Bailaron y bailaron durante días y noches, en pareja, casi hasta la extenuación, hasta quedar los últimos y ganar el premio en metálico. Un premio que, en la época de la Gran Depresión de Estados Unidos, permitía a los concursantes comer algunos días. Este es el argumento de They shoot horses, Don’t they?, escrita por Horace McCoy y llevada al cine por Sydney Pollack. En España, llevó el título Danzad, danzad, malditos. ¿Algo que ver con los días de hoy? Hasta ahora, las familias empresarias españolas, tanto ricas como autónomos, han mantenido sus negocios con ayudas como los ERTE. Pero el baile ya dura mucho. ¿Quién ganará y quién sucumbirá?
Los primeros signos de cansancio ya están apareciendo. La mayor parte de las familias son ahora menos ricas y el umbral para entrar en la lista de los 100 más ricos también ha caído. En 2019, 20 familias tenían más de 2.000 millones cada una; este año, sólo 13 familias alcanzan ese objetivo. Y en la parte baja de la tabla ocurre algo similar. El año pasado sólo había siete familias con menos de 400 millones; este año son quince.
Como resultado, la riqueza global de los 100 más ricos también ha caído. Este año, las 100 familias españolas más ricas han sumado una fortuna de 173.000 millones, un 10,7% menos que el año anterior: 193.700 millones. Esto es, sus activos y empresas valen ahora 20.700 millones menos. Si se hace la media entre los cien empresarios, salen pérdidas de algo más de medio millón por cada uno en los últimos 365 días.
Un mercado caprichoso
Las energías renovables y las farmacéuticas han ganado peso, aunque en el sector farmacia la mejora se ha concentrado sobre todo en las compañías que investigan contra la COVID-19. Así, mientras los hermanos Gallardo Ballart, accionistas mayoritarios de Almirall, han perdido casi 400 millones de riqueza; José María Fernández Sousa, impulsor de PharmaMar, ha aumentado su riqueza hasta 325 millones. Cierto. Lo que tiene Fernández Sousa como riqueza es mucho menos de la pérdida de valor de los Gallardo, y aún falta por ver si esa diferencia se consolida en el futuro. En los últimos años, la evolución de los laboratorios Almirall ha sido dispar. En 2017, la riqueza de los Gallardo cayó hasta 1.700 millones debido a las pérdidas por la compra de los laboratorios norteamericanos Poli Group y Aqua que investigaban nuevos productos dermatológicos. Los Gallardo reaccionaron, cortaron la sangría en seco y Almirall recuperó su cotización. Este año, el problema ha sido distinto. Los inversores han premiado a los laboratorios que luchan contra el coronavirus, por la posibilidad de que tengan grandes beneficios, y han dejado de lado a sectores como la dermatología. Pero Almirall tiene un negocio sólido y queda por ver si se recupera.
Ganadores por el coronavirus
Mientras tanto, José María Fernández Sousa vive sus momentos más dulces. Fernández Sousa fue nombrado presidente de Zeltia, actualmente PharmaMar, en 1985, y controla el 16,1% junto con su mujer, Montserrat Andrade. Además, tienen el apoyo de Sandra Ortega, la segunda persona individual más rica de España y la tercera familia más poderosa, por detrás de su padre Amancio Ortega y de la familia Del Pino. Sandra Ortega tiene algo más del 5% de la farmacéutica. En los últimos cinco años, PharmaMar ha pasado de valer 602 millones en bolsa en 2016 a 2.386 millones en la actualidad.
Y suma y sigue. Fernández Sousa ha anunciado que está analizando las posibilidades de su fármaco Aplidín para el tratamiento de los pacientes asintomáticos de la COVID-19. Además, ha firmado contratos con empresas de Estados Unidos y Canadá para comercializar allí lurbinectina, un tratamiento contra el cáncer de pulmón. Los dos anuncios han disparado a PharmaMar en bolsa, que se ha convertido en el valor más rentable junto con Solaria.
El sol, el nuevo gurú
Enrique Díaz-Tejeiro puso en marcha Solaria en noviembre de 2002 con un capital de 6.000 euros, que aportó junto con los cinco miembros de su familia. Primero instalaron equipos, tanto térmicos como fotovoltaicos; en 2005 abrieron una fábrica y en 2007 salieron a bolsa para financiar la ampliación de las instalaciones. Inicialmente la familia retuvo el 61,5% del capital a través de DTL Corporación, pero luego fueron diluyendo su participación hasta el 39,9% actual.
Entre 2016 y 2020, la evolución de Solaria en bolsa ha sido como una auténtica explosión de alegría y confeti. Hace cinco años, su cotización apenas alcanzaba los 84 millones; ahora, su valor en bolsa es de 2.238 millones, casi 27 veces más. Además, la demanda de títulos de Solaria y su valoración le han abierto las puertas para formar parte del índice Ibex 35. Entrar en este índice es un factor clave para ser objeto de deseo de los grandes fondos, porque replican la composición del índice en sus carteras, compran más acciones y enriquecen más a los accionistas.
La familia Díaz-Tejeiro y Solaria no son los únicos protagonistas el año. Otra empresa de renovables, Solarpack, ha dado muchas alegrías a sus promotores, la familia vasca Galíndez Zubiria, que tienen una riqueza estimada en 300 millones. Y ello porque Solarpack ha duplicado su capitalización, desde 320 millones en 2018 hasta 564 millones en la actualidad.
Solarpack es un fabricante de energía solar fotovoltaica con presencia en diez países. Según destacan en Morningstar, su división de construcción y desarrollo contribuye a buena parte de los ingresos. La compañía prevé una cierta reducción de los ingresos en España y Chile por la bajada del precio contratado a corto plazo (spot), pero en una presentación a analistas matizan que su exposición es limitada, porque la mayor parte de sus ingresos son contratos a largo plazo. Sin embargo, su ebitda estará en el rango bajo de sus previsiones.
‘Spain is different’
Es un lugar común, pero el eslogan del exministro de Turismo, Manuel Fraga Iribarne de los años sesenta, parece seguir teniendo vigor. La consultora PwC dice que el número de ultrarricos con más de 1.000 millones ha aumentado hasta 2.189 personas en el mundo y ahora tienen un 27% más. Sin embargo, en España, los ricos han reducido su fortuna. ¿Por qué?
Según PwC, los ricos de los sectores de tecnología, salud e inmobiliario tomaron el liderazgo en riqueza en 2013 y dejaron descolgados a los sectores industriales, comercio y entretenimiento, entre otros. En 2016, el sector inmobiliario se desplomó y fue superado por los industriales. Y ya en 2020, la riqueza en tecnología y salud se ha disparado muy por encima del resto.
Así, entre 2009 y 2020, la riqueza en tecnología y salud ha aumentado hasta 565.700 y 548.000 millones de dólares, respectivamente; y entretenimiento y comunicación, los más atrasados, en sólo 204.100 millones.
Pero en España, los sectores considerados tradicionales tienen todavía mucho peso. El sector de confección y moda tiene 5 familias ricas con más de 65.500 millones, prácticamente la mitad del total de la riqueza. Y la construcción e inmobiliario suman otros 12 ricos, con algo más de 20.000 millones. Por su parte, sectores más innovadores, como química y farmacia aportan 6 millonarios, pero con sólo 13.000 millones; y renovables y energía otros 3 ricos, respectivamente.
Y es que, en España, la posición por sectores ha variado relativamente poco, aunque salud, farmacia y renovables están tomando fuerza. Pero el puntal de la riqueza, y quien marca realmente la diferencia en España, sigue siendo Amancio Ortega con Inditex y marcas de moda internacionalmente tan icónicas como Zara. Pero Ortega ha perdido algo de brillo en la escena internacional. En 2019, el ranking Billionaires List de Forbes le situaba en la sexta posición entre los más ricos del mundo, pero en octubre de 2020 ha caído hasta la decimosexta posición.