Rara vez hemos visto a la reina Letizia con un reloj en la muñeca. Una de las veces fue en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, hace exactamente 20 años. Se ha publicado que la pieza que portaba entonces, un Royal Oak Mini de Audemars Piguet, se la regaló su marido, Felipe VI, con motivo de su compromiso matrimonial, y apenas hemos visto a la consorte con ese ejemplar desde aquel día. Al que sí hemos vuelto a ver, y en nuevas versiones, es al reloj, que se ha rejuvenecido este año con tres iteraciones de cuarzo de solo 23 mm de diámetro y 6,6 mm de grosor, en oro amarillo, blanco y rosa.
El Royal Oak apenas requiere presentación, pues es uno de los santos griales de la relojería moderna. Pero lo que muchos no sabían hasta ahora es que era capaz de empequeñecerse tanto. Y eso que estas nuevas referencias son un poco más grandes (3 mm más) que el primer Royal Oak Mini, que data de 1997. A pesar de su tamaño, ofrece todos los códigos estéticos que ideó el maestro del diseño de relojes Gérald Genta en 1972, cuando presentó el Royal Oak al mundo. Esto es, el brazalete integrado, el bisel octogonal y el grabado guilloché con un motivo petite tapisserie (en este caso tono sobre tono) en la esfera, marca de la casa.
Las cajas y los brazaletes con cierre desplegable de este trío inédito centellean gracias a la vieja técnica de orfebrería florentina con la que se han tratado. De nombre frosted gold, consiste en golpear el oro con una herramienta con punta de diamante produciendo diminutas hendiduras en él. El resultado, además de original y fulgente, puede mostrarse algo áspero al tacto, pero no todas las personas notan en sus dedos la misma sensación. Lo bueno del frosted gold es que las rayas que suelen evidenciar los relojes con el uso se notan mucho menos (o no se notan) en comparación con otras superficies. Otros acabados del reloj contribuyen a su brillo, como el achaflanado del bisel, el satinado de los flancos del brazalete y la caja y el facetado de los índices de oro aplicados y de las agujas, revestidos de un material luminiscente para que el usuario lea la hora también en la oscuridad.
“Estas creaciones Mini no solo rinden tributo a la larga tradición de miniaturización y de relojes joya de Audemars Piguet, sino también a las mujeres que han dejado su huella en la historia de la maison, como Jacqueline Dimier, a quien debemos el primer Royal Oak para mujer, y Carolina Bucci, diseñadora del acabado frosted gold”, dice Ilaria Resta, consejera delegada de la compañía independiente de Le Brassus (Suiza). Puesto que Gérald Genta fue asimismo diseñador de joyas, el círculo se cierra.
Tan escaso es el espacio en estos Royal Oak Mini que carecen de fecha y de segundero (así como de su correspondiente escala), de manera que el dial se muestra lo más limpio posible. En su interior alberga el Calibre 2730, un movimiento de cuarzo que incorpora una pila que puede durar unos siete años, según la firma. Y que dispone de un tirador en la corona para desactivar la pila durante un periodo de tiempo indefinido.
¿Sacará la reina Letizia del baúl de los recuerdos su Royal Oak Mini, ahora que se llevan los relojes tan pequeños?