La presidencia tiene sus ventajas, especialmente para alguien con el imperio empresarial de Donald Trump. Desde la elección, las cuotas de inscripción en su club de Palm Beach, Mar-a-Lago, duplicaron su valor, según consta, hasta situarse en 200.000 dólares; los áticos en su torre de Las Vegas están alcanzando precios de récord, y los huéspedes pagaron hasta 18.000 dólares por noche para quedarse en su nuevo hotel en Washington , D. C., durante su fiesta de inauguración. A pesar de todo, Forbes estima que el presidente es hoy doscientos millones de dólares más pobre que antes de las elecciones y cae doscientos veinte peldaños en el ranking mundial.

Eso se debe a que, en su núcleo, la Organización Trump sigue siendo una firma inmobiliaria del centro de Manhattan, el Midtown, aunque extienda sus tentáculos por todo el mundo. El 40% de la fortuna estimada de Donald Trump de 3.500 millones de dólares se circunscribe a la torre Trump y otros siete edificios situados en un radio de un kilómetro y medio de ella. Lo que sucede en ese microcosmos afecta más al patrimonio neto de Donald Trump que cualquier otra cosa que pase en el mundo. Y, últimamente, el barrio ha estado en aprietos (relativamente hablando). Los beneficios netos de explotación han caído en la torre Trump. También gastó millones en su campaña y en el acuerdo judicial por el fraude de su Universidad Trump.

La familia Trump sigue mostrándose mayoritariamente positiva. “Los hoteles van muy bien, los clubes de golf están funcionando de forma increíble –comenta su hijo Eric–. También hicimos grandes sacrificios”, refiriéndose a acuerdos internacionales que dice que han tenido que dejar pasar. A continuación se muestra un desglose de las posesiones de Trump y cómo ha cambiado la valoración de los activos desde su elección.

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