«Bienvenido a la family office. La primera regla de la family office es: no se habla de la family office«. ¿Sonaría tan extraño que una family office diera la bienvenida a un nuevo empleado al estilo de Tyler Durden? Aunque tiene un toque dramático, es totalmente plausible, dada la privacidad que muchos consideran sacrosanta.
El escritor Chuck Palahniuk acaba de publicar su vigésima novela, pero la primera que publicó, El club de la lucha, es probablemente la más conocida. Lanzada en 1996, aborda la sociedad moderna y su necesidad de autodescubrimiento, su caída en el consumo desenfrenado y su inherente predilección por la violencia.
Tan visceral como el libro fue la adaptación cinematográfica del director David Fincher, y a pesar de un estreno decepcionante llegó a obtener un estatus de culto que rebate la idea de que el libro siempre es mejor que la película. La película difiere ligeramente del libro, quizá sobre todo en el final, que promueve un mensaje anticonsumista aún más oscuro, pero los temas y el núcleo de la historia se mantienen.
Aunque la novela de Palahniuk se presenta como individualista, mostrando la violenta rebelión de un hombre contra la monotonía de un estilo de vida normal pero materialista, los temas centrales pueden servir como una lente bastante interesante para explorar de forma creativa la dinámica dentro de las family offices y las complejidades que conlleva la gestión de un patrimonio importante, el trato con distintas personalidades y la comprensión de las presiones y responsabilidades de los propietarios de un patrimonio multigeneracional.
Identidad y autodescubrimiento
«Esta es tu vida y se acaba minuto a minuto». El sombrío aislamiento y la desconexión retratados en El club de la lucha son evidentes desde el principio, llevando al lector por un camino bastante problemático hacia un viaje de autodescubrimiento. Aunque no sea tan extremo, quienes tengan experiencia trabajando con familias acomodadas encontrarán familiaridad en el deseo de autodescubrimiento y el cuestionamiento de la identidad.
Las dinámicas familiares son complejas en el mejor de los casos, pero con las presiones añadidas de vivir de acuerdo con una reputación a veces multigeneracional y las expectativas sociales que ello conlleva, a menudo se cuestiona mucho la individualidad de los miembros de la familia. La necesidad de definirse a uno mismo más allá del nombre, el estatus económico y el círculo social es cada vez más común, y se alinea con el deseo de buscar un propósito y un significado más allá de la riqueza material.
Aunque quizá no siempre sean tan oscuros y despiadados como lo que fluye por las páginas de El club de la lucha, los miembros de una familia a menudo luchan con su propia identidad, incluso con un sentimiento de culpa por la fortuna que han creado o que van a heredar, y a menudo intentarán buscar experiencias auténticas a través de métodos inusuales.
Centrar la atención en los valores y la importancia de la comunicación en las relaciones, crear un sentido de propósito tanto para los individuos como para la familia en su conjunto: todo esto forma parte del «lado blando» de la gestión de una family office, que es esencial para el éxito a largo plazo y para frustrar posibles conflictos impulsados individualmente que pueden afectar a las operaciones.
Materialismo y cultura de consumo
«Las cosas que antes poseías, ahora te poseen a ti».
El mensaje anticonsumista del libro queda muy claro y desempeña un papel importante en la chispa general que motiva al protagonista por un camino tan inusual. Aunque se trata de una atractiva historia de ficción, en realidad nuestra obsesión materialista no ha remitido.
En todo caso, nuestra mayor capacidad para ver el estilo de vida de los demás a través de las redes sociales no ha hecho más que acentuar nuestra necesidad de igualar o superar lo que vemos, quizá en parte por eso los ricos acaban viviendo vidas muy similares, independientemente de la industria, el país o el origen de cada uno.
Afortunadamente, aunque nuestro consumismo parece haber avanzado sin freno desde la publicación del libro hace más de 25 años, nuestra comprensión de los problemas importantes a los que se enfrenta el mundo ha aumentado, al igual que el deseo de encontrar más formas de contribuir positivamente. La filantropía ha evolucionado, volviéndose más organizada y colaborativa, y el auge de la inversión de impacto como medio para que los propietarios de patrimonios alineen sus inversiones con sus valores ha sido otra evolución positiva.
El mero hecho de que muchas plataformas de gestión de patrimonios incluyan un medio para clasificar y medir el impacto demuestra el creciente valor que los propietarios de patrimonios conceden a este aspecto, y sugiere que, sin duda, veremos más soluciones para apoyarlo en un futuro próximo.
Necesidad de catarsis
Las peleas físicas en El club de la lucha sirven sin duda como forma de catarsis, y aunque la violencia a través de un club de boxeo a puño limpio en un aparcamiento subterráneo no es definitivamente el camino sugerido, las family offices necesitan encontrar proactivamente salidas que permitan la expresión de las tensiones familiares mientras buscan encontrar resoluciones constructivas.
Los conflictos son inevitables, como lo son en cualquier empresa u organización, y aunque su gestión puede resultar compleja, hay mejores maneras que la violencia física, las peleas a gritos o simplemente retirarse de la discusión. Un enfoque adecuado de la gestión de conflictos puede construir relaciones, estimular ideas e incluso impulsar el rendimiento, por lo que es esencial contar con un marco de gobernanza bien pensado que proporcione la estructura necesaria para hacer frente a las disputas graves.
Contar con un asesor externo con profundos conocimientos y experiencia también puede ser muy valioso, especialmente si hay desacuerdos en la family office en general o con partes externas.
Sentimiento antisistema
La historia de El club de la lucha se traduce en el deseo de desafiar el statu quo, ciertamente de una forma bastante retorcida con el ominoso Proyecto Mayhem y sus sombríos objetivos, pero el concepto general de desafiar lo establecido es algo muy relevante para el mundo moderno de las family offices.
La influencia cada vez mayor de la próxima generación de propietarios de patrimonio significa que las family offices tienen que encontrar formas de implicarles y educarles para que puedan formar parte activa de una entidad cohesionada en lugar de rebelarse contra ella. En gran medida, se trata de apreciar las diferencias y ver las nuevas formas de pensar como una ventaja.
Las family offices progresistas empezarán a implicar a los miembros más jóvenes de la familia en los asuntos empresariales desde una edad razonablemente temprana, y luego se ampliarán para proporcionarles los medios de implicarse en sus propias empresas, una especie de caja de arena que les permita aprender rápidamente las lecciones, aunque independientemente de las operaciones centrales de la family office.
La orientación y la estructura adecuadas se verán recompensadas con una mayor competencia y pueden dar lugar a una redefinición de las funciones y expectativas tradicionales, así como a menos fricciones a la hora de plantearse la sucesión.
Salud mental y disociación
El trastorno de identidad disociativo es un concepto clave en el libro, que (alerta de spoiler) proporciona el mayor giro de la historia cuando se revela que los dos personajes principales son la misma persona. El final del libro no es tan dramático como el de la película, pero el mero hecho de que concluya en un centro de tratamiento mental demuestra la gravedad de los problemas psicológicos.
La salud mental es un tema de gran importancia tanto fuera como dentro del mundo profesional. Las family offices pueden desempeñar un papel importante a la hora de abordar esta cuestión, así como la evolución general de la industria del bienestar, valorada ya en más de 4,5 billones de dólares. Apoyar a través de inversiones en salud es un medio para conectar sus objetivos financieros con el deseo de tener un impacto positivo, que con el envejecimiento de la población mundial no es sólo en su interés financiero, sino en el interés de las generaciones actuales y futuras.
Como custodios de la gestión financiera y de los estilos de vida de los propietarios de patrimonios, las family offices deben considerar la salud como el activo más valioso que gestionan, lo que implica un enfoque proactivo para afrontar cualquier problema de salud mental o física en torno a una familia y poner en marcha estrategias que permitan obtener los mejores resultados posibles. Esto puede implicar atención médica u otras soluciones de salud a largo plazo que han surgido de la creciente gama de proveedores de servicios de bienestar dirigidos a los propietarios de patrimonios.
El club de la lucha es, sin duda, uno de los libros de ficción más singulares y sugerentes de su época, y tiene un lado bastante surrealista que puede tacharse de alejado de la realidad, aunque la historia nos reta a cuestionar una versión estandarizada de la normalidad y a reflexionar sobre cómo la cultura popular afecta a la identidad propia.
Para los propietarios de patrimonios y las family offices que dan prioridad al futuro, es necesario cuestionar el statu quo, ser más conscientes y explorar nuevas formas de marcar la diferencia.
Si quienes tienen el capital a su alcance pueden aplicarlo a resolver los mayores retos medioambientales y socioeconómicos de la sociedad, entonces es de esperar que estemos en una posición más fuerte para evitar la anarquía y la violencia que se nos presenta en este libro y que, por desgracia, parece bastante frecuente en el mundo que nos rodea hoy en día.
*Reportaje de Francois Botha