Los inversores institucionales otorgan un papel cada vez más protagonista a la sostenibilidad en sus decisiones de inversión y así se refleja en el espectacular aumento en los últimos años de la actividad de financiación e inversión que integra criterios ESG (medioambientales, sociales y gobierno corporativo, por las siglas en inglés).

La financiación sostenible a través de bonos y préstamos más que duplicó en 2021 el volumen alcanzado el año anterior al superar la cifra global de 1,6 billones de dólares, según datos de BloombergNEF. Por su parte, los fondos de inversión de gestión activa y pasiva con un matiz sostenible aumentaron un 50% hasta los 2,7 billones de dólares, según informó Bloomberg en base a datos de Morningstar. Estos aumentos dan buena cuenta de la dirección que está tomando la industria financiera en su conjunto, con la sostenibilidad consolidándose como uno de los paradigmas clave de su actividad.

Estos dos últimos años han sido especialmente positivos para los bonos sociales, que se han desarrollado a la zaga de los medioambientales e impulsados por la pandemia, que ha hecho que los inversores prestaran mayor atención a la respuesta social, lo que facilitó e impulsó el desarrollo de estos productos.

Todas estas cifras muestran el potencial de crecimiento que tiene esta tendencia, que está siendo respaldada por todos los sectores y geografías, aunque, eso sí, con características propias en cada mercado. De esta forma, mientras que los sectores que más han impulsado los préstamos sostenibles en Europa durante 2021 han sido los bienes de consumo, el sector industrial y el eléctrico, quienes ha tomado la delantera en Estados Unidos han sido el sector financiero, el tecnológico y el eléctrico. Lo que sí que se comparte en ambas orillas del Atlántico es el enorme crecimiento registrado entre 2020 y 2021.

La lectura hasta ahora es muy positiva, pero una de las señales que apuntan a un futuro todavía más alentador reside en que los bonos con algún tipo de componente ESG acaban de superar el 10% de las emisiones totales, hecho del que se desprende el enorme potencial que tienen este tipo de operaciones para seguir creciendo, con el consiguiente impacto en el ámbito ESG en el que se centra cada una de las emisiones.

De hecho, el potencial de la financiación sostenible se aprecia también en su expansión a sectores y actividades tradicionalmente menos vinculados a este fenómeno. La actividad comenzó hace unos años en sectores como la energía solar o la eólica, para incorporar también otros, como el automovilístico. Los bancos e instituciones financieras hemos tenido un papel relevante a la hora de impulsar la progresiva integración de criterios ESG en todas las soluciones de financiación. En un primer momento, empezamos con los bonos y los préstamos y, con el tiempo, hemos ido avanzando hasta hacer extensiva esta tipología a todos los servicios financieros, incluidos las garantías y los productos derivados.

Sin embargo, es importante poner el acento en que todo ese potencial se materializará sólo si se coordinan todos los elementos implicados en la transición hacia modelos sostenibles. Es un progreso colectivo en el que los países, las empresas, las instituciones financieras y los individuos tenemos que aportar para que el crecimiento se materialice de manera sostenible y equitativa. La implicación de cada vez más agentes hará que se deban seguir redefiniendo los roles de cada uno, y que en el caso de los bancos estará relacionado con la responsabilidad de facilitar transacciones positivas. La sostenibilidad no son sólo estadísticas, sino valores que debemos promover, especialmente ante situaciones como la crisisde Ucrania. BNP Paribas y sus profesionales se movilizan al lado de los que actúan por los valores de paz y humanidad en Europa.

*Cecilia Boned, presidenta del Grupo BNP Paribas en España.