1. Los que se quejan sin motivo
Son personas que tienden a buscar el lado negativo de las cosas. Se muestran reacios ante las desafíos y siempre tienen algo malo que decir sobre lo que se plantea. Son quisquillosos y se hacen notar mediante su inconformismo. Todo les parece poco pero no hacen ofrecen soluciones.
2. Los que responden a todo
Hay veces en las que es mejor estar callado y seguir los pasos que marca el líder de la empresa. Este tipo de empleados nunca lo hará. Es la voz discordante que interrumpe todas tus reuniones y utiliza un tono desagradable para hacerlo. No está de acuerdo con ninguna de tus ideas y lo hace visible.
3. Los que se niegan a las cambios
Se acomodan a una situación laboral en concreto y no se adaptan a los cambios. Evitan poner de su parte haciendo que el proceso de cambio sea más difícil de lo que, en la mayoría de los casos, suele ser. Se cierran a conocer nuevas formas de trabajo y, por lo tanto, al crecimiento del negocio.
4. Los que se creen mejor que otros
No existe el compañerismo entre sus cualidades. Todo lo contrario. Tienen demasiada confianza en sí mismos y hacen todo lo posible por ser superior a sus compañeros. No les importa “pisar cabezas” con el fin de alcanzar sus metas. Evitan integrarse en el equipo y ayudar a otros.
5. Los que no respetan las opiniones
Es difícil argumentar algo cuando tienes cerca a este tipo de empleados. Suelen tener las ideas muy claras y no saben escuchar e intentar entender las del resto. No respetan el turno de palabra y los diferentes puntos de perspectivas. Creen que sus iniciativas son mejores y el resto no merece su atención.
6. Los que siempre ponen excusas
Tienen el don de escaparse de las situaciones más complicadas. Recurren a todo tipo de excusas que, muchas veces, son productos de la invención. Nunca están disponibles cuando se les necesitan. Tienden a ser mentirosos por lo tanto, nunca podrás fiarte de ellos completamente.
7. Los que crean su propio mundo
Forman parte del equipo de tu compañía pero van por libre. Es decir, no asisten a las reuniones ni aportan nuevos proyectos para el bien de la empresa. Se limitan a realizar sus funciones y a pasar desapercibidos. Pueden ser buenos en lo que hacen pero no aportan nada especial a tu negocio.