Quizás una de las formas más efectivas que ya se está implementado, aunque poco a poco, en el equipo de trabajo de las empresas, es la práctica de la experimentación mediante la prueba y error. Y la única manera de alentar a un grupo de empleados para que sean más innovadores es proyectar una mentalidad dinámica de modo que cada miembro del equipo, y no tanto el gestor del mismo, sea el verdadero responsable de los resultados obtenidos.
Para ello, los gerentes pueden tener en cuenta cuatro prácticas:
Fomentar el pensamiento divergente. La mayoría de la gente sostiene la idea de que todos los problemas tienen una sola respuesta correcta, una mentalidad buena parte de las escuelas de formación y empresas refuerzan constantemente. Para cambiar esta mentalidad, el pensamiento divergente ayuda, y mucho, a potenciar la creatividad. No es simplemente la capacidad de llegar a una idea original, sino la de llegar a una gran cantidad de respuestas diferentes, una habilidad esencial para la innovación.
Para fomentar esta clase de pensamiento, puedes pedirle a los miembros del equipo que aporten diez soluciones a un problema planteado, y probad a llevarlos a cabo. De esa forma, los empleados podrán comprobar la cabida que sus ideas tienen a las cuestiones que surjan, y verlos de manera práctica les dará confianza en el proyecto global.
Hacer que todos sean responsables de sus propias pruebas. Lo más importante a la hora de implementar esa mentalidad de prueba constante es que las soluciones creativas y originales deben palpitar dentro de su creador. Segregar a la persona que genera una idea de aquella que la pone en práctica negaría la capacidad del creativo de elaborar las soluciones, y viceversa. El aprendizaje experimental es sin duda el más efectivo. El gerente debería supervisar el trabajo sin caer en la tentación de asumir las responsabilidades, no solo las positivas, también las negativas. Habilita a todo el equipo para desarrollar sus pruebas en todas las fases que deben atravesar y será mucho más fácil recoger los frutos de la innovación.
Normalizar el error. ¿Cómo puedes saber si tu equipo está abrazando correctamente esta nueva cultura de innovación? Estableciendo una tasa de éxito para medir el trabajo sobre esa línea. Si los empleados se decepcionan al no cumplir con las expectativas, dicha decepción puede llevar al miedo a fallar, y el miedo va cogido de la mano de la inhibición de la creatividad. Una alta tasa de fracasos al comienzo es perfectamente normal, y alentar al equipo para que continúe trabajando pese a ello es un paso fundamental a la hora de lograr, poco a poco, acercarse al éxito de todos.
Evitar la utilización de los datos y las pruebas para elaborar mejores respuestas. Cuantas más pruebas realice tu equipo, más ideas tendrán para otras nuevas. Los datos deben servir para fomentar nuevas muestras de creatividad, y no como metas cuyas conclusiones se aplican a partir de entonces. Si los gerentes no establecen una cultura de optimización continua, la efectividad de las prácticas más útiles se desvanecerá a gran velocidad. Si queremos fomentar una mentalidad dinámica, debemos huir corriendo de toda tendencia a caer en lo estático. No utilices lo que aprendas para crear nuevas reglas: utilízalo para inspirar a tu equipo e involucrarlos en experimentos siempre más emocionantes que el anterior.