En el mundo prepandémico, cuando nos apoyábamos en la barra y pedíamos “un jotabé”, dábamos por hecho que nos referíamos a un whisky y que éste, con las letras J&B en la etiqueta, se refería Justerini & Brooks, la marca fundada en 1870 y que este año celebra el 60 aniversario de su presencia en España. Pero el caso es que, durante bastante tiempo, también podíamos encontrar whisky, vodka, ron y ginebra con J.B. en la etiqueta, sólo que no se referían a la destilería británica, sino que eran las iniciales de Julio Borrajo, fundador y dueño de Destilerías Julio Borrajo, en Talavera de la Reina (Toledo), fundadas en 1940.
Y aunque no se encuentran ya las botellas de whisky talaverano “J.B.” (de dos y de ocho años), todavía es posible encontrar algunas botellas de otros licores etiquetados como “J.B.” en webs de coleccionistas. Y hasta algún testimonio en redes sociales de la sorpresa de algún bebedor apresurado, que fue a por whisky y se encontró con ron.
Curioseando entre boletines oficiales y sentencias judiciales, es posible ver cómo la marca británica y la destilería talaverana mantuvieron una larga batalla por poner sus iniciales en sus respectivas botellas.
Diageo Iberia, la marca actual que incluye a J&B no había contestado a nuestros emails en el momento de publicar este artículo. Tampoco ha sido posible hablar con los abogados y procuradores que defendieron a ambas marcas en los tribunales. Lamentablemente, sólo aparecen en la sección de esquelas.
Un rastro muy tenue para una lucha de 36 años. Lucha que finalizó con J.Borrajo y Justerini & Brooks firmando la paz en un acuerdo extrajudicial, en 2008.
Pero Carlos Borrajo, el hijo del Julio Borrajo original, fundador de la empresa, sí que ha aceptado comentar por encima cómo fue el compartir siglas y enfrentarse cara a cara con una gran multinacional británica. “Fue toda una experiencia”, comenta por teléfono. “Y una vez que llegamos a un acuerdo, sólo puedo desearles lo mejor [a Justerini & Brooks] y todo el bien del mundo”.
El empresario talaverano recuerda que cuando era un veinteañero, en 1972, fue a inscribir la marca “C.B” (sus iniciales) y a renovar la marca de las iniciales de su padre. Lo que su empresa entendió en el momento es que los británicos no habían renovado la propiedad comercial de las siglas J&B por un defecto de forma, así que, ¿por qué no registrar lo que no dejaban de ser las iniciales de la empresa de su padre?
Ahí comenzó toda una serie de tiras y aflojas judiciales en los que, al principio, se daba la razón a la destilería toledana. “Ganamos en primera y segunda instancia”, recuerda Borrajo. Pero, cuando llegó el momento de apelar en el Tribunal Supremo, el procurador de los Borrajo no se presentó y el Alto Tribunal dio la razón a los británicos, sentenciando que no habían abandonado su marca.
Pero la lucha seguía en otros frentes. Carlos Borrajo compró una marca francesa, de papel de fumar y productos de fumadores llamada “JB” (jota, rombo, be), fundada y registrada en 1928, mucho antes de que Justerini & Brooks registrasen su marca en España, en 1961.
Así que entre 2004 y 2005, Destilerías Julio Borrajo comercializó dos wiskis propios, de dos y de ocho años, con esa denominación, con la consiguiente guerra en los tribunales entre la afamada mezcla de whisky británica y un “producto de altísima calidad”, según Carlos Borrajo, elaborado en Talavera de la Reina.
El conflicto Londres-Talavera cesó fuera de los tribunales, con un acuerdo extrajudicial cuyos detalles son, hoy por hoy, confidenciales. Pero a ambas empresas: a la centenaria destiladora de whisky y a la empresa familiar talaverana, no les ha ido nada mal desde entonces. J&B es una de las marcas de whisky líderes en España, cuyo mercado es el tercero en importancia para Diageo. Y aunque la crisis y el confinamiento impactó al consumo de licores, Diageo España registró beneficios de 4,5 millones de euros en 2020, aunque estos descendieran un 25% con respecto al año pasado.
En 2021 Justerini & Brooks cumple 60 años en España y es bastante posible que afiance su liderazgo en el mercado español, sobre todo en un mundo que se prepara para celebrar cuanto antes el fin de la pandemia y de la crisis que trajo consigo. No por nada maneja un potente catálogo de 90 marcas, todas ellas referentes internacionales.
Y a Internacional de Comercio y Destilerías J. Borrajo, a una escala más modesta, tampoco les va nada mal. “Esta pandemia demostró lo importante que es ser capaz de fabricar tú las cosas”, asegura Carlos Borrajo, que cuenta orgulloso que su empresa tiene en su catálogo 223 productos, en algunos de los cuales son líderes, como en siropes para coctelería profesional, y entre los que -puede que no casualmente- ya no hay ninguna marca de whisky. Eso sí, todos hechos en la localidad toledana. “Alguna vez me han ofrecido irme a Madrid”, afirma Borrajo, “pero no me merece la pena y ya llevamos mucho tiempo con todas nuestras cosas aquí”. Y exportando a más de 14 países. Ahora la empresa ha pasado a manos de su hijo y Carlos Borrajo, aunque jubilado, aún se pasa para ver con satisfacción “como no dejan de salir cajas de nuestros almacenes”.