Para tener éxito en los negocios, la comprensión, la empatía y el dominio de esas diferentes maneras de comunicarse es fundamental. Mejorar nuestra comunicación no es una meta a la que llegamos después de asumir un esfuerzo, sino el propio camino que debemos recorrer todos los días y sin detenernos. Ser consciente de tu propia manera de relacionarte con otros y trabajarla como una habilidad fundamental para el éxito es una de las mayores fortalezas que puedes tener como empresario (y como persona).

No hay una manera única para comunicarse con los demás, pero sí hay un bien común que intentamos alcanzar cuando proyectamos la intención de hacerlo bien: una buena conexión con aquel que tenemos enfrente. No hace falta que tomes la guía de otra persona para calcarla en tus relaciones, la idea es simplemente modelar la forma en que te comunicas, refinarla y mejorarla.

Mark Murphy, autor de “Hiring for attitude”, divide la comunicación en cuatro grandes grupos. el analítico, el intuitivo, el funcional y el emocional. El primero se basa en datos numérico y en la lógica pura: las personas que se adaptan mejor a este tipo de comunicación son las que piensan en cuál es el paso más razonable que pueden tomar a continuación, de modo que a menudo no saben conectar adecuadamente con las demás personas.

El estilo intuitivo es propio de personas con una gran visión, pero cuyo estilo al hablar no siempre es lo suficientemente claro.

Los comunicadores funcionales son los que planifican cada detalle de la comunicación que están efectuando, y disfrutan midiendo todos los factores: de hecho, a menudo incurren en el error de la sobre-comunicación y hacen que sus interlocutores se pierdan con facilidad y terminen apartando la vista del foco de la conversación.

Por último, los comunicadores personales son excelentes en la conexión emocional con los demás. Sin embargo, aunque haya una buena perspectiva de inicio sobre la relación que mantendrá con los demás, algunos interlocutores pueden considerar que la conversación empieza a tomar unos derroteros fuera de lugar.

Lo más habitual es que las personas que encuentres, así como tú mismo, se enmarquen en uno de estos tipos. Es muy útil averiguar qué categoría corresponde mejor contigo, de modo que aprendas a limar las dificultades que conlleva y a potenciar las fortalezas propias de ese tipo de comunicador; pero resulta especialmente útil averiguar qué tipo de comunicador es la persona con la que tienes que relacionarte para adaptarte a ello y lograr con mayor facilidad una conexión acertada e imperecedera.

Otra de las grandes divisiones ha sido la que se da entre la comunicación verbal frente a la comunicación escrita. Con el auge del correo electrónico, las redes sociales y el marketing digital de contenidos, la comunicación escrita se ha convertido en una habilidad más a la hora de implementar a nuestro CV. Si eres sarcástico o aficionado a las bromas, o si por el contrario tiendes a ser más correcto, sutil y conciso, debes saber que al erradicar la entonación de la voz, lo que suena en tu cabeza puede ser completamente distinto de lo que el receptor interpreta, especialmente si no os conocéis en profundidad.

Saber cómo comunicarse a través de un mensaje escrito es fundamental en el mundo de hoy en día, en el que casi el 50% de las interacciones pueden darse por medios tecnológicos que requieren de un teclado. Lo primero que tienes que saber es: no escribas de la misma manera en que hablas, a no ser que la otra persona te conozca bien. Asegúrate, antes de darle al botón de enviar, de que tu mensaje es claro y que no hay en él ningún elemento que pudiera dar lugar a confusiones.

Los comunicadores que aspiran a ser expertos también necesitan entender que hay una diferencia sustancial entre hablar en grupo y hablar cara a cara con una sola persona. Es habitual que las personas con grandes responsabilidades dentro de una empresa tengan que hacerse a la idea de hablar ante un público. Precisamente por eso, adecuarse a las distintas maneras de comportarse en cada situación es un acierto: por ejemplo, hace falta una mayor expresión de empatía y de conexión emocional con una sola persona que frente a un grupo; por otra parte, se debe cuidar más la entonación, el uso de frases claras y el fortalecimiento del liderazgo cuando se trata de guiar a un conjunto de personas.

También es necesario convertirse en un maestro del lenguaje no verbal, y sobre todo, escuchar a los interlocutores: reconducir la forma en que te comunicas con ellos cuando no está siendo la adecuada es posible solamente cuando estás atento a sus reacciones. Del mismo modo, si no parecen especialmente interesados en la conversación que están manteniendo contigo, es la hora de poner una intencionalidad en tu voz y tratar de captarlos mientras todavía está latente la conexión entre ambas partes.

Comunicar adecuadamente no es una tarea sencilla, pero trabajar en implementar las técnicas para hacerla más empática, más clara, más lógica y mejor planificada es una habilidad que solo los mejores líderes tienen en cuenta.