Cuando la reina Isabel II falleció, el Rey Carlos III no solo heredó su trono, sino que también su enorme fortuna. Una fortuna que está estimada en 46.000 millones de dólares en fideicomiso, inversiones variadas, palacios opulentos, joyas y obras de arte incalculables. Pero ese patrimonio privado que ostenta el monarca británico ha ido creciendo con el paso del tiempo gracias a una ley medieval y, quizás, un poco turbia.
Según ha podido conocer el medio inglés ‘The Guardian’, el Rey Carlos III está heredando las tierras, inmuebles y posesiones de las personas del Ducado de Lancashire que fallecen sin poder dejar en herencia sus fortunas por diferentes razones. Esto es gracias a una norma feudal llamada bona vacantia, que fue renovada en 1925 por el Parlamento británico y reajustado en 2019 por petición de la reina Isabel II.
Bona vacantia, que en español significa bienes vacantes, es una ley que se rige en Inglaterra y en Gales, por el cual los bienes de las personas que mueren sin descendencia directa o cercana o sin testamento pasan a ser propiedad del Tesoro. Estos bienes se utilizan después para financiar obras públicas. No obstante, existen dos ducados en los que la bona vacantia beneficia directamente a la Corona británica: Lancashire y Cornualles.
El ducado de Lancashire es el que más beneficio está generando al Rey Carlos III, ya que en los últimos años, el número de fallecidos sin herencia o testamento ha sido elevado. A principios de este año, el rey inglés recibió 26 millones de libras esterlinas de este ducado. Desde 2022, el bona vacantia de Cornualles pasó a ser gestionada por el Príncipe Guillermo, el heredero al trono. Este condado fue gestionado anteriormente por el actual monarca.
‘The Guardian’ señala también en su reportaje que identificó a decenas de personas de ciudades como Preston, Manchester, Burnley, Blackburn o Liverpool cuyo dinero fue transferido al patrimonio de la Corona. El medio señala también que ciertas personas cercanas a los fallecidos de estas ciudades han expresado su malestar por esta táctica «repugnante», «chocante» y «nada ético».
A ojos de la opinión pública, el bona vacantia que beneficia a la Corona británica no es algo aceptable. Es por eso que los dos ducados informan a menudo que las transferencias de estas herencias van destinadas a tres organizaciones benéficas. No obstante, según ha podido averiguar ‘The Guardian’, esas ONGs solo reciben un 15% de los 61 millones de libras recibidas por el bona vacantia durante la última década. Es decir, el Rey Carlos III y el resto de la familia real habrían utilizado esta norma feudal en secreto para beneficiarse económicamente.
¿A dónde va a parar esos beneficios heredados?
‘The Guardian’ pudo saber de primera mano que una enorme parte de los fondos bona vacantia se emplean desde hace muchos años en reformar las propiedades que el ducado alquila con fines lucrativos. Esta estrategia mejoró en 2020, cuando se aprobó una nueva ley llamada SA9, con el que se orientó a los poseedores de los ducados a cómo gestionar estos fondos y a dejar de utilizar el término bona vacantia, en sustitución de «special expenses» (gastos especiales).
Esta nueva ley permite que esos fondos puedan emplearse «para el bien del interés patrimonial, común y conservando y reparando el patrimonio real». No obstante, esta norma permite también a la Corona británica poder usar tierras que estaban destinadas anteriormente a, por ejemplo, desarrollo científico. Aunque esta interpretación no se recoge en la ley, por lo que queda en la mera interpretación de los ejecutantes.
Bien es cierto que todas estas normas legales son también una herencia que ha recibido Carlos III, ya que todo fue firmado por su madre, la reina Isabel II. El actual monarca británico ratificó las decisiones de su madre, aunque dejó claro que «el dinero recaudado por el bona vacantia nunca puede beneficiar al patrimonio personal del rey, sino que debía utilizarse principalmente para apoyar las comunidades locales, proteger la sostenibilidad y la biodiversidad de la tierra y preservar los bienes del patrimonio histórico y público en todo el ducado de Lancaster y Cornuelles».
Por otro lado, ninguno de los dos ducados paga impuestos de sociedades o de plusvalía. El Rey Carlos III además tampoco vio reducida su fortuna real cuando heredó el trono, ya que a finales del siglo pasado, el Parlamento aprobó una ley en la que los herederos quedaban exentos de declarar parte de sus bienes heredados.