Cada servicio o producto innovador, desde la tarjeta de crédito hasta el cajero automático, pasando por la banca móvil, ha encontrado algún tipo de resistencia inicial en la industria. Hay una razón por la que estos ejemplos ahora nos parecen ridículos: el sector las adoptó y las convirtió en parte del sistema. Los que decidieron no participar se quedaron fuera.
Lo que hoy convierte a un producto en innovador son la velocidad y la escala. Gracias a la interconexión de nuestras sociedades, nuestras economías y nuestros sistemas financieros, los avances se extienden más rápido y alimentan la demanda innegociable de comodidad, seguridad y accesibilidad de las personas. Este ciclo se ha acelerado y ha creado un interesante tablero de juego tanto para las nuevas empresas financieras como para las instituciones establecidas. Para ‘ganar’ en esta realidad, las compañías tienen que ser capaces de hacerlo todo y de la forma más sencilla. Y eso no es posible. No solo.
Aunque las fintech están innovando y creando nuevas soluciones para desbloquear el mundo de las finanzas a más personas, a veces carecen del reconocimiento de marca y la sensación de seguridad que ofrecen los
bancos e instituciones. Mientras que la industria financiera tradicional goza de esta confianza institucional, a menudo carecen de las estructuras internas necesarias para innovar y cambiar al ritmo que esperan sus clientes. Es cuando estos dos tipos de compañías se alían y colaboran de forma eficaz, cuando se produce un cambio y un beneficio reales.
Utilizaré el ejemplo que mejor conozco: Bitpanda. Nos introdujimos en el mercado B2B el año pasado cuando lanzamos nuestra solución de marca blanca. Esta solución permite a las empresas de tecnología financiera, los bancos tradicionales y las plataformas en línea dar a sus usuarios acceso a una infraestructura de comercio que cumple con las normas y es segura, pero mantiene el aspecto y la sensación de su marca. Esto otorga a cualquier institución la capacidad de acelerar su transformación digital y ofrecer a sus clientes acceso a activos digitales como criptomonedas, acciones fraccionadas, ETFs y metales preciosos, así como un servicio de custodia y cartera.
Lanzamos White Label porque creemos –de hecho, Bitpanda fue fundada en la creencia– de que el mundo de las finanzas puede optimizarse. Sabemos que la gente quiere poder invertir, sabemos que no todo el mundo puede permitirse acciones completas de algunas de las grandes compañías, que no todos pueden invertir cuando los mercados están abiertos porque están trabajando. Sabemos que la gente quiere tomar el control de sus finanzas y seguimos absolutamente comprometidos con esta misión. Creemos que la mejor forma de conseguirlo es trabajar y colaborar con partners, ya sean otras fintech o bancos tradicionales. Es otra forma en la que podemos ayudar a que más personas tengan acceso a una inversión sin barreras.
Cultivar este tipo de relaciones ha sido posible gracias al cumplimiento riguroso de las normativas y a su larga trayectoria como player de confianza. Los reguladores se esfuerzan por crear nuevos marcos y directrices para un uso seguro, pero las alianzas que se creen en la industria deben basarse en la confianza y los valores mutuos. Uno de estos valores debe ser el compromiso de hacer las cosas bien.
El sistema financiero tiene que cambiar. Con la tecnología disponible hoy en día, se podría ofrecer a la gente mucho más. Más rapidez, más fiabilidad, menos exclusividad, menos restricciones y una mejor adaptación a las necesidades de la gente. Trabajando juntos, las fintech y la industria financiera tradicional tienen la oportunidad de hacerlo realidad.
*Lukas Enzersdorfer-Konrad es Deputy CEO y CPOO de Bitpanda.