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La jubilación no es para mi

La interrupción de la vida laboral de las personas al alcanzar una edad determinada, esto es, la jubilación, conlleva un período de adaptación. Ésta, según los expertos, puede acarrear un período de tiempo, mayor o menor, en función de variados factores como las circunstancias en las que se haya producido, la importancia que le dé la persona a su actividad profesional, las características intrínsecas de ésta, etc. Esa adaptación, no obstante, no siempre es sencilla ni se consigue a la primera. Estar durante toda la vida trabajando y pasar a no tener ninguna obligación laboral, indican los especialistas, es uno de los momentos en los que más riesgo se corre de padecer una depresión. De hecho, se calcula que unas 350 millones de personas en todo el mundo padecen este trastorno psicológico, de las cuales el 12,3% son mayores de 65 años. Por eso siempre recomiendan mantener una actitud vital, buscar propuestas para mantener la mente ágil y el espíritu vibrante. Algunos optan por la maquetería y el senderismo, mientras que otros, sencillamente, deciden seguir haciendo lo que han hecho toda la vida. Se resisten a la jubilación.

Existe además el problema de las pensiones. Hace un año, el Wall Street Journal dedicaba un amplio artículo a analizar los problemas que están atravesando los planes de pensiones en EE UU, donde el aumento de la esperanza de vida de los ciudadanos está obligando a las empresas a prever miles de millones de dólares para hacer frente al pago las pensiones de sus empleados veteranos, unos jubilados cuya esperanza de vida es cada vez mayor. “El ciclo de la vida está cambiando radicalmente”, concluía el artículo. “Para que el crecimiento económico sea sostenible y exista una seguridad mayor, tendremos que encontrar nuevas vías para llegar a los 100 años trabajando, mientras se sigue mejorando e invirtiendo en nuestra salud”. Pues resulta que algunas personas están a punto de alcanzar esa meta.

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Escenarios y pinceles

“No hay jubilación para un artista; el arte es una forma de vida y como tal no tiene fin”, decía el escultor británico Henry Moore, que falleció en 1986, a los 88 años, habiendo participado pocos meses antes de su fallecimiento en una retrospectiva sobre su obra. Y es cierto que al echar la vista atrás e intentar traer a la memoria nombres de personas conocidas que siguieron y siguen trabajando por encima de los 65 o 70 años, la mayoría corresponde a artistas. Martin Scorsese, por ejemplo, está a punto de estrenar a los 74 años una nueva película, Silence, y ya se ha embarcado en la producción de su esperado reencuentro con Robert De Niro (73), Al Pacino (76) y Harvey Keitel (77), The Irishman, tras haber conseguido en el último festival de Cannes el respaldo económico necesario.

Claro que al hablar de cineastas veteranos en activo es inevitable destacar a dos en concreto por razones evidentes. A sus 80 años, Woody Allen ya registra 53 películas como director, y mantiene incansablemente su cita anual con las carteleras. Lo mismo le ocurre a Clint Eastwood (con 38 cintas firmadas personalmente), quien acaba de estrenar la aplaudida Sully y ya se baraja como realizador de The Ballad of Richard Jewell, cuyo reparto estará encabezado por Leonardo Di Caprio. También en España abundan los casos de artistas que se resisten a bajarse de las tablas o a dejar los pinceles, siendo casos destacados los de actores como Nuria Espert (81) y José Sacristán (79) –verdaderas leyendas en activo a ambos lados del Atlántico– o el pintor Antonio López (80). También los fogones son difíciles de abandonar. Y si no, que se lo pregunten a Juan Mari Arzak, que a los 74 años sigue al frente de su restaurante junto a su hija Elena, conservando las tres estrellas Michelin.

Por cierto, hablando de acuarelas, nada menos que 93 años cuenta Stan Lee, padre de innumerables superhéroes del cómic, que en los últimos años parecía haber centrado sus esfuerzos en la supervisión de las adaptaciones cinematográficas de muchas de sus creaciones. Sin embargo, el pasado julio sorprendió a su legión de fieles con la presentación de Nitrón, un nuevo superhéroe que contará con serie de novelas gráficas y películas, ya en preparación.

También en el mundo de la música hay muchos casos de creadores convencidos de morir con las botas puestas, como Tony Bennett (90), Bob Dylan (75) o Charles Aznavour (92), embarcados desde hace años en una gira continua. Además, 2016 ha sido testigo de varias dramáticas muestras que vienen a subrayar esa actitud, como los casos de Leonard Cohen (82), Lou Reed (72), Leon Russell (74) o Merle Haggard (79).

El lujo de trabajar

“La jubilación es para la gente que se ha pasado toda una vida odiando lo que hacía”, comentó en una ocasión el citado Woody Allen, y tal vez por eso la mayor parte de esos septuagenarios y octogenarios que siguen desempeñando sus funciones es gente que ha dejado patente a lo largo de los años su pasión por la profesión que desempeñan. Es el caso de algunos grandes nombres del mundo del lujo y la moda, como François Pinault (79). Aunque sigue siendo presidente de honor conglomerado Kering, con participación mayoritaria en Fnac, Puma y, sobre todo, Grupo Gucci, su buque insignia, ahora es su hijo el que lleva las riendas del negocio. Pinault, no obstante se mantiene activo centrado en una de sus grandes pasiones, el arte, gestionando varios museos. Ralph Lauren (76 años), Giorgio Armani (81) o Leslie Wexner (78) son algunos de los empresarios de la alta costura que siguen acaparando la atención en las semanas de la moda, lo mismo que ocurre con el diseñador Karl Lagerfeld, aún destilando energía y originalidad a los 82 años.

Hablando de otra clase de diseño, también peinan canas dos de los arquitectos más influyentes del presente siglo: Norman Foster (80) y Frank Gehry (86). De hecho, Foster acaba de ser elegido para rehabilitar el Salón de Reinos del Museo del Prado, con objeto de ganar 2.500 metros cuadrados de espacio expositivo. El reputado arquitecto británico llevará a cabo el proyecto con el estudio español de Carlos Rubio.

Altas finanzas

Pero no es necesario dedicarse a ninguno de los siete artes ni a la industria de la moda para ser un veterano decidido a no fichar salida. Algunos de los grandes nombres de las altas finanzas, muchos de ellos en altos puestos de la lista Forbes de los más ricos, siguen aprovechando sus décadas de experiencia para crear nuevos negocios y ampliar sus ya vastos imperios. Es el caso, por ejemplo, del magnate de la comunicación Rupert Murdoch, quien a los 84 años, según los recientes rumores, podría estar planteándose añadir Mediaset a la cartera de grupos mediáticos aglutinados bajo las firmas News Corp y 21st Century Fox. Otro gigante de los medios, Michael Bloomberg, cumplió 74 años el pasado febrero, aunque en ese sector sería el ‘juguetón’ Hugh Hefner quien, a los 89 años, ostentaría el grado de mayor veteranía. Sin embargo, el imperio Hefner, alrededor de la franquicia Play Boy, se ha ido desmoronando en los últimos años hasta el extremo de haber puesto a la venta recientemente su legendaria mansión.

Conscientes de que la veteranía es un grado, en Wall Street no le hacen ascos a los que tienen mucho que enseñar después de todo lo vivido, caso de Warren Buffett. A los 86 años el Oráculo de Omaha sigue siendo el mayor accionista y CEO de Berkshire Hathaway, además de uno de los grandes referentes en el ámbito de las finanzas, cuyos consejos y frases lapidarias son estudiadas con celo por los profesionales del sector (no en vano lleva ganados más de 8.000 millones de dólares desde la victoria de Trump, gracias a las inversiones que hizo ante ese posible resultado). Algo similar ocurre con el gran gurú financiero Carl Icahn (80), quien al frente de Icahn Enterprises, su holding de compañías con sede en la ciudad de Nueva York, es una de las voces más respetadas en lo que a análisis financieros se refiere.

Larry Ellison (71) y su apuesta por los negocios en la nube para reforzar Bell, Ingvar Kamprad (89) y la imparable expansión de su imperio Ikea, Phil Knight (77) y el continuo refresco de Nike, o las inabarcables inversiones de los hermanos Charles (80) y David (75) Koch, son otros buenos ejemplos de hombres de negocios que se resisten a dejar el maletín y la mesa de juntas al cumplir los 65.

Españoles en el tajo

Como decíamos al principio, al pensar en trabajadores que deberían estar disfrutando ya del dorado retiro suelen ser artistas los que nos vienen a la mente o, en todo caso, grandes magnates internacionales. Pero en España tampoco faltan casos de septuagenarios y octogenarios que siguen en la brecha. Anteriormente se señalaron los casos de un par de artistas –a los que se podría sumar, por ejemplo, Julio Iglesias con sus 73 primaveras–, pero también entre los más poderosos e influeyentes del sector empresarial hay veteranos de la envergadura de Amancio Ortega, quien si bien dejó la presidencia de Inditex en manos de Pablo Isla en 2011, no sólo continúa siendo máximo accionista de Inditex, y con ello la influencia principal sobre la compañía de retail más importante del país, sino que también preside la sociedad de empresas inmobiliarias Pontegadea, cuyo último hito, el pasado septiembre, fue la compra de la Torre Cepsa, hasta ahora propiedad de Bankia.

También César Alierta dejó su cargo de presidente ejecutivo de Telefónica el pasado abril, un mes antes de cumplir 71 años, aunque ha asumido con energías renovadas sus responsabilidades como presidente de la Fundación Telefónica entregándose a un nuevo proyecto: acabar con la brecha digital que dificulta aún más el desarrollo del tercer mundo. Por su parte, Juan Miguel Villar Mir decidió el pasado julio, a los 85 años, ceder la presidencia de OHL a su hijo Juan, pero sigue al frente del holding Grupo Villar Mir, que acaba de recuperar el control de la Quinta Torre (en Madrid) tras romper lazos con el fondo suizo Corestate.

En cuanto a Juan Abelló, sigue siendo a los 74 años presidente y máximo accionista de Alcaliber, con la que controla toda la cadena del negocio legal de opio en España. De hecho, el año pasado Alcaliber tuvo el mejor ejercicio de su historia: ganó 9,3 millones, tras aumentar sus ventas un 11,6%. En cuanto a Manuel Lao Hernández, presidente de Cirsa, empresa del sector de juegos y apuestas, ha conseguido a los 72 años que su compañía emita bonos por 450 millones de euros. En el campo de la abogacía, si bien Antonio Garrigues Walker (82) dejó la presidencia ejecutiva de su despacho en manos de Fernando Vives ya en 2014, el que fuera impulsor de la abogacía moderna en España, se resiste a alejarse del universo que ha llenado su vida durante tantos años, ejerciendo de embajador de excepción y presidente honorífico de Garrigues.

Isabel Castelo D’Ortega (87), presidenta del Grupo Ocaso; Juan José Hidalgo (75), presidente ejecutivo de Globalia (su hijo fue nombrado el pasado septiembre director ejecutivo de la firma); Ángel Luengo Martínez (88), dueño de Samca y Ebrosa, y una de las grandes fortunas de Aragón; o la propia coleccionista de arte y mecenas Carmen Thyssen (75) son otras de las grandes fortunas que siguen generando trabajo y dividendos cada año sin atender a la edad de quienes las ostentan.
Y al igual que los casos comentados, también pueden señalarse médicos, escritores, artesanos o investigadores de diversas disciplinas que dejan de lado el calendario y deciden saltarse la regla de que la edad que arroja su documento de identidad es la que debe marcar su vida y su destino.