La última política económica extraña de Escocia está a punto de chocar con el sentido común. El resultado será un desastre para el famoso Festival Internacional de Edimburgo, que arrancará, como de costumbre, este agosto.
En 2019, el Festival vendió algo más de tres millones de entradas y atrajo a la capital escocesa a unos 450.000 visitantes.
La pandemia de 2020 hizo que no hubiera festival ese año. Pero cuando se reanudó en 2022, la venta de entradas se hundió casi un tercio, hasta los 2,2 millones.
Pero hasta aquí llegó el repunte. Es probable que este año se produzca otro descenso debido a una extraña y contraproducente normativa sobre alojamiento que aprobó el Parlamento escocés en 2022.
Regulación restrictiva de los alquileres tipo Airbnb
Ahora cualquier persona en Escocia, incluido el aproximadamente medio millón de residentes en Edimburgo, tendrá que obtener una licencia para alquilar su vivienda a turistas. El sitio web Hostaway lo explica de la siguiente manera:
- «Todos los alquileres a corto plazo en Escocia deberán tener una licencia, a menos que estén específicamente excluidos. Es un requisito legal obtener una nueva licencia, independientemente de si los anfitriones subarriendan ocasionalmente o alquilan una habitación libre, por ejemplo».
Obtener una licencia per se no es el problema. La realidad es que, según los expertos, es poco probable que los apartamentos de edificios de vecinos con escaleras compartidas obtengan la aprobación.
Es un problema importante para los posibles turistas, ya que la mayoría de las viviendas del centro de Edimburgo están formadas por casas de vecindad. En pocas palabras, los alquileres temporales en el centro de Edimburgo que antes eran un pilar para el turismo de agosto ahora no estarán disponibles.
Más de 39.000 euros al mes: un alquiler para multimillonarios
Para el próximo festival de agosto, ahora escasean los alojamientos. Tanto es así que los precios de los alquileres se han disparado hasta 34.000 libras (unos 39.175 euros) para el mes de agosto.
Política contraproducente
La situación empeora. Supuestamente, la normativa se diseñó para paliar la escasez crónica de vivienda en Escocia. Pero lo que ocurrió, en realidad, es diferente. En lugar de ayudar a reducir los alquileres, las nuevas normas favorecen a los propietarios adinerados en detrimento de los menos afortunados.
Por ejemplo, parece muy probable que los propietarios de casas adosadas –en su mayoría personas adineradas– puedan alquilarlas. También se beneficiarán de unos ingresos extra gracias a las nuevas tarifas de alquiler más elevadas.
Mientras tanto, los inquilinos de viviendas de alquiler –que no suelen ser tan solventes como los propietarios de casas adosadas– podrían ver mermados sus ingresos. Eso es especialmente triste porque muchos de esos inquilinos dependían regularmente de unos pocos miles de libras de ingresos por festivales de AirBnB para cubrir su hipoteca anual.
La única buena noticia posible de esta norma económicamente insensata es que las dificultades económicas serán generalizadas y probablemente conducirán a la expulsión del Partido Nacional Escocés junto con sus políticas autodestructivas.