El impacto climático que generen las empresas será el factor prioritario para la definición de las estrategias de los fondos de inversión responsable en los próximos años. Las gestoras de fondos de inversión responsable van a tener que someter a una profunda revisión sus criterios de inversión y depurar los conceptos en los que se ha sustentado hasta ahora su estrategia. Sólo en Europa se comercializan en torno a 2.500 fondos de inversión que dicen respetar códigos relacionados con compromisos ambientales, sociales o de gobernanza. Para analizar el futuro a corto, medio y largo plazo de la acción de los fondos de inversión en FORBES reunimos el pasado 1 de marzo en la sede de la Fundación Pons a varios directivos de algunas de las principales empresas españolas del sector, en un debate moderado por Eva Pla, periodista de mercados financieros. Junto a ella, Pilar Lloret, directora general de NAO SAM; Ana Figaredo, directora general de Lombard Odier Europe; Ana Guzmán, directora de inversiones y de impacto de Portocolom AV; Paz Comesaña, directora de marketing, publicidad, alianzas y CRM de Evo Banco, y Alberto Castilla, socio del área de sostenibilidad de EY España.
Para introducir el tema, Eva Pla puso sobre la mesa una cuestión fundamental: si las estrategias de inversión sostenible se están implementando realmente y sí esos criterios no sólo obedecen a planteamientos éticos, sino que generan rentabilidad por sí mismos. Abrió el debate Ana Guzmán, directora de inversiones y de impacto de la agencia de valores Portocolom AV. Guzmán aseguró que “desde hace casi cuatro años realizamos un giro estratégico por el cual el 100% de las carteras de nuestros clientes deberían tener un enfoque de inversión sostenible o de ‘inversión de impacto’ [se denomina así a las inversiones dirigidas a producir tanto una rentabilidad atractiva como un impacto social o ambiental positivo y cuantificable]. En este tiempo lo hemos ido implementando con modelos propios y así se ofrece a instituciones, fundaciones, congregaciones religiosas, clientes institucionales y banca privada”.
Ana Figaredo, directora general de Lombard Odier Europe, banco de origen suizo, con 225 años de historia, explicó que la empresa para la que trabaja nació con el sesgo de sostenibilidad, “como se diría hoy en día, porque es una de las instituciones fundadora de la Cruz Roja”. En la actualidad, añadió, su banco ofrece a sus clientes un enfoque “de sostenibilidad y de impacto, como ha dicho anteriormente Ana Guzmán, y en la actualidad el 80% de nuestros productos ya cuenta con la etiqueta de sostenibilidad y estamos tratando de aumentar el porcentaje de impacto, aunque no es tan fácil, dada la oferta que realmente existe en el mercado, por las alternativas de inversión”.
En su turno, Pilar Lloret, directora general de NAO SAM, explicó que su empresa es “una gestora de reciente creación, ya que nació hace escasamente unos tres años y unos meses, pero su fundación venía impulsada por el enfoque de sostenibilidad, para explicar a la gente que las inversiones sostenibles tienen todo el sentido del mundo”. Cuando se creó NAO SAM ya comenzaba a hablarse seriamente en España de la necesidad de buscar el enfoque sostenible en todas las empresas. “En Europa es algo de lo que se habla desde hace mucho más tiempo –contó–, pero en España eran asuntos sobre los que había un gran desconocimiento. En estos años, sin embargo, se ha instaurado la idea de que la sostenibilidad no es sólo una alternativa para la inversión, sino la única opción: en muy poco tiempo todos los productos van a tener que tomar en cuenta estos criterios”.
Alberto Castilla, socio responsable del área de sostenibilidad de EY España, informó que su ámbito de trabajo consiste, precisamente, en “asesorar a compañías financieras y gestoras para integrar la sostenibilidad en su día a día”. Incidiendo en lo apuntado por Lloret, Castilla descubrió que “ya no se trata tanto de un compromiso con la sostenibilidad, sino de ‘competencia’: de saber cómo hacerlo para generar valor, para la compañía y para todos. Trabajamos con este punto de vista con todo tipo de entidades y hay una demanda muy creciente de servicios relacionados con la sostenibilidad”.
La última intervención en este arranque del debate fue para Paz Comesaña, directora de marketing, publicidad, alianzas y CRM de Evo Banco, que, a diferencia de resto de participantes, trabaja directamente con cliente final, en un banco 100% digital, perteneciente a Bankinter. “La visión que yo puedo aportar es la del cliente final que está muy preocupado por el futuro del medio ambiente y la sostenibilidad. En nuestro afán por dar respuesta a lo que el cliente quiere, y el nuestro tiene una edad media de 35 años, debo decir que el cliente joven está más preocupado que la media de la sociedad española por estos asuntos y demanda productos sostenibles y que cuando invierte en ese tipo de productos colabora a la creación de un mundo mejor”.
Después de una hora de debate, y habiendo analizado también qué se puede esperar de un asunto tan candente como la guerra de Ucrania, entre cuyas implicaciones figura también la necesidad europea de no ser tan dependiente de fuentes de energía como el gas ruso… –a lo que Pilar Lloret, de NAO SAM, comentó que en 2021 “ya se preveía que los recursos energéticos iban a irse encareciendo, lastrando los márgenes de las compañías y las estimaciones de beneficios, y muchas de las carteras ya tenían en cuenta este impacto«–, Eva Pla preguntó a los participantes, a modo de conclusión, cómo sería la cartera de inversión sostenible para 2022. Ana Guzmán expuso que “hablar de sostenibilidad y cortoplacismo está un poco reñido. Tenemos que pensar, por todas las implicaciones que tiene, que la sostenibilidad hay que considerarla siempre a largo plazo. Pero según las tendencias que vemos y que van a tener mayor impacto en la sociedad, alineándonos con las necesidades de desarrollo sostenible, destacaríamos aquellas relacionadas con educación, con salud y bienestar, con energías renovables, ciudades sostenibles y producción y consumo responsable, sin olvidarnos de la tecnología de los datos, que son los que nos van a ayudar a que todas estas estrategias se lleven a cabo”.
El socio responsable del área de sostenibilidad de EY España comentó que “la cartera 2022 estaría formada por compañías que tuvieran planes a corto, medio y largo plazo en el ámbito de la sostenibilidad, y que, igual que se fijan objetivos financieros y de crecimiento en número de clientes, tengan objetivos de reducción de emisiones de CO2 u objetivos en el ámbito social o en el de gobierno corporativo, y que se hagan responsables de ellos. Es fundamental que esos objetivos sean ambiciosos y que nos den a entender que el éxito de la empresa es el éxito de todos”.
Para Ana Figaredo, “la estrategia en este momento, con la guerra en Ucrania, de la que no sabemos ni el desarrollo ni la duración que va a tener, debe ser una cartera en la que tengamos cierta liquidez para poder invertir donde puedan ir surgiendo oportunidades”. Desde su punto de vista, una cartera sostenible debe de ser una “que cubra diferentes sectores y diferentes países. Buscamos compañías (en casi cualquier sector) que cumplan criterios de sostenibilidad superiores a la media, y miramos mucho no sólo lo que están haciendo ahora, sino en lo que están trabajando ahora para mejorar esos criterios. No nos gusta invertir en compañías mirando, por así decirlo, por el espejo retrovisor, es decir: lo que han hecho muy bien hasta ahora. De lo que se trata es de favorecer la sostenibilidad ofreciendo una rentabilidad financiera en la inversión y preferimos ‘descubrir’ compañías en las que hay valor ‘escondido’, porque quizá no han llegado a unos estándares de sostenibilidad tan altos, pero están trabajando para ello y esas compañías van a emerger en algún momento”.
Dado que el cliente de Evo Banco es muy distinto del institucional que trabaja con gestoras de fondos de inversión, la pregunta para Paz Comesaña sería distinta, porque lo que interesa es saber cuál sería la estrategia para un cliente de banca digital. “En nuestra escucha activa de lo que demanda el cliente, para poder ofrecérselo, hemos visto que hay una demanda de todo lo que tiene que ver con la inversión sostenible. ¿Cuál es la aportación de valor que realiza un banco digital? Hacer esa labor de selección de activos, fondos, carteras, ETF (fondos cotizados), etc. que estén invirtiendo con impacto, porque en el mundo de la sostenibilidad hay mucho y no todo es seguro”.
Para finalizar, Pilar Lloret afirmó que la cartera de NAO SAM para 2022 sería “bastante parecida a la de 2021 y a la que hemos mantenido en años anteriores: nosotros miramos tendencias estructurales y nos centramos en tres grandes bloques. Por un lado, nos gustan mucho las compañías de eficiencia energética. Ahí figuran las compañías de biocombustibles, energías renovables, automatización y robótica, por todo lo que tiene que ver con la eficiencia energética. El segundo gran bloque sería el del reciclaje, con compañías que producen materiales nuevos y biodegradables y las de empaquetado sostenible, que es una gran tendencia, porque las grandes compañías de consumo están cambiando sus embalajes para que este sea mucho más sostenible. Y el tercero, el de salud y bienestar, y ahí entraría también el sector farmacéutico, que es muy solvente y poca deuda y que ofrece un gran dividendo. Otras compañías que entran en este bloque son las que se dedican al envejecimiento de la población o a la producción de alimentos especiales”.