Cuando se trata de investigación científica, a menudo lo grande puede ser mejor. Gran parte de lo que hoy sabemos sobre el mundo se debe a enormes proyectos multimillonarios en los que han trabajado miles de científicos. Pensemos en el ‘Proyecto Genoma Humano’, el ‘Gran Colisionador de Hadrones’ o el ‘Programa Apolo’: Se trataba de proyectos a gran escala, centrados en objetivos singulares, que produjeron toneladas de progreso científico en el camino hacia su consecución.
Por supuesto, no todos los problemas científicos deben resolverse a esta escala. Pero si observamos el panorama, no vemos que se aborden muchos de estos problemas. Las organizaciones comerciales suelen orientarse hacia la aplicación de los descubrimientos científicos con el objetivo final de realizar proyectos para el mercado. Los laboratorios universitarios son muy buenos haciendo descubrimientos básicos, pero sus equipos suelen ser demasiado pequeños para realizar proyectos de mayor envergadura orientados al público en general.
Sin embargo, desde el punto de vista conceptual, cabe imaginar ‘miniversiones’ del ‘Proyecto Genoma Humano’ orientadas a proyectos más pequeños, pero que siguen mereciendo la pena y para cuya consecución podrían seguir siendo necesarias docenas de personas. Y es precisamente este tipo de organizaciones son las que el ex Consejero Delegado de Google, Eric Schmidt, intenta crear con su organización sin ánimo de lucro Convergent Research. Su objetivo, según explicó a Forbes en un correo electrónico, es «desbloquear los principales cuellos de botella que frenan el progreso de todo un campo de investigación».
El miércoles, Schmidt y el fundador y CEO de Citadel, Ken Griffin, anunciaron que comprometían 50 millones de dólares para Convergent Research, que Schmidt escindió de su organización sin fines de lucro Schmidt Futures en otoño de 2021.
«Deberíamos estar utilizando todas las herramientas a nuestra disposición para avanzar en los descubrimientos de vanguardia«, dijo Griffin a FORBES en un correo electrónico. «Y los nuevos modelos de investigación pueden reunir a los equipos y recursos adecuados para impulsar el progreso en la ciencia y la medicina que tendrá un impacto en la vida a escala».
Los pequeños grupos de investigación sin ánimo de lucro, a los que Convergent denomina «organizaciones de investigación focalizadas» (FRO), pretenden «apoyar un ecosistema de proyectos de pequeña y mediana escala que se encuentran entre las grietas de lo que hacen las startups, el mundo académico y otras organizaciones», escribieron Adam Marblestone, actual CEO de Convergent, y varios de sus colegas en un comentario publicado en Nature en enero de 2022.
«Las FRO se ocupan de problemas que pueden requerir un mayor nivel de ciencia de equipo o ingeniería de sistemas del que es posible en un entorno académico», explica Schmidt. «O podrían tener como objetivo producir bienes públicos de los que el capital riesgo no podría sacar provecho».
Ahora mismo Convergent tiene dos FRO en marcha: E11 Bio, dedicada a la cartografía de circuitos cerebrales para la neurociencia, y Cultivarium, cuyo objetivo es desarrollar métodos de trabajo con una amplia variedad de microorganismos para aplicaciones de biología sintética y que planea abrir a la comunidad científica.
Pero esto es sólo el principio. «Convergent Research ha recibido de la comunidad científica más de 300 ideas en fase inicial para FRO», añade Schmidt.
Schmidt también ha declarado a FORBES que ha estado muy involucrado en las propias FRO, entrevistando a los posibles equipos fundadores y determinando los retos técnicos, los objetivos y los hitos. Todas las FRO fundadas por Convergent tienen un hito al cabo de dos años para garantizar que su investigación progresa, añade Schmidt.
Con la nueva inyección de dinero, Convergent pondrá en marcha dos nuevas FRO. La primera, EvE Bio, se propone crear un conjunto de datos de acceso público sobre todas las interacciones conocidas entre fármacos de moléculas pequeñas y dianas farmacológicas. La organización creará sus propios datos, dice Schmidt, que «combinarán la robótica con la bioquímica más avanzada» para generar información sobre cómo miles de fármacos diferentes aprobados por la FDA interactúan con diferentes dianas de alto impacto en células humanas. Este tipo de datos podría utilizarse para la reutilización de fármacos o para desarrollar medicamentos eficaces con menos efectos secundarios.
La segunda nueva FRO es el Parallel2 Technology Institute (PTI), cuyo objetivo es desarrollar un conjunto de herramientas que puedan mejorar la tecnología actual utilizada para permitir el análisis de proteínas. Su objetivo es reducir los costes y la eficiencia para crear grandes conjuntos de datos de proteínas implicadas en enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson.
«Este enfoque fue prototipado en la Universidad Northeastern, en el laboratorio de Nikolai Slavov», afirma Schmidt, quien añade que Slavov y sus colegas participarán en la fundación de PTI. En el trabajo inicial, los investigadores descubrieron la posibilidad de cartografiar proteínas a nivel de células individuales. Ampliar ese enfoque podría abrir nuevas posibilidades para tratar algunas de las enfermedades crónicas más difíciles.
«Todos aspiramos a vivir más y mejor», añade Griffin. «Y tengo la esperanza de que acelerar el progreso científico de estas organizaciones conduzca a tratamientos más escalables y viables para las enfermedades crónicas».