Hubo cierta sensación de déjà vu ayer sobre la hierba de Londres. Los optantes al premio eran los mismos: el joven Carlos Alcaraz, que practica el tenis más fresco y pasmoso de los últimos años, y un tal Novak Djokovic, 24 torneos de grand slam le contemplan (entre ellos, siete Wimbledon). El resultado también fue idéntico: victoria para el de El Palmar. La princesa de Gales, Kate Middleton, volvió a entregarle la copa de la piña. Y el reloj que se ciñó Carlitos inmediatamente después de la victoria era exactamente el mismo con el que ganó en ese mismo escenario hace un año (y en el Abierto de Francia un mes antes). Seguramente tuvo algo que ver la superstición de su dueño.
Por supuesto, se trató de un Rolex, que para algo Alcaraz es embajador de la firma suiza desde principios de 2022. En concreto, un Cosmograph Daytona, uno de los ejemplares por los que los aficionados relojeros empeñarían su bazo. Sin duda, le da suerte. Lleva usándolo muchos meses y en este tiempo no ha parado de asombrar el murciano.
Las características de este reloj automático lo hacen único: está fabricado en oro amarillo y luce una esfera de meteorito gris, un fragmento de un cuerpo celeste que muestra su estructura interna y que llega caído del cielo, como el propio Alcaraz, que nos está ayudando a sobrellevar las ausencias de Rafael Nadal. Ese Daytona tiene las subesferas del cronógrafo negras, como el bisel de cerámica, y se sujeta con un brazalete Oysterflex, un elastómero sintético negro, similar al caucho. Su precio ronda los 100.000 euros en el mercado secundario, pues no se encuentra en el catálogo ordinario de Rolex.
El jugador serbio, leyenda del deporte, no pudo rivalizar en juego con el murciano ayer en el All England Lawn Tennis and Croquet Club. Pero sí que sacó su artillería relojera en la hora en la que ambos recogían sus recompensas. La elección de Djokovic fue un Hublot, la enseña que le apoyó en uno de los momentos más polémicos de su trayectoria (cuando quiso competir en el Abierto de Australia en 2022 sin estar vacunado contra la covid-19, un requisito indispensable para entrar en el país en aquellos días).
Y, ¿adivinan? Fue el mismo que llevó en la final de hace un año en la Catedral del tenis: el Big Bang Integrated Green Ceramic de 42 mm. Tan verde como la emblemática superficie de Wimbledon, tanto su caja como su brazalete están moldeados en cerámica, y el dial se abre para mostrar el movimiento automático. Este Hublot cuesta 25.200 euros.