Desde que Elon Musk compró Twitter el año pasado, sus decisiones con respecto a la plataforma social y sus conversaciones en ella han estado plagadas de controversia y ferozmente rechazadas. Pero todo eso ha estado en calma comparado con lo que ha sucedido en la plataforma durante la última semana.
En la red social rebautizada como X, Musk tuiteó que una publicación antisemita era “la verdad real” y ofreció una respuesta criticando a la Liga Antidifamación. En respuesta a esos últimos tuits y a un informe de Media Matters for America que encontró que los anuncios de las empresas aparecían junto a publicaciones que negaban el Holocausto y alababan a Hitler, varias grandes empresas, incluidas Apple, Disney e IBM, retiraron todos los anuncios de la plataforma.
A raíz del comportamiento de Musk, varios ejecutivos de publicidad se han puesto en contacto con la directora ejecutiva de X, Linda Yaccarino –que fue contratada para devolver credibilidad a la plataforma—, y han pedido que renuncie. Y la Casa Blanca condenó la “aborrecible promoción del odio antisemita y racista” por parte de Musk.
Pero, como siempre ha sido el caso desde que Musk se hizo cargo de la plataforma, nadie se ha disculpado, ni ha admitido que se haberse equivocado ni ha hecho nada para mejorar la situación. Yaccarino se ha mantenido firme en su decisión de permanecer en X y ha tuiteado «cuando eres tan importante, habrá detractores y distracciones inventadas, pero somos inquebrantables en nuestra misión».
X ha demandado a Media Matters en un tribunal federal de Texas, acusando a la organización de izquierda de difamación. Según la demanda, el grupo siguió cuentas de extremistas para hacer que los anuncios aparecieran cerca de publicaciones ofensivas, dando una “falsa impresión” sobre cómo se muestran los anuncios para un usuario típico, con un escenario que es “fabricado, inorgánico y extraordinariamente raro”.
Mientras tanto, casi 30 demócratas de la Cámara de Representantes han enviado una carta acusando a X de beneficiarse de la propaganda de Hamás desde que comenzó la guerra entre Israel y el grupo islámico radical el mes pasado.
Lo más parecido a una disculpa fue ha sido que Musk ha prometido donar los ingresos de “publicidad y suscripciones asociadas con la guerra en Gaza” a hospitales en Israel y grupos de ayuda en Gaza. El anuncio no tiene detalles reales, aunque Musk ha asegurado que la compañía rastreará el dinero que dona para asegurarse de que ninguno termine en manos de Hamás.
Desde la adquisición de Twitter por parte de Musk, el servicio ha perdido gran parte del peso que alguna vez tuvo en la esfera de la información, lo que se extiende a su importancia como plataforma de marketing.
Musk compró la empresa por 44.000 millones de dólares en octubre de 2022. Un año después, se valoró internamente en 19.000 millones de dólares. Reuters desveló que los ingresos por publicidad en la plataforma disminuyeron cada mes desde que Musk compró la compañía, cayendo hasta un 78% en comparaciones año tras año. Y el número de usuarios activos ha ido cayendo, hasta un 15% año tras año en septiembre.
Incluso sin el contenido y la ubicación de la publicidad objetables, las cifras hacen de X una inversión menos atractiva para el dinero destinado a publicidad. Pero la fuerte personalidad que Musk aporta a la plataforma, así como la audiencia que continúa usándola, está disminuyendo aún más su valor para las marcas.
*Artículo escrito por Megan Poinski.