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La tecnología en el mundo de la salud

La evolución de la medicina no solo ha ido históricamente acompañada de innovaciones científicas, también lo ha hecho de innovaciones técnicas y tecnológicas. Desde que aparecieron las primeras herramientas mecánicas, el instrumental médico no ha dejado de perfeccionarse. Hoy en día, el uso de maquinaria de precisión está cada vez más extendido y no es raro encontrar ya sistemas como el robot Da Vinci (un equipo de cirugía robótica) en quirófanos de hospitales de nuestro país.

Internet de las cosas… y de las personas

En particular, los dispositivos del llamado Internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés) están despertando numerosos proyectos de innovación en el área sanitaria. Y precisamente, con el fin de que organizaciones (o personas) puedan prototipar y validar los diferentes casos de uso que entorno al IoT propongan, la empresa española Libelium, fabricante de este tipo de dispositivos, tiene a la venta un kit médico de desarrollo que facilita este proceso. Mediante una serie de sensores capaces de medir hasta 20 parámetros biométricos y acceso a la plataforma en la nube de Libelium, se pueden construir y programar diferentes proyectos de una manera relativamente sencilla.

Uno de los usos más extendidos del IoT en este campo es la monitorización de pacientes que, o bien estén siguiendo algún tipo de tratamiento, o bien pueden necesitar algún tipo de asistencia remota.

En esta línea, Fujitsu anunció hace unos pocos meses la puesta en marcha de un proyecto piloto en una clínica holandesa para la monitorización y aceleración del proceso de rehabilitación de pacientes. Utilizando sensores inteligentes que capturan el movimiento, el equilibrio y otros parámetros y constantes vitales, los médicos de la clínica pueden rastrear de forma remota el progreso del paciente a medida que se recuperan, tanto en la propia clínica, como en sus casas.

Otro proyecto interesante es el que anunciaron el pasado febrero Altair, Ericsson y Sony Mobile. Mediante una pulsera conectada a un dispositivo llamado Monitor Continuo de Glucosa (CGM por sus siglas en inglés), y sin tener que depender de un smartphone, se monitorizan y envían a un servidor remoto datos como los niveles de azúcar en sangre, actividad, sueño y ritmo cardíaco. El sistema además es capaz de enviar alertas ante ciertos eventos, como por ejemplo una caída en el nivel de glucosa.

La importancia de los datos

Otra de las tecnologías al alza y que también tiene su cabida en el sector sanitario es el llamado Big Data. Sólo en España, hay más de 300 millones de consultas clínicas, y la cantidad de información útil que de ellas se puede extraer es inmensa. Esa es precisamente la propuesta de IOMED; mediante herramientas de análisis de datos e inteligencia de negocio estructuran la información que se recaba en cada consulta y permite que otros médicos puedan contar con muchos más datos ordenados que les ayude a realizar mejores diagnósticos de una manera más rápida.

El smartphone como sala de consulta

Pero las innovaciones no siempre vienen por el uso de nuevo instrumental, nuevos dispositivos o complicados algoritmos software. A veces, los avances se dan con algo tan simple como mejorar la forma en que se producen las comunicaciones entre pacientes y médicos.

Gracias a la proliferación de los smartphones, han surgido servicios de atención al paciente que se valen de apps, mejorando enormemente la experiencia de usuario frente a los métodos tradicionales. Un buen ejemplo es Mediquo, una aplicación española que permite a los pacientes mantener chats con sus médicos especialistas 24 horas al día, y a la vez permite a los propios médicos hacer un seguimiento de éstos a distancia, de una manera mas cómoda.

El reto de la seguridad

No obstante, la introducción de estos avances hace que el sector de la salud se enfrente a un reto importante: el de la ciberseguridad.

Los ciberataques y robos de datos cada vez copan más portadas en medios de información generalista y es fácil que a muchos nos venga a la memoria algún episodio de esta índole por la envergadura y el alcance que han llegado a tener. En el sector sanitario se da el agravante de que los datos e información que se manejan son especialmente sensibles, por lo que los mecanismos de protección frente a potenciales robos son cruciales.

Pero no sólo es importante proteger la privacidad de los datos; proteger los propios dispositivos IoT de estos ataques es también fundamental. Es vital (literalmente) que dispositivos como marcapasos o dispensadores remotos de insulina tengan el suficiente grado de seguridad como para prevenir cualquier intento de ciberataque. Hace unas pocas semanas, de hecho, el Journal of the American College of Cardiology sacó un artículo en el que repasa los riesgos a los que se enfrentan los dispositivos electrónicos implantables, y da unas recomendaciones de seguridad para tratar de afrontar el reto de proteger a los pacientes.

Desde las administraciones, aunque no hay muchas iniciativas, es digno de mención que, en 2016, la Unión Europea anunció una colaboración público-privada alrededor de la ciberseguridad, en la que pretende invertir hasta 1800 millones de € hasta el 2020. En la propuesta se detallan acciones para fomentar la ciber-resiliencia de los sistemas informáticos, así como reforzar las políticas de la Unión en materia de ciberseguridad, incluida la creación de un marco europeo de certificación para productos informáticos.

Asegurar la integridad de los dispositivos y minimizar el impacto de potenciales ciberataques es tarea de todos los agentes involucrados: administraciones, empresas y usuarios. Esperemos que el notable crecimiento que estas tecnologías y dispositivos están teniendo no impida realizar un correcto diseño de los mismos, capaz de afrontar los retos de seguridad a los que se van a ver sometidos.

Juan Pérez-Bedmar es Product Marketing Manager en Barbara IoT, empresa especializada en desarrollo de Software y Firmware seguro para dispositivos conectados (‘Internet of Things’).