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El juego de la ruleta financiera en Wall Street y las claves ocultas en los flujos de capital

Cuando los inversores creen que no hay peligro suelen reaccionar tarde y mal. En enero de 2020, el VIX estaba en niveles similares a los actuales y tres meses después explotó con la crisis del COVID-19.

Wall Street juega como si la suerte nunca se acabara. Los índices están en máximos históricos, las grandes tecnológicas siguen impulsando el mercado y la narrativa dominante es que la inteligencia artificial (IA) y la innovación mantendrán la tendencia alcista. Sin embargo, bajo la superficie se esconde un código que pocos están descifrando. La volatilidad está en mínimos, pero el índice SKEW, que mide el precio de las coberturas contra caídas extremas, sigue en niveles elevados. La última vez que esto ocurrió de manera sostenida fue en 2018, justo antes de la corrección de diciembre.

Indicadores de riesgo que el mercado no está descontando

El VIX, el llamado “índice del miedo”, permanece bajo control en 15 puntos, pero eso no significa que el mercado esté tranquilo. Cuando los inversores creen que no hay peligro suelen reaccionar tarde y mal. En enero de 2020, el VIX estaba en niveles similares a los actuales y tres meses después explotó con la crisis del COVID-19. George Pearkes, estratega de Bespoke Investment, explica en una entrevista con Bloomberg que los mercados «son realmente malos para calcular los precios de eventos binarios». Lo mismo ocurrió en 2008 antes de la caída de Lehman Brothers.

Ahora las preocupaciones sobre la inflación, tipos de interés y política fiscal parecen no importar. El S&P 500 apenas ha reaccionado al último informe del IPC, que ha mostrado un dato de inflación del 3,1%, por encima del consenso del 2,9%. Tampoco a los comentarios del presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, quien ha dejado bastante claro que los recortes de tipos podrían retrasarse más de lo esperado.

En esta línea, los bonos del Tesoro a 10 años son otro código que el mercado parece ignorar. Su rendimiento ha subido al 4,64 %, alejándose del 4,5 % que había servido de referencia en semanas previas. Cuando los bonos se venden masivamente y los rendimientos suben significa que los inversores exigen una mayor prima de riesgo para prestar dinero al gobierno. En otras palabras, la confianza en la estabilidad económica se debilita. Mohamed El-Erian, economista jefe de Allianz, advierte que un rendimiento del 10 años por encima del 5 % podría provocar una contracción en los mercados.

El mercado parece una ruleta en la que todo el mundo sigue apostando sin mirar la mesa. La Fed inyectó billones de dólares en la economía después de la pandemia y ahora el sistema financiero se enfrenta a las consecuencias. La inflación sigue sin volver al objetivo del 2 %, el gobierno de Estados Unidos lucha con un déficit fiscal insostenible y la deuda nacional ya supera los 34 billones de dólares. Sin embargo, los inversores actúan como si nada importara.

Los aranceles anunciados por la administración Trump tampoco han generado la reacción esperada. En teoría, deberían haber presionado los costos para las empresas y alimentado la inflación, pero el mercado apenas ha pestañeado. Sigue creyendo que son un “farol” de Trump para negociar. Pero las posibles víctimas no opinan lo mismo. Ford ha advertido que los aranceles sobre el aluminio y el acero pueden causar caos en la industria del automóvil. Jim Farley, CEO de la compañía, ha señalado en CNBC que las tarifas «son una amenaza para toda la cadena de suministro». En 2018 el mercado también ignoró los efectos de la guerra comercial con China hasta que la volatilidad explotó a finales de año.

Las grandes tecnológicas pierden impulso

El sector tecnológico es otro foco de alerta. Las acciones de Nvidia, Amazon, Microsoft y el resto de los llamados “Siete Magníficos” han llevado al S&P 500 a récords, pero su liderazgo se está erosionando. Nvidia, que subió un 239 % en 2023, ya muestra signos de agotamiento. Apple registró una caída del 6 % en ingresos en China en el último trimestre, según su informe financiero. Cuando el liderazgo del mercado se concentra en unas pocas acciones y estas empiezan a desacelerarse, el resto del índice las sigue. Esto ocurrió en 2000 con la burbuja puntocom y en 2007 antes de la crisis financiera.

Otro dato que pocos están observando es el comportamiento del índice Russell 2000, que agrupa a las empresas de pequeña capitalización. Mientras el S&P 500 sube un 4% en lo que va de 2025, el Russell avanza la mitad, un 2%. En 2000, 2007 y 2020 esta divergencia fue una señal temprana de debilidad antes de caídas más amplias.

Las expectativas de inflación muestran una fractura ideológica que complica la lectura del mercado. Según la Universidad de Michigan, los votantes republicanos esperan que la inflación caiga a cero o cerca de cero, mientras que los demócratas creen que se disparará. Esta polarización hace que las proyecciones sean menos confiables y pone en aprietos a la Fed. Si la inflación vuelve a acelerarse, la Fed tendrá que reaccionar de manera más agresiva y el mercado podría entrar en pánico.

Las apuestas en derivados tampoco están alineadas con la aparente calma del mercado. El interés abierto en opciones sobre el S&P 500 sugiere que los grandes jugadores están posicionándose para una mayor volatilidad. Desde noviembre, el índice SKEW ha estado en niveles elevados, indicando que los inversores están pagando más por protección contra caídas inesperadas. En los últimos cinco años cada vez que el SKEW ha estado en estos niveles se ha producido un episodio de corrección.

Si la economía realmente estuviera en una trayectoria de crecimiento sostenible, el mercado no necesitaría tanta protección. La historia muestra que cuando los inversores ignoran las señales de advertencia es cuando los riesgos se materializan. En 2000 la burbuja tecnológica estalló justo cuando los analistas más optimistas aseguraban que el Nasdaq tenía espacio para seguir subiendo. En 2008 la crisis financiera golpeó después de que los bancos insistieran en que el sistema estaba sólido.

El código secreto del mercado está a la vista de todos, pero pocos quieren leerlo. La ruleta sigue girando y los jugadores siguen apostando, convencidos de que la suerte nunca se acaba. Sin embargo, los datos cuentan otra historia. En 2025 el mercado tiene más incertidumbre de la que reconoce.

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