos, sufriendo una pérdida de empleo del 0,5%. «Vimos que las mujeres se aferraron con uñas y dientes a esos puestos de dirección», asegura la economista jefe de ADP. Aunque, añade, menos de una cuarta parte de las mujeres ocuparon puestos de dirección y ejecutivos, les fue mejor en la retención de esos puestos de nivel superior que a los hombres, que experimentaron una pérdida de empleo del 3,7%. En general, las mujeres siguen estando ligeramente por detrás de los hombres en los puestos de mayor nivel en las organizaciones incluidas en el análisis de ADP. De hecho, en 2021, solo el 23% de los directivos de más alto nivel eran mujeres.
Una victoria sorprendente para las mujeres en 2021 se está viviendo en el sector de la construcción. «En el caso de la construcción, el empleo femenino en realidad aumentó un 28% durante el año», afirma Richardson. Una vez más, esta subida mirada en clave de género se infla debido a la baja representación de las mujeres en la construcción en general. Pero dado que el sector de la construcción está en auge, esta victoria tiene sentido. «Hay que recordar lo que está ocurriendo a lo largo del año. La vivienda está de moda. La vivienda ha sido la ganadora», explica Richardson. También sostiene que «cuando una industria está en auge, las mujeres ganan y las minorías también. Cuando se producen problemas es cuando nos quedamos atrás, nos quedamos mucho más atrás, y puede que tardemos más en recuperarnos». Esta variabilidad y desprotección también explican las desigualdades en la destrucción de empleo y de los beneficios durante la pandemia.
También podria considerarse como una victoria el hecho de que la pandemia haya puesto a prueba diferentes formas de teletrabajo. Se trata de una victoria un poco problemática. Pese a que los beneficios de trabajar desde casa aún son reducidos por la falta de guarderías, la experta considera que esta alternativa de trabajo flexible es una victoria potencial. «La mejor tecnología para las madres trabajadoras es una niñera fiable», añade.
El teletrabajo ha sido una alternativa de doble filo para las mujeres porque han trabajado el doble o el triple durante la pandemia. Esa sobrecarga de trabajo se refleja en una brecha de agotamiento de género. Esto se puso de manifiesto en una encuenta mundial realizada por ADP en octubre y diciembre del año pasado, antes del inicio de las campañas de vacunación. ADP habló con unos 30.000 trabajadores en 17 países y el sesgo contra las mujeres era evidente. «Los hombres eran mucho más propensos que las mujeres a ser compensados por asumir responsabilidades adicionales. Los hombres también eran más propensos a informar de que sus jefes eran más flexibles a la hora de hacer cumplir la política de la empresa», recuerda Richardson. Esto choca con la experiencia femenina, en la que los directivos no suelen ser tan complacientes.
Según los datos de ADP, sólo el 52% de las mujeres se sentían capacitadas para aprovechar la flexibilidad laboral, frente al 58% de los hombres. «Las mujeres eran menos propensas en Estados Unidos a decir que podían encontrar otro trabajo con el mismo nivel de flexibilidad que los hombres. Las mujeres se sentían un poco encajonadas, sin la posibilidad de hacer más peticiones a su jefe para tener más la flexibilidad laboral». Richardson espera que más directivos se queden con la idea de ampliar automáticamente la flexibilidad a todos los empleados, con especial atención a las madres trabajadoras. La clave está en que los directivos lo inicien sin que el empleado tenga que pedirlo.
Tal vez la mayor victoria general sea que las principales empresas están prestando, por fin, atención al bienestar de los empleados. Citibank, dirigido por Jane Fraser, destaca como una de las pocas grandes compañías de Wall Street que está manteniendo la flexibilidad en el regreso a las oficinas. Bumble está dando a sus empleados una semana de vacaciones pagadas en junio, al igual que Hootsuite y LinkedIn. Detrás de la famosa app de citas está Whitney Wolfe Herd, una joven multimillonaria que tiene mayoría de mujeres en su dirección y en su consejo de administración.
Richardson cree que el liderazgo empresarial liderado por mujeres es crucial para la plena recuperación económica y para la innovación. «Como sociedad, tenemos una estructura y la gente se enchufa a ella. Por lo general, son los hombres quienes establecen esa estructura: la extensión de la jornada laboral, lo que se espera en términos de comportamiento de los empleados, incluso el código de vestimenta«, dijo. «Las mujeres se han enchufado a esa estructura a lo largo del tiempo, pero tienen necesidades diferentes. Así que en lugar de que la sociedad siga una estructura que ya ni siquiera funciona para los hombres, quizá habría que reimaginar la estructura desde la perspectiva de una mujer.»
«Dejemos que las mujeres lleven la delantera a la hora de diseñar la cultura y las políticas de conciliación de la vida laboral y familiar. Creo que encontraremos un lugar de trabajo que será realmente más agradable para todos», concluye la experta.