Durante algunos años el fantasma de la inflación estaba silenciado por un entorno global extremadamente competitivo. Ni las políticas extremadamente acomodaticias conseguían el objetivo del repunte de precios sobre el objetivo del 2% de los bancos centrales. De 2010 hasta la llegada de la pandemia las fuerzas deflacionarias ganaron la batalla, pero con la salida de la crisis sanitaria y la reactivación económica el tablero ha terminado saltando por los aires.
Las perspectivas de inflación han sido un área de gran interés para los mercados, lo que se ha reflejado en una mayor volatilidad de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense. En el primer trimestre de 2021, los mercados cuestionaron el discurso desinflacionista a largo plazo, ya que los umbrales de inflación siguieron aumentando.
Sin embargo, el momentum comenzó a desvanecerse en cierta medida en el segundo trimestre de 2021 cuando el IPC de Estados Unidos alcanzó el máximo del 5,4% en junio, y la Reserva Federal (Fed) comenzó a emitir mensajes vez más agresivos en relación con el futuro de sus políticas.
“Esto ha mantenido el punto de equilibrio en los precios de Estados Unidos a medio y largo plazo en los últimos meses, ya que el mercado está esperando más pruebas de cualquier cambio estructural en la inflación”, resalta Craig Macdonald, global head of fixed income de abrdn.
“Nuestra opinión es que es probable que la inflación general de EE UU vuelva a acercarse al objetivo del 2% de la Fed a medio plazo, pero los riesgos siguen siendo al alza”, apunta el experto.
Esto se debe a la expectativa de Macdonald y otros expertos de que la Fed no endurecerá su política monetaria de forma agresiva y preventiva, y a que las perspectivas de crecimiento económico siguen siendo razonablemente positivas. “Por este motivo, mantenemos una sobreponderación en la inflación estadounidense a largo plazo”, profundiza.
Mark Holman, CEO de TwentyFour AM, boutique de Vontobel AM en el que hablan de la FED y de la inflación, concreta que, desde su punto de vista, está claro que las presiones inflacionistas que ha experimentado el mercado desde enero se han visto influidas principalmente por cuestiones transitorias, en las que la combinación de los efectos de base y los problemas de la cadena de suministro han distorsionado el conjunto.
“No obstante, tampoco tenemos claro que todas las subidas de precios que se están produciendo actualmente vayan a ser efímeras y, en nuestra opinión, hay suficientes indicios de que parte de esta inflación podría ser más duradera”, matiza Holman.
La búsqueda de activos para proteger las inversiones
¿Cómo se ha de configurar una cartera de inversión ante este cambio de guion respecto a lo que estaba acostumbrado el mercado? La inflación en los países desarrollados, especialmente en Estados Unidos, la Unión Europea, y Reino Unido ya es una realidad. De tal forma, que los inversores han de prepararse para evitar efectos nocivos sobre su dinero.
Antes de realizar ajustes en la cartera de inversión, indican desde Capital Group, conviene recordar que los periodos prolongados de inflación elevada son poco habituales en la historia de Estados Unidos. Las personas de cierta edad recordarán la elevadísima inflación registrada en la década de 1970 y principios de la década de 1980. Pero, visto en retrospectiva, es evidente que fue un periodo único. De hecho, y tal y como saben bien los expertos en la Gran Depresión, las presiones deflacionistas suelen ser más difíciles de contener.
En los últimos cien años, la inflación estadounidense se ha mantenido por debajo del 5% la mayor parte del tiempo. Más recientemente, tras la crisis financiera mundial de los años 2007 a 2009, la inflación ha tenido dificultades para alcanzar el 2% de forma sostenida. Y ello a pesar de las medidas de estímulo sin precedentes diseñadas por la Reserva Federal en un intento de alcanzar el objetivo del 2% fijado por el banco central.
De ahí a que Pramod Atluri y Ritchie Tuazon, gestores de Renta Fija de Capital Group, tienen claro cómo actuar ante este escenario de una inflación más duradera de lo previsto y aconsejan incluir algunos títulos del Tesoro estadounidense protegidos contra la inflación en la cartera de renta fija estadounidense de cara a 2022.
“En lo que respecta a la renta variable, hay que tener en cuenta ciertas reglas generales puesto que, históricamente, la subida de los precios ha impulsado al sector de las materias primas, así como a sectores que se ven favorecidos por la subida de los tipos de interés (como es el caso de los bancos) y a compañías con capacidad de fijación de precios en categorías imprescindibles como los semiconductores y las marcas de consumo más populares”, aseguran.
Otra cuestión importante: suele ser en los extremos (cuando la inflación es del 6% o superior) cuando los activos financieros tienden a resentirse. “Tal y como cabría esperar, la renta variable también se ha visto afectada cuando la inflación ha entrado en terreno negativo”, dicen Atluri y Tuazon.
Por tanto, con este contexto hay otras opciones en las que invertir para proteger la cartera cómo es la apuesta por los dividendos. El mercado puede seguir con sus incertidumbres sobre valoración de los activos, inflación y recorte de estímulos de los bancos centrales, pero como concreta Stefan Rondorf, senior investment strategist de la gestora Allianz, los beneficios empresariales han sido hasta ahora un pedazo de tierra firme en medio de la tempestad.
“Las empresas estadounidenses del S&P 500 lograron a junio beneficios un 90% más altos que los obtenidos durante los meses del confinamiento, en el segundo trimestre de 2020. En el caso del Stoxx 600 europeo, las ganancias llegaron a multiplicarse casi 1,5 veces, por lo que esto multiplica también las posibilidades de pagar mayores dividendos o de aumentar la recompra de acciones”, dice Rondorf.
La recuperación de los dividendos a escala mundial comenzó a ganar fuelle en el segundo trimestre de este año, según la última edición del Janus Henderson Global Dividend Index. A nivel mundial, los dividendos se dispararon un 26,3% interanual en tasa general, solo un 6,8% por debajo de su nivel del segundo trimestre de 2019.
Asimismo, ante este panorama los bonos ligados a la inflación y de calidad frente al tapering pueden ser una posibilidad a tener en cuenta. La fuerte subida de los precios y la reducción de las compras de deuda por parte de los bancos centrales son las coordenadas en las que se moverán en los próximos meses unos mercados de bonos que han alcanzado precios demasiado exigentes.
Los bonos ligados a la inflación pueden ser una buena solución a la incertidumbre sobre la subida de precios y también a una posible alza de tipos, puesto que estos activos oscilan menos en los mercados que la renta fija tradicional.
Existen fondos de inversión especializados en este tipo de deuda, aunque también es posible adquirirlos en las subastas de los distintos tesoros, así como en el mercado secundario. Cuentan normalmente con un cupón inferior a los bonos convencionales, pero a medida que transcurre su vida van incorporando a su precio la subida del coste de la vida.