Relojes, pulseras, coches… Todo se está haciendo más inteligente, pero eso es solo el principio. IDC ha estimado que, en el año 2020, existirán 212.000 millones de dispositivos inteligentes, gracias al enorme impulso que va a proporcionar el Internet de las Cosas. Para garantizar que todos estos dispositivos se conecten de forma fiable para ayudar a las personas a tomar decisiones en tiempo real y para mejorar sus vidas, tendremos que ir más allá de la tecnología 4G LTE para pasar a las redes 5G porque, para ser sinceros, las prestaciones estándar actuales no van a poder soportar el alto volumen de dispositivos conectados en un futuro próximo

Como la tecnología 5G aún se encuentra en una fase inicial de desarrollo, existe una gran cantidad de propuestas y debates sobre su hoja de ruta. Sin embargo, es cierto que el 5G va a ser diferente a cualquier otro estándar de comunicación inalámbrica elaborado hasta la fecha, ya que necesita ocuparse de un conjunto de retos muy diferentes en comparación con las generaciones anteriores. Mientras que las tecnologías 1G a 4G se centraron en la mejora de la conectividad y de la velocidad, el 5G se va a dirigir a la inteligencia.

¿Qué quiere decir esto? Significa que el 5G no tratará simplemente de mejorar la velocidad de las conexiones de nuestros teléfonos móviles, o de incrementar la capacidad de la red, sino que también necesitará resolver el reto más complejo: combinar las comunicaciones y la computación, de forma que la inteligencia esté alcance del usuario y que, además, se encuentre disponible para los dispositivos que compongan el Internet de las Cosas. Anticipamos que el 5G va a ser el primer estándar de red diseñado para ser versátil y para mejorar la eficiencia energética del hiperconectado “Internet de las Cosas”.

En este estándar de la siguiente generación, las prestaciones para comunicación y el poder de procesamiento necesitarán diseminarse y gestionase de forma inteligente a través de redes y dispositivos móviles, para utilizarse incluso en los dispositivos inteligentes más pequeños para realizar complicadas tarea informáticas y para ofrecer contenidos y servicios a través de Internet mediante su conexión a la nube. Las redes 5G no solo serán más rápidas, sino también más inteligentes. Por lo tanto, nuestra forma de evaluar el rendimiento de las redes 5G será muy diferente a lo que hemos visto hasta ahora. Los bits por segundo han sido el mecanismo estándar para evaluar el rendimiento de la red, pero el 5G abarcará mucho más – lo que me gustaría llamar bits por julio, bits por hertzio, bits por metro cuadrado de cobertura y bits por dólar. Esto será así porque las medidas como la eficiencia energética, el rendimiento del espectro, la fiabilidad y el coste serán cruciales para las redes 5G.

La creación de unas bases para el 5G es un proceso extremadamente complejo, porque tenemos que resolver diferentes asuntos, pero esto no quiere decir que sea una tarea imposible. Cada vez que pensamos que hemos alcanzado los límites prácticos del uso de datos, observamos que las nuevas conductas de los usuarios o las nuevas tecnologías de consumo llevan los límites más allá de lo establecido. El sector de la tecnología inalámbrica ya está trabajando duramente para intentar satisfacer esta demanda en rápido crecimiento, ocupándose de los retos y las oportunidades que ofrecen las redes 5G. A cambio, en el 2020 los consumidores podrán disfrutar de una mejor experiencia del usuario, en cualquier lugar y en cualquier momento, usando para ello diferentes dispositivos – tanto grandes como pequeños. Después de todo, a los usuarios finales no les importa los acrónimos como 3G, 4G o 5G o la configuración de una red, sino que solo desean estar conectados a las personas y a las cosas que más les interesan.

Asha Keddy, vicepresidenta y directora general de Estándares y Tecnologías Avanzadas de Intel Corporation