El empoderamiento se aprende, como muchas otras cualidades. Nadie nace sabiendo y ni mucho menos es un atributo que se le pueda atribuir a un género u otro. Saber liderar no es cuestión de ser hombre o mujer, tiene que ver más con la actitud y la aptitud.
Ante una situación de crisis económica mundial, con mayor repercusión en los países mediterráneos, la caída vertical de las oportunidades de negocio se encuentran atascadas en un limbo laboral. Desatascar la situación depende en su gran mayoría de las dotes de creatividad y emprendimiento puestas al servicio del empleo. Y aquí las mujeres juegan un papel importante.
El liderazgo femenino tiene de esos ingredientes que necesita la economía para remediar males mayores. La creatividad, capacidad de adaptación y el coraje son componentes que la mujer defiende con soltura. Tal es así que, ya en 2012, el Global Enterpreneurship Monitor (GEM) comunicó que 126 millones de mujeres empezaron procesos de emprendimiento consolidándose en el tiempo en inversiones inmateriales para la economía mundial.
España no crece de manera diferente del ritmo internacional. Según un estudio de Grant Thornton, el número de directivas en el ámbito nacional se ha estancado en el 34%, un porcentaje medido en compañías de entre 50 y 500 empleados y en el marco del año 2020. Un cifra que baja hasta el 25% cuando se habla del número de consejeras delegadas.
A pesar de la pausa en la que se encuentra este liderazgo en nuestro país, su crecimiento ha sido positivo en comparación con los dos años anteriores. Lo confirman los datos arrojados por la consultora (Grant Thornton) en el último Forbes Summit Women 2021, celebrado en marzo del actual año, y en el que se sitúa a Madrid como la comunidad autónoma de mayor peso femenino en puestos directivos, con el 39%. Por detrás están Catalunya (34%), Galicia (33%), Andalucía (29%), Comunidad Valenciana (26%) y País Vasco (23%). En este encuentro, Aurora Sanz (socia de Laboral de Grant Thornton) e Isabel Perea (socia de auditoría de la consultora) hicieron hincapié en el error que supone dejar escapar talento femenino porque perjudica la cuenta de resultados.
Un liderazgo escrito con W (woman) que se postula como la nueva locomotora que empuje del sector económico en su contexto internacional. Esta previsión responde a una asertividad más efectiva y visible cuando el liderazgo está en manos femeninas. Psicólogos y coachs coinciden en que cualidades como la empatía, la capacidad de adaptación y/o la flexibilidad están más acentuadas en las mujeres, así como la visión creativa e innovadoras puesta al servicio de proyectos.
La comunicación interpersonal es una de las herramientas de trabajo que un líder tiene que saber ofrecer a su entorno laboral. Y el liderazgo femenino ofrece una combinación de todas estas cualidades, que a su vez dan más dinamismo y agilidad a los equipos de trabajo en los que hay una mujer al frente de los proyectos.
La presencia femenina en cargos de mayor responsabilidad propicia modelos de trabajo asentados en la cooperación, fusión de pensamientos racionales e intuitivos, capacidad de escucha, estructuras de trabajo menos jerárquicas, mejoras en la calidad del clima laboral y anteposición de las necesidades personales, valiéndose de un buen empleo de los recursos humanos.
Respondiendo a la pregunta que da nombre a esta reflexión, ocurre que, ante una gestión liderada por el poder femenino, los resultados de las acciones se suceden de forma más consensuada y colaborativa, lo que favorece la inclusión laboral de géneros y departamentos. Su presencia influye positivamente en las motivaciones sociales traducidas en logros individuales y grupales. Y tal como informa un análisis incluido en Yo, jefa, programa de fomento de este tipo de liderazgo, realizado por la agencia de comunicación Trescom, es más necesario que nunca contar con mujeres en puestos de poder.
Una apuesta por la mujer que va en alza y que en las encuestas realizadas por este programa señala que el 51% de las mujeres encuestadas con cargos de responsabilidad en las empresas no ve consecuencias negativas en el acceso de mujeres a estos cargos tras la crisis del coronavirus; por el contrario, un 39% afirma que sí habrá un impacto negativo.
¿Ser jefa es ser líder?
“Liderar es un acto de responsabilidad“, dice Esther Bauset, creadora del Método Bauset, que consiste en llegar a ser una persona que lleva las riendas de su vida, o lo que es lo mismo, ser la director general de ti misma. Bauset, publicista y coach, entiende el liderazgo como una responsabilidad al generar influencia en la vida de los demás. Por ello, antes de liderar a los demás hay que saber liderarse a uno mismo.
Bauset añade que “liderar es servir, un verbo que muchas mujeres tienen incrustado en el ADN, porque lo hemos visto desde la niñez en nuestras propias madres y abuelas. Como acto de responsabilidad, tiene que ser sostenible”. Considera que cuando las mujeres lideran suelen caer en el ‘error’ de confundir la búsqueda de la excelencia con la autoexigencia. “Buscar ser perfecta en nuestros distintos roles nos lleva a olvidarnos de nosotras mismas y es cuando dejamos de ser verdaderas líderes”, continúa. “Yo misma soy un ejemplo de ello: fui directora de comunicación de una gran empresa, responsable de implementar un nuevo modelo de liderazgo donde los jefes pasaran a ser líderes. Me entregué en cuerpo y alma. Me apasionaba mi trabajo, pero mi nivel de autoexigencia provocó que perdiera el equilibrio. Esto hizo que tomara la decisión de abandonar la alta dirección y me formara como coach, creando mi propio método para acompañar a otras personas a que se conviertan en líderes sostenibles”.
Desde su experiencia, Esther Bauset anima a las mujeres a que asuman puestos de responsabilidad o dirijan sus propias empresas, pero sin olvidar que el proyecto más importante que lideran es su propia vida. Dejar de ser sus peores jefas para ser sus mejores líderes.
“El tipo de liderazgo de servicio en el que creo no entiende de sexos, sí de una forma de liderar basada en el ejemplo”
Una invitación que carece de género, ya que para ella “el tipo de liderazgo de servicio en el que creo no entiende de sexos, sí de una forma de liderar basada en el ejemplo. Un gran líder no es el que tiene muchos seguidores, sino el que inspira a nuevos líderes. Hay que saber reconocer los errores, los esfuerzos del equipo, dotar de herramientas a los colápselos y empatizar”. Dicho esto, Bauset considera que todos tenemos una gran oportunidad para que exista una mayor presencia femenina en los puestos de responsabilidad.
No hay duda de que la sociedad evoluciona, y la sociedad son personas que superan creencias y rompen los moldes ya establecidos, en aras de crear un mundo mejor y equilibrado.