«Es algo duro, muy duro», dijo Giorgio Armani cuando se le preguntó por la tarea de su sucesión. No es difícil suponer que Amancio Ortega (Busdongo, León, 1936) se enfrenta a una tesitura parecida. Aunque el empresario tiende a un riguroso mutismo estratégico, ya parece estar dando algunos pasos hacia su retirada, como el creciente protagonismo otorgado a Marta Ortega, su delfina en Inditex.
No se trata, claro, de una herencia convencional, sino de un complejo legado societario que tendría más que ver con Succession de HBO, sin su maquiavelismo hilarante, pero con sus intrincadas tramas. Amancio Ortega posee en la actualidad el 59% de las acciones de Inditex, con un hipotético valor de mercado de más de 58.000 millones si nos atenemos a su cotización. Parte del éxito se debe a Pablo Isla, que aterrizo en la multinacional textil en 2005 para ahondar en su profesionalización, y que hace diez años asumió la presidencia ejecutiva del grupo de manos de Amancio Ortega. Todas las apuestas se orientan hacia que Isla seguirá estando presente en los mandos de la compañía.
Tres son los hijos de Amancio Ortega: Sandra y Marcos, fruto de su primer matrimonio con Rosalía Mera, de quien se separó en 1986, y Marta, cuya madre es Flora Pérez, su segunda esposa, con quien se casó en 2002. Sandra y Marcos ya heredaron un 5% de Inditex de su madre, ya fallecida, aunque ese paquete está en manos de Sandra, tutora de Marcos, que nació con parálisis cerebral. Gracias a ello, la fortuna de Sandra Ortega ascendería a unos 6.300 millones de euros (lo que la coloca en el segundo puesto de la lista FORBES de Los 100 españoles más ricos, por detrás de su padre), si sumamos las inversiones que gestiona a través del holding Rosp Corunna o las participaciones en sociedades como Pharma Mar (5%) y Room Mate (30%). Ella y su padre son, por tanto, las dos personas más ricas de España.
Las personalidades de Sandra y Marta no pueden ser más antagónicas. Sobre su vínculo pesa el mismo hermetismo que su padre ha mantenido en la esfera privada. Sandra, la hija mayor de Amancio, se ha volcado en los negocios inmobiliarios, mientras que Marta se ha formado en Inditex desde la base, como empleada rasa en tienda en un Bershka de Londres, donde estudió Empresariales. Vicepresidenta de las sociedades Gartler y Partler, aunque sin funciones ejecutivas, parece predestinada a heredar Inditex, en la que no tiene a día de hoy una participación significativa, y de la que Sandra ha estado al margen más allá de la titularidad de acciones. Tan discreta como Alice Walton, la heredera de Walmart ajena al lujo y la ostentación, el protagonismo social de Sandra Ortega es mucho menor que el de su hermana, amazona experta y socialité.
Es imposible adivinar la fórmula que tendrá la herencia de Amancio Ortega, pero no lo es tanto pensar que cuando el creador de Zara deje su sitio, podria haber dos mujeres (sus dos hijas) encabezando la lista de los más ricos de España. Algo inédito en la historia de esta opulenta clasificación. Teniendo en cuenta las particularidades del derecho de herencias que rige en Galicia, los tres hijos tendrían derecho a recibir al menos la legítima, que en el caso gallego es del 25%. El otro 75% podría ser repartido por su padre a voluntad, incluso asignando activos como los inmobiliarios cuyo valor cubriera la legítima de uno o varios herederos y dejando las acciones a otro u otros. Un enigma sobre el que las fuentes de Inditex y Pontegadea guardan un silencio inescrutable.
Cabe suponer que la voluntad de Amancio será que la propiedad de Inditex no se disperse mediante el fraccionamiento de sus acciones. Una potencial fórmula, la más plausible, sería que Inditex, que ha remontado el golpe pandémico en el que sus acciones se hundieron un 35%, quedara bajo el mando de Marta, mientras que Pontegadea, que acaba de adquirir el 5% de Red Eléctrica y un edificio de oficinas en la céntrica plaza londinense de St. James, lo hiciera bajo el de Sandra. Marta sería la mayor accionista de Inditex, con el 59% de la compañía, es decir, el paquete de acciones de su progenitor que este controla a través de dos sociedades, Gartler y Partler, cuyas vicepresidentas son su mujer, Flora Pérez –que también tiene acciones propias en la compañía–, y su hija Marta.
Pontegadea Inversiones, propiedad de Amancio Ortega, es el holding propietario de algo más del 50% de las acciones de Inditex con una rama inmobiliaria y de inversiones dedicada a invertir el dinero que entra de Inditex, que cerró el ejercicio de 2019 con una cartera valorada en más de 15.000 millones de euros. La gestión del patrimonio inmobiliario del grupo en Pontegadea quedaría presumiblemente en manos de Sandra Ortega. Además, tanto Marta como Sandra poseerían acciones en la empresa que quedaría en manos de la otra, lo que les reportaría jugosos dividendos.
Atrás quedan los tiempos míticos en que un adolescente al que llamaban ‘Cholo’ en Valoria, el pueblo de su madre, empezó como repartidor en la camisería Gala de A Coruña para luego montar GOA, la primera empresa con el sello Ortega. Tiempos de confección de cucos para bebés y batas de boatiné, y de la tienda Sprint en la calle Torreiro, germen de Inditex, bajo la premisa de la moda rápida y de que en una tienda hace falta dos dependientes y un tercero, el mejor: el escaparate. Todo ello es la semilla remota de un imperio que incluye un jet Bombardier y un yate, el ‘Valoria’, amarrado en Sanxenxo. Un imperio que hay que repartir sin disgregarlo.
La solución a este puzle societario colosal reposa bajo llave en alguna notaría coruñesa.