Donald Trump regresará a la Casa Blanca, y con él, su plan de “America First”. Esto no solo impacta a nivel político; esta vuelta plantea dos realidades para los inversores. Por un lado, “una potencial mina de oro” para las empresas estadounidenses de menor capitalización y, por otro, un golpe para las inversiones ESG, o de sostenibilidad.
Small caps a ritmo de proteccionismo
Las pequeñas empresas estadounidenses o small caps están posicionadas para beneficiarse de las políticas de Trump. Con la reactivación de los aranceles, el proteccionismo y una propuesta de reducción en los impuestos corporativos, las compañías de menor capitalización ven en el mercado interno una oportunidad única. ¿El primer indicio? Al día siguiente de las elecciones, el índice Russell 2000, que agrupa a las 2.000 empresas más pequeñas de Estados Unidos subió un 5,8%, registrando su mayor ganancia en casi dos años. ¿Podría ser este solo el principio?
La política de “America First” es clara en su objetivo: proteger la producción nacional y reducir la dependencia de importaciones, especialmente de China. Según los analistas de Credit Mutuel, la diferencia entre las valoraciones de las grandes y pequeñas capitalizaciones ha alcanzado niveles históricos. “La diferencia de valoración entre las grandes y pequeñas capitalizaciones es la más alta en décadas. Las pequeñas empresas estadounidenses cotizan a un descuento histórico respecto a sus homólogas de gran tamaño, una situación que probablemente comenzará a cambiar en este nuevo entorno proteccionista”, destacan en su último análisis.
Además, la nueva administración planea reducir el impuesto de sociedades del 21% al 15%, algo que podría impulsar especialmente a empresas cíclicas y de márgenes más ajustados. Trump apuesta por revivir los sectores industriales y de materiales básicos, favoreciendo a compañías como United Rentals, proveedor clave de maquinaria para construcción. Sus acciones ya han reflejado esta tendencia con una subida significativa tras las elecciones, en línea con un mercado doméstico que se prepara para recibir más inversiones en manufactura e infraestructura.
La inversión ESG se la juega
«El cambio climático es un invento de China para perjudicar a Estados Unidos». Con declaraciones así, no sorprende que la sostenibilidad sea uno de los puntos de conflicto más claros de su administración. Durante su primer mandato, Trump desmanteló diversas políticas ambientales y retiró a EE.UU. del Acuerdo de París. Ahora, la continuidad de la Inflation Reduction Act (IRA) de Biden, que destina miles de millones a proyectos de energía limpia, parece estar en riesgo.
El mercado de las inversiones ESG (ambiental, social y de gobernanza) ya ha comenzado a sentir el impacto de esta victoria. Los analistas de Mirova, gestora de fondos de sostenibilidad de Natixis IM, observan que el día posterior a las elecciones, las acciones de muchas empresas de energía renovable experimentaron una caída significativa en Estados Unidos. Este retroceso se debe a las dudas sobre la continuidad del apoyo a proyectos de energía limpia. Dentro del sector, la energía eólica marina y el hidrógeno están especialmente en riesgo, ya que dependen de las subvenciones que la IRA contempla.
Pero, ¿hasta qué punto está la IRA realmente en peligro? Los analistas de Columbia Threadneedle sugieren que Trump podría limitar su alcance, apuntando a sectores como los vehículos eléctricos e hidrógeno, que probablemente serían los primeros afectados. “Trump ha incluido la oposición a esta ley en su retórica de campaña, pero otra cosa es lo que haga en la práctica”, señalan, recordando que más del 60% de los beneficios fiscales de esta ley han ido a estados republicanos. Este aspecto ha incentivado tanto el empleo como el crecimiento empresarial en varias zonas del país, incentivando la creación de empleos locales.
Sin embargo, algunas energías limpias parecen mejor posicionadas para resistir. La solar, la fuente más barata y abundante de Estados Unidos, cuenta con el respaldo de una creciente demanda corporativa, que busca abastecer sus operaciones de manera sostenible. Julius Baer, por ejemplo, afirma que “el ciclo de inversión en infraestructuras energéticas en Estados Unidos se mantiene en caliente”, con la energía solar y eólica dominando alrededor del 85% de las nuevas instalaciones de generación de energía en el país. La firma también alerta de los riesgos: exceso de capacidad, el alto coste del financiamiento y las trabas regulatorias ralentizan el desarrollo de estos proyectos, aumentando los costes.
Norbert Rücker, jefe de Economía e Investigación en Julius Baer, subraya que “las opciones de la administración Trump son limitadas”, ya que el apoyo bipartidista tanto de republicanos como demócratas a la IRA hace que su desmantelamiento total sea poco probable. Aun así, el entorno que se está formando puede hacer que los inversores en energías limpias enfrenten mayores costes y una ralentización en los proyectos más importantes.
Un vistazo final al nuevo tablero de juego
Los primeros efectos están claros, pero, como suele pasar, lo que hoy parece una oportunidad dorada o un riesgo inminente puede dar un giro. La clave estará en ver cómo se adaptan las políticas a lo largo de los próximos meses y cómo responden los sectores small caps y ESG. ¿Se mantendrá el impulso proteccionista? ¿O habrá margen para una sorpresa?
Apostar fuerte por el mercado doméstico puede ser una oportunidad para muchos, pero siempre hay una cara B. Si las políticas comerciales de Trump tensan aún más el juego con otros mercados, quizá veamos movimientos que no todos esperan. Así que, atentos, porque este enfoque “America First” puede tener consecuencias más amplias.
Por último, el golpe a la sostenibilidad es evidente, pero eso no significa un final. Las energías renovables tienen mucho a su favor, ya sea por el respaldo empresarial o por la demanda cada vez más activa. Quizá, en el fondo, este cambio sea una oportunidad para que las inversiones ESG den un giro y encuentren formas de seguir adelante en este nuevo entorno.