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La historia detrás de la caída de cinco plataformas digitales míticas

En un pasado no tan lejano, nombres como Myspace, Second Life, Terra o Messenger resonaban con fuerza en la esfera digital. Eran Plataformas destinadas a trazar el rumbo de la tecnología futura. Sin embargo, a día de hoy... ¿alguien se acuerda de ellas?
Ilustración: Nadia Hafifid

Desde el pionero Myspace hasta la red social española Tuenti, la historia de los fantasmas tecnológicos es tan rica como instructiva. Lo que en su día fueron proyectos innovadores, que prometían revolucionar la manera en la que interactuar en la red, en la actualidad han quedado en la penumbra del olvido digital y de la memoria colectiva. Eso sí, en su partida dejaron todo un legado detrás.

Pero, ¿qué hay detrás de su caída? Son distintos los factores que tejen la trama de su desaparición. Varios expertos apuntan a la falta de adaptación al cambio y la incapacidad para prever las tendencias del mercado. También hay errores de diseño o de marketing. A lo largo de estas líneas haremos un viaje por varias plataformas que sucumbieron ante la vorágine del cambio tecnológico porque –como asegura Chema Lapuente, periodista especializado en tecnología y cofundador de Tuexperto.com–, “al final todo se reduce a problemas de adaptación”, y el precio a pagar es decir adiós al mercado.

Si hablamos de redes sociales, Myspace, que nació en 2003, fue una de las primeras en triunfar. Con millones de usuarios, revolucionó la manera de disfrutar de la música, mucho antes de la llegada de Youtube o Spotify, y lanzó a artistas como Adele. Además de canciones, se compartían fotos y otros contenidos. Sin embargo, con la llegada de Facebook empezó a perder terreno. En varias ocasiones intentó reinventarse, pero sin éxito. “No fue capaz de innovar, el caballo de batalla de todas las plataformas que acaban cayendo”, apunta Lapuente. Como las desgracias no vienen solas, perdió millones de datos subidos entre 2003 y 2015, convirtiéndose en la primera plataforma en enfrentarse a esta pérdida de información. No obstante, como veremos, no fue la única. A día de hoy, uno puede crearse una cuenta y navegar por este espacio, el cual se asemeja más a la estructura de una web de noticias musicales que a la de una red social.

Second Life | ¿Una segunda oportunidad?

Quien triunfó, cayó y ahora intenta sobrevivir es Second Life, el mundo virtual que en 2003 lanzó Philip Rosedale. Fue pionero en aspectos que hoy forman parte del Metaverso, un concepto que en ese momento era desconocido. Hace ya más de veinte años ofrecía un espacio en el que hacer casi cualquier cosa del mundo real: ir a fiestas, conciertos en vivo, estudiar, buscar trabajo o comprar y vender con su propia moneda: el dólar Linden. Cualquiera podía tener su alter ego con su avatar, varios países abrieron sus embajadas virtuales y empresas o medios de comunicación –como la BBC o Reuters– también establecieron aquí sus sedes. En la década de los 2000, alcanzó una gran popularidad llegando a tener 57 millones de cuentas registradas en su apogeo. Sin embargo, la burbuja explotó hacia 2008.

Según Lapuente, le faltaban herramientas para que la experiencia fuera buena pues, a su juicio, la tecnología no estaba suficientemente desarrollada para dar un aspecto realista y algunos ordenadores no podían soportar todavía su tecnología 3D. En la misma línea, la experta en tecnología y transformación digital Silvia Leal explica que no dieron importancia a la experiencia del usuario. “Lo importante no es el sitio, sino lo que hace la gente cuando entra. No había nada que hacer y las marcas lo tuvieron que dejar”. Aunque fue una “buena idea”, como dice Lapuente, “duró lo que dura la campaña de marketing”. En las últimas dos décadas, Second Life ha seguido activa, a pesar de la caída de usuarios, y ahora ha decidido dar el salto de los ordenadores a los smartphones. De hecho, Philip Rosedale, que se fue en 2013, ha vuelto a la compañía. Su objetivo: potenciar esta segunda oportunidad y recortar terreno al metaverso de Zuckerberg.

Messenger | Nuestro primer ‘chat’

Antes de la llegada de los smartphones, hubo un tiempo en el que nos pasábamos horas chateando delante del ordenador. Corría el año 1999 y MSN Messenger, de la mano de Microsoft, cambió la forma de comunicarnos al poder charlar en tiempo real con diferentes personas simultáneamente (y gratis si tenías una cuenta de Hotmail). Es verdad que no fue la primera plataforma de mensajería instantánea –ICQ es anterior–, pero sí fue el primer contacto para miles de personas con un chat. En 2009, la plataforma contaba con más de 300 millones de usuarios mensuales en todo el mundo, pero la llegada de “los smartphones y Whatsapp”, como apunta Lapuente, llevaron a Messenger a perder el podio de la comunicación instantánea.

En 2013 Microsoft decidió integrarlo dentro de Skype y un año más tarde ponía punto y final a su historia dejando las bases de las redes sociales modernas al introducir funcionalidades como la transferencia de archivos, una barra de estado en la que poner un mensaje personal o el uso de emoticonos.

Google+ | Los gigantes también caen

El declive de plataformas como Messenger revela que ni siquiera el respaldo de gigantes tecnológicos supone estar exento de echar el cierre. Algo que también le ha sucedido a la familia Google, por ejemplo con Google+, su ambicioso proyecto en el competitivo mundo de las redes sociales, lanzado en 2011. “Google ve una tendencia y se apunta corriendo, pero no todo le funciona”, afirma Lapuente, quien añade que “llegó muy tarde, cuando ya había grandes competidores con muchos usuarios”.

No ayudó que la compañía tuviera al mismo tiempo otros servicios de mensajería (Google Talk, Google Voice y Hangouts) ni las informaciones sobre una brecha de seguridad que habría puesto en peligro los datos de medio millón de usuarios de 2015 a marzo de 2018. Un año más tarde echó el cierre. Eso sí, donde Google ganó la partida fue en el mundo de los mapas. Arrebató el trono a TomTom. “Si en el móvil ya lo tienes gratis, ¿por qué nadie va a pagar por usar el GPS y actualizarlo?”, asegura Leal.

Otro gigante caído es BlackBerry, precursora de los smartphones, caracterizada por su llamativo teclado. “Por primera vez tenías en el móvil el correo electrónico a un precio razonable. Triunfó a nivel empresarial”, recuerda Lapuente. Sin embargo, la llegada de los sistemas operativos IOS y Android le robaron una significativa cuota de mercado. “Cumplió en su momento, pero cayó con la llegada de los táctiles”. A juicio de Leal, no supieron dar un giro para sustituir su teclado y poder competir.

Tuenti y Terra | Redes ‘made in Spain’

Quien también cumplió en su momento fue Tuenti, la red social made in Spain que marcó a las generaciones de los 80 y 90. Sebastián Muriel, que fue CEO de la compañía, nos cuenta que “Tuenti es y será el fenómeno de empresa digital más importante de la historia de España, diría incluso que de Europa”. Y lo fue, según explica, por la convicción del equipo por el proyecto y el momento. Mientras Facebook tenía usuarios con una edad media más alta, los jóvenes preferían Tuenti, llegando a tener quince millones de perfiles. En 2010 Telefónica compró el 85% de su capital y tres años después se hizo con el 100%. En esos momentos, otras redes sociales, como Facebook, “empezaron a comer más terreno en el panorama nacional y se actualizaron mejor”, explica Lapuente. Por su parte, Leal reflexiona diciendo: “¿Querían los chinos o los americanos que una tecnología nuestra dominara sus comunicaciones? No te lo van a permitir”. Todo ello unido a que Telefónica apostó más por convertir a Tuenti en un operador virtual móvil (OMV) llevó a su cierre en 2017. “El operador móvil nació de la red social y de ese código se evolucionó a toda la experiencia de Telefónica World Wide, una operación muy potente. Ese código está ahora en producción y funcionando. Por ello, Tuenti no desapareció, sino que la esencia de los desarrollos que han ido incorporando esos equipos sigue más viva que nunca”, afirma Muriel.

Sin salir del territorio nacional, en el mundo nostálgico de las puntocom, en 1999 aparecía el portal Terra bajo el paraguas de Telefónica. Reconocido por su mítico logo multicolor sobre un fondo naranja butano, ofrecía un valor añadido a la simple conexión de Internet con servicios y contenidos como correo electrónico gratuito, foros, información meteorológica, de bolsa o recetas de cocina. “Nuestra revolución fue ser los primeros en apostar por este formato de una manera potente en el mercado de habla hispana”, nos dice Juanjo Amorín, miembro fundador de Terra y actualmente CEO de Qualentum.

Un formato que abría la puerta al negocio de la publicidad online. Además, Amorín, como director de contenidos del portal, recuerda que fueron los primeros en transmitir en streaming un partido de fútbol en España, un concierto, juegos olímpicos y hasta un eclipse de sol desde Senegal. Si lo comparamos con las retransmisiones en directo que se hacen hoy en Twitch con un chat para comentar, Amorín saca pecho y afirma que esto ya lo hacían ellos hace 25 años transmitiendo en directo los Óscar, los Goya o eventos en la calle con comentarios en la parte derecha de la pantalla. A su juicio, la clave del éxito de Terra fue la apuesta de Telefónica por la captación de talento. “Fue una gran fábrica de aprendizaje y de profesionales”, asegura.

Al margen del nuevo escenario que trajo, Terra también marcó un hito en bolsa al subir un 213% en su primer día de negociación, colándose entre las empresas españolas de mayor capitalización, por encima de algunos bancos. Sin embargo, al poco tiempo su brillo se empezó a apagar. Amorín nos revela que la principal causa fue la desaceleración de la inversión publicitaria y la llegada de otros buscadores, como Google, medios online y el mundo blogging. “De la noche a la mañana pasamos de ser diez jugadores a ser diez millones. El mercado publicitario se híper fragmentó y se hizo insostenible el modelo de negocio”. Por ello, “su propietario, Telefónica, dejó de apostar por los contenidos en Internet y empezó con la televisión”. Además, ni el público ni el hardware estaban preparados para ver retransmisiones de un partido de fútbol, por ejemplo, en los ordenadores de la época. Para Lapuente, Terra no supo adaptarse a los cambios de Internet, al margen de que “pagaban por escribir unas cifras imposibles de sostener para un portal”. Leal destaca también la dificultad para competir con las redes sociales en un momento en el que se demandaba “comunidad”.

¿Es justo llamarlos fracasos digitales?

Fotolog, Flickr, Google Buzz u Orkut se suman también a la lista de fantasmas digitales. Pero, ¿es justo hablar de fracaso? Según Leal, no debemos concluir que una empresa ha fallado por el hecho de bajar la persiana. “Tuvieron su momento y lo aprovecharon. Antes o después todas cerrarán, porque vendrá otra con mejoras o la gente querrá otra cosa”, añade. Para Leal, a todas ellas hay que otorgar su reconocimiento y “poner la alfombra roja por su innovación, por el trabajo que dieron y porque trajeron muchas funcionalidades que otras copiaron después”. Por su parte, Lapuente reconoce que fueron grandes ideas y que tuvieron mucho éxito, pero “no se adaptaron y sus competidores les convirtieron en un fracaso”.

En el caso de Terra, a Amorín, que fue uno de los últimos directivos en abandonar el barco, no le gusta hablar de fracaso. “Fue un exitazo único y prácticamente irrepetible hasta ahora en la historia de la economía digital española. Innovar como innovamos es algo que muy pocas compañías han hecho”, remata. Según explica, tanto Terra como los operadores de la época fueron precursores de cómo hacer comercio electrónico, cobrar por servicios premium, y capitalizar el contenido gratuito a través de la venta de publicidad segmentada y personalizada.

Ahora bien, si la historia puede repetirse, ¿cuándo veremos casos similares? Para Leal no es algo del pasado sino también del presente. Por ejemplo, a Meta “no le están funcionando las cosas por la calidad de sus experiencias inmersivas, aunque es algo que puede cambiar porque tiene mucho dinero como para marcar las reglas del juego”. Según Lapuente, Meta –como le sucedió a Second Life– no dispone de las herramientas para interactuar. “Aún no hemos visto nada. Es puro marketing”, dice.

Ambos expertos señalan que seguiremos viendo a plataformas caer porque muchas veces no hay reacción. “Es como si se quedaran en shock”, asegura Leal. Y es que como remarca Lapuente, “la tecnología avanza muy rápido y constantemente salen competidores con mejoras. Si tú no lo haces, mueres”.

Muriel, actual CEO de GruopM, reconoce que esta “velocidad de cambio nos obliga a desarrollar una enorme capacidad de adaptación”. Es el famoso lema de renovarse o morir. Una reinvención, que a juicio de Leal, debe contar con capacidad financiera y un cambio de mentalidad del equipo humano. Muriel añade la capacidad de interpretar los cambios de comportamiento de los usuarios, porque “son ellos, y no nosotros, los que deciden con qué música quieren bailar”. Más allá de un proceso de adaptación, el constante cambio tecnológico trae consigo nuevas oportunidades de negocio como lo es ahora el desarrollo de la realidad virtual y la Inteligencia Artificial. “Viene un momento muy interesante y no hay quien lo pare”, dice Leal. Pero esto forma parte ya de otro capítulo de la historia digital.

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