Al cierre del tercer trimestre, Banco Santander justifica un beneficio atribuido de 4.606 millones de euros, cifra que supone una reducción del 22,5% respecto al mismo periodo del pasado año. Desde la entidad explican que esa disminución se debe sobre todo al efecto negativo que han tenido algunas operaciones extraordinarias.
De entre esas operaciones con resultados adversos el banco destaca la costosa reestructuración realizada en el segundo trimestre, que ha supuesto un coste de alrededor de 475 millones de euros, las plusvalías asociadas a la venta de VISA Europe, por valor de 227 millones de euros, o el pesado lastre que ha implicado el cambio en el calendario de aportación al Fondo de Resolución Europeo (120 millones). Si se descontase el efecto de estos tres factores, así como lo que implican los tipos de cambio, el margen de beneficio hubiese aumentado un 8%.
Aún así, Ana Botín, presidenta de Banco Santander, es optimista y destaca el buen ritmo de los resultados en lo que va de año, con un volumen de clientes que ha superado el millón. Una cifra que les permite seguir siendo líderes y mantener los objetivos inicialmente planteados, así como el potencial de crecimiento en los grandes mercados. Aumentar la vinculación a clientes y mejorar la calidad del servicio se marcan como prioridades para el mercado español, donde el beneficio atribuido ha sido de 785 millones, un 11,1% inferior al de 2015 en idéntica fecha.