Apenas un minuto necesitó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para comunicar el estado de alarma y el confinamiento de todos los españoles. Menos de 60 segundos transcurrieron para que los inversores pusieran en cuarentena a todo el sector turístico español y muy poco más para que su efecto se extendiera a todos los sectores relacionados. Entre otros, el transporte aéreo, pero también transporte por carretera, mar, la restauración… Y, con ellos, los servicios asociados a las aerolíneas, agencias de viajes, suministros de alimentos y bebidas a hostelería y otros.
Poco tiempo necesitaron también los consejeros y directivos de la aerolínea IAG, la matriz de British Airways, Iberia y Vueling, para valorar la crisis que se cernía sobre el sector aeronáutico y exigir la renegociación a la baja del contrato de compra de Air Europa, la compañía aérea del grupo Globalia, controlado por la familia Hidalgo.
¿Resultado? Los Hidalgo tenían un precontrato para vender Air Europa por 1.000 millones de euros, que con la COVID-19 podría quedarse en cero euros, si IAG rechaza la compra, o en 40 millones de consolación como indemnización por ruptura de contrato. Finalmente, tras un tira y afloja entre las dos compañías y el propio Gobierno, parece que los Hidalgo podrán llevar adelante la operación, pero será al final de año, o ya al próximo, y tras asumir una rebaja de la valoración que se estima ahora en el 50% o, lo que es lo mismo, 500 millones menos.
Negociación
Globalia tiene un as en la manga y es la amenaza de vender Air Europa con sus hubs a un competidor de IAG. Para este grupo anglo-español, hacerse con el control Air Europa y parar los pies a competidores como Air France es importante, lo que explica el alto precio que estaba dispuesta a pagar inicialmente. Pero ahora, el mercado aéreo se ha desplomado por el coronavirus y, conforme pasan las semanas, la situación financiera de la familia Hidalgo y de Air Europa se debilita. De hecho, IAG acaba de hacer una ampliación de capital de 2.741 millones con éxito, lo que permite reforzar su balance. Los Hidalgo, en cambio, están pendientes de que el Estado inyecte 400 millones para evitar la quiebra.
Mientras llega el momento, Air Europa mantiene su actividad en mínimos y con la mayor parte de la plantilla en ERTE (regulación temporal de empleo) y jornadas mínimas.
En realidad, la COVID-19 ha golpeado a los Hidalgo en todos sus frentes y esto ha perjudicado también a sus agencias de viaje. Javier Hidalgo, hijo de Juan José Hidalgo y actualmente primer ejecutivo del grupo Globalia, había suscrito un acuerdo con Simón y Pedro Barceló, copresidentes del Grupo Barceló, para integrar las divisiones de viajes de los dos grupos.
El acuerdo, que obtuvo el beneplácito de la CNMC (Comisión Nacional de Mercados y Competencia), afectaba a Halcón Viajes, Viajes Ecuador y Travelplan, entre otras marcas de Globalia. Por su parte, Avoris, la filial del grupo Barceló, aportaba Con B de Travel Brand, Iberojet y Catai, entre otras.
Además, Globalia tiene en venta Groundforce, su división de handling para aviones, pero todavía no se ha avistado un comprador. La historia de la familia Hidalgo ilustra a la perfección el origen del sector en España y las posibles consecuencias de la COVID-19. José Hidalgo, el patriarca de la familia, inició su trayectoria en la década de los sesenta con apenas 19 años. Emigrante de Salamanca a Suiza, donde trabajó como taxista, ideó un sistema de transporte entre España y Suiza, dirigido a los emigrantes y más barato que el transporte oficial. De ahí, poco a poco, montó uno de los grandes conglomerados turísticos españoles.
Matutes, en horas bajas
Para la familia Matutes, 2020 era un año perfecto. Dueños de Palladium Hotel Group, este año celebraron el quincuagésimo aniversario del grupo y nombraron presidente a Abel Matutes Prats, hijo del fundador, lo que asegura la continuidad familiar de la gestión. Pero la COVID-19 les ha aguado la fiesta. Los Matutes sufren la crisis por dos vías: la caída de la valoración del grupo Globalia, en el que Abel Matutes tiene un 5,14%, y la crisis del sector turístico, que ha hundido los ingresos de sus hoteles.
Junto al resto del sector, Abel Matutes ha pedido ayudas para sostener al sector y facilitar su renovación. Así, en un debate del Club Siglo XXI, pidió un plan para fomentar la inversión privada y acondicionar los hoteles antiguos. De esta forma, se traspasarían puestos de trabajo del turismo a la construcción, lo que sería un colchón para el desempleo en autonomías como Baleares o Canarias, y al mismo tiempo los destinos turísticos más obsoletos podrían reposicionarse.
Buen posicionamiento y hoteles de calidad, ésta es la fórmula que aplicaron los hermanos Carmen y Lluis Riu al comprar y acondicionar el hotel Plaza España en Madrid. Los Riu, con una valoración de sus negocios de 650 millones cada uno en 2019 (puesto 42), lo tenían todo para triunfar y seguir aumentando su riqueza: Una cadena hotelera con una marca reconocida en las islas y Latinoamérica, una alianza fuerte con el operador turístico alemán TUI y una estrategia para posicionarse con buenos hoteles en el turismo de ciudad. Así, tras dos años de reformas y una inversión de casi 400 millones, los Riu inauguraron el hotel Plaza España en septiembre de 2019. Pero la COVID-19 ha torpedeado los planes delsector y ahora toca esperar.
¿Cuestión de 153.000 millones?
En los últimos años, el turismo ha aportado muchos ricos al país, entre otras razones por la calidad de sus activos, la gestión financiera y la alta valoración del sector entre los inversores. Pero en 2020 todo se ha torcido. Miguel Fluxà, presidente ejecutivo de Iberostar, ha bajado de la cuarta posición al décimo puesto, al tiempo que su riqueza ha caído de 3.000 millones en 2019 a 1.500 millones este año. Y como él, los Barceló, los Matute, los Riu… De hecho, el turismo que en 2018 fue uno de los más valorados y con más millonarios, este año sólo aporta dos multirricos, Fluxà y Gabriel Escarrer, a la Lista los 100 españoles más ricos de Forbes con 1.925 millones entre ambos.
Y de aquí a final de año puede ser aún peor, porque las previsiones se rompen de mes en mes. En mayo pasado, Moody’s redujo la calificación crediticia a NH Hoteles y sus expertos preveían entonces una caída del 55% de los ingresos del sector hoteles y de otro 20% en 2021. Hoy, incluso eso parece optimista. Porque, mediado el año, prácticamente la mitad de los empresarios no preveía recuperar la actividad hasta al menos 2022, y eso contando con una cierta reactivación a partir de julio. E incluso en ese escenario, que finalmente resultó optimista, más de 60.000 empresas corrían riesgo de extinción.
Y no son los únicos que lo pasan mal. Las empresas de autobuses viven en buena parte del turismo y el transporte escolar. Sólo en el primer semestre, la patronal estima pérdidas de 1.500 millones sobre una facturación anual de 6.000 millones sin crisis. Entre otros, esto afecta a la familia Cosmen, accionistas de National Express (Alsa).
La crisis del turismo y restauración tiene también efectos indirectos en la provisión de alimentos y bebidas los productores vitivinícolas prevén una caída de entre el 20% y 35% en este año, aunque confían en que se recupere en el próximo. Entre los bodegueros más ricos del país se encuentran Víctor de Urrutia (CVNE) y José García Carrión (Don Simón).