En Costa Rica, el 98% de la energía eléctrica que se produce viene de las renovables. Repitamos la cifra: el 98%. En España, con datos de 2018, las renovables supusieron el 38,5% de la electricidad. Si desgranamos ese porcentaje, bastante modesto hay que reconocer, vemos que el 19% de la electricidad que se produjo en nuestro país el año pasado se hizo con eólica; la hidráulica produjo un 13%, la fotovoltaica, un 3%; la solar termoeléctrica, un 1,7%, y el 1,4% restante correspondería a ‘otros’, entre los que se incluye la biomasa, según Red Eléctrica de España. Pero claro, no solo de electricidad vive el español…
“La electricidad es únicamente una cuarta parte de la energía que consumimos. Si queremos llegar a los objetivos del 32%, 35% o 42% en 2030, no los alcanzaremos ni aunque toda nuestra electricidad sea 100% renovable, un reto sin precedentes. Debemos apostar también por usos térmicos renovables (biomasa térmica, geotermia, solar térmica…) y renovables en el transporte, bien a través de biocombustibles en los motores del parque actual o electrificando parte del transporte”, dicen en APPA Renovables, Asociación de Empresas de Energías Renovables. Si miramos las fuentes de energía consumidas a día de hoy en España, “la primera es el petróleo, ya que supone el 48%. La segunda es la electricidad, que fue el 22% en 2018 y la tercera, el gas natural: un 16%”, explica José María González, director general de APPA.
La inmensa mayoría de la energía primaria utilizada en España proviene de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), a los que habría que añadir la energía nuclear. Es indudable, por tanto, que tenemos que mejorar nuestro modelo energético de tal forma que produzcamos mucho menos carbono. La transición energética ya está en marcha, es imparable, pero parece más que evidente que si no reducimos nuestra dependencia energética de los anteriores, consiguiendo una aún mayor penetración de las renovables, no alcanzaremos los objetivos comprometidos con la Unión Europea.
¿Cuáles son esos objetivos? Pues lograr una penetración de las renovables del 27% en 2030. Diez años antes, o sea, el año que viene, también hay establecidos otros objetivos: alcanzar el 20% de renovables y el 10% en el transporte.
Este compromiso deriva de los Acuerdos de la Conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP21 de París, que se celebró en 2015 y fue firmado por un total de 195 países, cuyo objetivo principal era reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y hacer lo posible para mantener el calentamiento global “por debajo de 2 grados centígrados”. “Nuestro país tiene para 2020 los mismos objetivos que el conjunto de la Unión Europea y, en el último año, habíamos alcanzado el mismo porcentaje de cumplimiento. La diferencia es que Europa está acelerando y nosotros, los últimos cinco años, hemos frenado (ver gráfico del Eurostat). España venía de un buen desarrollo en los años 90 y 2000, que ha sido frenado en la última década. Esto hará muy difícil que alcancemos los objetivos de 2020”, dicen en APPA Renovables. ¿Pero por qué se frenó? “En 2008, por ejemplo, se instaló en solar más de lo planificado, lo que disparó los costes. Por eso, el gobierno de Rajoy lo frenó en 2012 con una moratoria”, aclara González, que ha durado hasta ahora, aunque ya en 2016 y 2017 hubo nuevas subastas de renovables.
¿Cuáles son los países europeos donde más desarrolladas están las renovables? “En Europa tenemos a Noruega, Suecia, Finlandia… En general, todos los países que tienen un alto componente de renovables. Suele ser porque cuentan con un recurso hidráulico muy bueno (grandes centrales hidráulicas) o casos muy especiales (por ejemplo, Islandia, con geotermia de alta entalpía, o Brasil con hidráulica –65% del total– y biocombustibles)”, explican en APPA Renovables.
Beneficios de las renovables
Las renovables tienen numerosos beneficios, como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, puesto que no generan CO2. Además, garantizan un suministro autóctono y seguro, sin dependencia de recursos o de tecnologías externas. Históricamente, la primera energía renovable para la generación eléctrica ha sido la hidráulica. Era la única tecnología de generación antes de la Guerra Civil y la principal hasta los años 60 y 70. Posteriormente, en los 90, comienza el desarrollo de la eólica y, en la siguiente década, o sea, ayer, solar fotovoltaica, biomasa, solar termoeléctrica…
Hace unos años era carísimo para las compañías encarar este tipo de energía, pero actualmente las tecnologías renovables han experimentado una fuerte reducción de costes. Las que más se han abaratado son la eólica y la fotovoltaica. Según el banco de inversión Lazard, la eólica ha reducido sus costes un 69% en los últimos nueve años y la fotovoltaica, un 88%. Esto ha hecho que algunas tecnologías hayan ganado competitividad mucho más rápido que otras. La fotovoltaica, de hecho, ha pasado de ser una de las más caras a una de las más baratas.
Según el último estudio del impacto macroeconómico de las energías renovables en España de APPA, el sector contribuyó con 9.304 millones de euros al PIB nacional. En el mercado eléctrico, se produjeron ahorros por valor de 2.584 millones, se evitaron 6.951 millones de importaciones energéticas y se ahorraron 237 millones en derechos de emisión.
“Existe un consenso, a nivel gubernamental, del ciudadano y empresarial, sobre el tema de las renovables. Hemos hecho mucho pero queda mucho por hacer. Por ejemplo, poner en marcha la ley de Cambio Climático y una vez puesta en marcha, que haya nuevas subastas y que se aclare cómo vamos a transitar a ese cambio energético”, finaliza González, de APPA.
La eólica, de las más desarrolladas
Mire a su alrededor cuando viaja en coche: seguro que, aparte del toro de Osborne, verá molinos de viento. Y es que estos gigantes se han convertido en parte del paisaje de nuestra geografía. No en vano, en España el 19% de cobertura de la demanda de energía eléctrica (1,2 millones de hogares) se cubre con la eólica, que es la segunda tecnología del mix energético español. La eólica evitó la emisión de 25 millones de toneladas de CO2 al medio ambiente el año pasado, a través de sus más de 20.300 aerogeneradores. En España están funcionando más de 1.100 parques eólicos. Por Comunidades, Castilla y León, Castilla La Mancha, Galicia, Andalucía y Aragón son las que más potencia instalada tienen. Por empresas, Iberdrola se lleva la palma: tiene casi un 24% de cuota de mercado. Le sigue Acciona Energía, con un 18%, y Endesa viene pisando fuerte…
Si atendemos a los países a nivel mundial, vemos que China, Estados Unidos, Alemania e India son los principales por potencia instalada acumulada. Les seguiría España.
Como decíamos más arriba, los costes en esta tecnología se han reducido notablemente, no solo en los parques eólicos terrestres, sino también en los marinos: algo crucial porque en el mar es donde se alcanzan las velocidades de viento más altas y la producción energética es entonces mayor: en los últimos siete años, el precio de la producción de energía eólica offshore, o sea, en el mar, se ha reducido a una tercera parte.
El sol, ¿el próximo petróleo?
El 21 de junio pasado se celebró el Día del Sol y la Unión Española Fotovoltaica, Unef, aprovechó para analizar el aprovechamiento que se hace de esta energía en España. A pesar de ser uno de los países con más horas de sol, en 2018 únicamente se instalaron 261 MW (megawatios), muy por detrás de los 3 GW (gigawatios) de Alemania, los 1,64 GW de Turquía y los 1,5 GW de Países Bajos. Y también, muy lejos del top 5 de países con mayor potencia fotovoltaica (si miramos fuera de nuestras fronteras, por potencia acumulada, China, EE UU y Japón se llevan la palma). Solo en 2018, China instaló 44 GW y EE UU, 10,6 GW.
A pesar de estas diferencias, hay razones para ser muy optimistas: en los últimos tres años, esta energía ha experimentado un gran crecimiento. Según datos de Unef, en 2018 en España se incrementó un 94% la potencia fotovoltaica instalada con respecto a 2017. De acuerdo con la misma fuente, se prevé que para finales de este año se hayan instalado más de 4.000 MW de nueva potencia fotovoltaica en grandes plantas y 400 MW de autoconsumo. SolarPower Europe, asociación de la industria solar europea, estima que la potencia solar instalada en el mundo superará los 128.000 MW en 2019. El futuro está en el sol…
En España, si miramos a 2030, horizonte del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), se prevé la instalación de un promedio de 3 GW de nueva potencia fotovoltaica al año desde 2021, para llegar a un total de 28.000 MW, lo que supondrá una inversión de 28.000 millones de euros.
Como sucede con la eólica, la energía fotovoltaica ha reducido sus costes hasta un 95% en la última década. Una célula fotovoltaica ha pasado de los 77 dólares en el año 1997 a los 0,22 céntimos en la actualidad. Así, ya es más barata que las fuentes de energía convencionales (nuclear, gas y carbón) y se ha convertido en la tecnología central para la transición energética. Además, con la nueva regulación, que no supone cargos al autoconsumo, éste va a tener un peso cada vez más importante gracias al desarrollo del autoconsumo compartido, la integración de la fotovoltaica en la edificación y la transición hacia la movilidad sostenible.
Biomasa: potencial y coste
Una de las tecnologías que aún no ha visto esta reducción de costes es la biomasa. Se obtiene de productos y residuos de origen biológico procedentes de actividades agrarias y pesqueras, silvicultura y residuos industriales y municipales.
Cuando la biomasa se procesa para uso energético se convierte en biocombustible, que puede ser sólido (por ejemplo, los pellets que se ponen en las estufas), líquido (como el biodiésel) o gaseoso (como el biogás): “Si queremos contar con altas penetraciones de energías renovables, tendremos que valorar otros aspectos más allá del coste. Por ejemplo, la biomasa puede aportar energía gestionable que genere electricidad cuando no haya sol, la solar termoeléctrica puede tener muchas horas de almacenamiento… En el caso de la biomasa, somos el tercer país europeo en recursos absolutos de biomasa, primer país en incremento de bosques de Europa, mayor productor de aceite de oliva del mundo, primer productor de ganado porcino en Europa… Todos estos recursos pueden valorizarse a través de la biomasa, con recursos autóctonos y generando una gran cantidad de empleos. Pero, si únicamente se valora el coste de generación, la biomasa está en peor posición que otras energías”, explican en APPA Renovables.
Ramen Naam, catedrático de la Singularity University, vaticina que España puede convertirse en una potencia en la energía verde, gracias a sus buenas condiciones de viento y de excepcional radiación solar. Naam estima que la solar, por ejemplo, seguirá creciendo incluso en zonas del norte de Europa con menos radiación. Según el experto, su capacidad se multiplicará por mil en los próximos veinte años.