Forbes ha celebrado la I edición de Forbes Summit Reinventing Cantabria, en el Centro Botín de Santander y en colaboración con Sigma Dos. El foro ha empezado con la charla ¿De Cantabria al infinito?, entre Andrés Rodríguez, presidente de SpainMedia y editor y director de Forbes España, y Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria.

Andrés Rodríguez. Lo primero que tengo que decir es que conversar con Miguel Ángel Revilla, a mí me produce miedo escénico. Estamos hablando con uno de los grandes comunicadores de este país. Hay muchos grandes comunicadores, pero hay pocos grandes comunicadores metidos a política. Nos conocemos muy poco, nos hemos visto un par de veces, así que tengo más información de él por su presencia en los medios que en persona; y es muy fácil percibir lo que la gente le quiere. Sin embargo, la política no se la quiere mucho. Es un territorio en el que todos probablemente primero soltemos una queja. Y también es muy fácil percibir la energía que tiene. En enero cumple 80 años, presidente, nuevas elecciones… ¿De dónde saca usted toda esta energía?

Miguel Ángel Revilla: Lo primero, si se puede, pediría que se levantasen las cortinas del escenario.

AR. Si no se levantan las cortinas porque no se ve la pantalla, nos da lo mismo ver la pantalla. Lo que queremos es ver el mar.

MAR. Primero hay que tener un mínimo de salud. Yo no es que tenga una salud de hierro, pero he ido capeando mis problemas de riñón y una vez que tienes una mediana salud, el resto es cabeza y vocación. Yo soy una persona que en el año 75 tenía una vida resuelta, entendiendo como vida resuelta la económica, incluso la sentimental. Tenía una buena situación social. Tenía mi barco de pesca, era director de un banco y profesor de la Universidad. Es decir, que se puede decir que era una persona que había encarrilado mi vida y de cierto modo un pequeño triunfador. Y me entró el veneno de Cantabria. Yo siempre tenía un enfado con los que habían vivido aquí durante siglos y se dejaron quitar el nombre más conocido de Hispania fuera de Hispania en aquellos tiempos de Roma. Creo que el primer territorio que se nombra es Catón el viejo [referencia a la obra Orígenes de Marco Poncio Catón], 196 años antes de Cristo, cuando dice aquello de Fluvium Hiberum; is oritur ex Cantabris. El río Ebro nace en la tierra de los cántabros y un mar que se llamaba el mar Cantábrico. ¿Por qué nos han llamado de 20 maneras distintas? Cuando muere Franco, un día me llaman a un debate y digo «hay que recuperar el nombre de Cantabria y ser una autonomía uniprovincial en una articulación descentralizada de España». Y ahí, me lancé y lo dejé todo para ser presidente.

AR. ¿Siempre habló claro? Antes de dedicarse a la política, ¿hablaba igual?

MAR. Sí, sí, clarísimo. Siempre digo lo que pienso y he tenido algunas malas consecuencias, pero la gente sabe que yo digo lo que pienso. La prueba es que, a mi edad y no estando en un partido como el PP o el PSOE que te mandan el recado de Madrid para decirte que tienes que decir en cada cosa, nuestro partido ha estado unas veces con unos y otras con otros, no tiene una disciplina que no sea la que decidimos nosotros aquí en Cantabria. Somos 9.000 militantes, tenemos un congreso cada cuatro años, elegimos los cargos y el ejecutivo marca la línea política.

AR. ¿A qué se debe el éxito de un partido tan atípico en un territorio como Cantabria?

MAR. Pues es difícil. No tiene una explicación. Está mal que lo diga, pero se debe fundamentalmente a que yo soy una persona que como se le meta una cosa en la cabeza y crea que tengo razón, soy capaz de dejarlo todo e ir puerta por puerta intentando convencer a la gente. Y es lo que hice. Yo tenía un coche, un Peugeot 505, que le hice 500.000 kilómetros sin salir de Cantabria. De pedanía en pedanía. Dejé la pesca y los sábados y domingos aparecía en Soma o en cualquier lado. A veces me esperaban 15, otras ocho. Alguna vez nadie. Una pura vocación y obsesión. Y eso son 40 años largos. Yo soy el único político de España que está desde el primer día de un parlamento democrático, que fue el año 83, ininterrumpidamente hasta hoy. Yo veo ahora quienes estábamos en aquella época y la mitad ya no están.

AR. ¿En qué momento se dio cuenta, presidente, que usted tenía un don para comunicar y convencer a la gente?

MAR. Pues te lo voy a contar. Intenté en los últimos años verle y me dijeron que estaba muy malo, y no pude acceder a él. Yo recuerdo que en el año, precisamente, 83 había un programa que se llamaba La Clave, que lo dirigía Balbín.

AR. Y que fumaban en el plató

MAR. Una pipa. Y un puro.

AR. Habría mucho humo.

MAR. Sí, aquello era… Entonces decidió hacer sobre el tema de si autonomía, sí, autonomía, no, en el año 1979, en el palacio de la Magdalena. Y allí estábamos siete, y de los que estábamos allí solo hay un superviviente y yo. Los demás, fallecidos. Obviamente, yo fui allí a defender la autonomía de Cantabria. Ahora, con motivo de la muerte de José Luis, han aparecido imágenes mías, interviniendo en aquel programa con más pelo que el que tengo ahora y un bigote. Y al acabar el programa vino una chica y nos dieron un reloj de madera cada uno, que todavía conservo, y me dice: «El señor Balbín quiere hablar con usted». Y estaba él con la pipa y una pierna encima de la silla en el despacho del rector, y me dice: «Siéntate, chaval. Si yo entiendo algo es de televisión, que lo sé todo. Nada más te llamo para decirte una cosa. Cuando una cámara a ti te pida que salgas, ponte, porque en esto o se da o no se da. Y tú, chaval, das». No le hice mucho caso, pero al cabo del tiempo he recapacitado y he pensado «ese Balbín tenía razón». Y quise verle, diez años para acá, pero ya estaba muy mal y no conseguí ir a decirle que aquel vaticinio sí que se había cumplido, porque no paraban de llamarme de todos los canales del mundo. Y no voy a más porque no quiero saturar a la gente.

AR. Cada vez que la audiencia baja, presidente, le llaman.

MAR. Sí. Me suelen llamar cuando hay partidos de fútbol, que televisan en El Hormiguero, por ejemplo, cuando hay partidos de fútbol del Madrid contra tal, me llaman. Y saben que conmigo tienen la confianza, y saben que voy.

AR. Vamos a hablar un poco de economía. ¿Qué oportunidad tiene Cantabria en el desarrollo de las energías renovables?

MAR. Pues tiene muchísimas y hasta ahora no hay nada. Hasta ahora no tenemos nada, pero ahora hay dos proyectos. Uno importantísimo, que ya está en la fase final, de una energía absolutamente renovable, que es un bipantano que tenemos aquí, que Repsol compró la explotación y que es una producción hidroeléctrica, de subir por la noche el agua y bajarla. La capacidad de producción de esa central es de 340 megavatios y el proyecto —que ya están pidiendo las ofertas para la adjudicación— supone una inversión de 700 millones de euros, una de las mayores que hace en España Repsol, para comenzar en primavera del año que viene y producir 1.100 megavatios adicionales a los que producen ahora. Funciona a base del reforzamiento de turbinas que van por el interior de la piedra para bombear mucha más capacidad de agua. Y también hay un proyecto de energía eólica, que ha tenido también sus protestas. La gente no quiere en Cantabria producción eólica, pero hay que tenerla en sitios muy determinados, para lo que hemos hecho una ley donde se determina en qué sitios no, que son el 94%.

AR. ¿Por qué la gente no quiere en Cantabria la producción eólica?

MAR. Bueno, porque en Cantabria no cabe duda que tiene unos monumentos naturales —por ejemplo todas las vías pasiegas, los Picos de Europa, la zona donde yo nací…—, pero también es verdad que hay zonas que no tienen ese tan alto valor paisajístico y que están al lado de otros territorios como la sierra del Escudo, donde se va a poner —por fin— una instalación de Iberdrola, que comenzará en cuestión de días. Cantabria va a empezar a tener una alta producción de energía renovable a partir de estos dos proyectos. Hasta ahora no teníamos nada.

AR. El otro día, cuando charlábamos en su despacho, se felicitaba usted por el equipo del éxito del turismo este verano, pero a la vez nos transmitía la preocupación de hacer crecer el turismo que ya está viniendo a Santander, por ejemplo, de manera sostenible. De no morir de éxito, como decimos coloquialmente. ¿En qué situación estamos y cómo se mantiene un equilibrio entre hacer venir a la gente y que no vengan muchos o todos a la vez?

MAR. En eso está el consejero de Turismo. Estamos en una campaña que tenemos que hacer que cuaje en la gente. El cambio climático ha tenido unas consecuencias importantes. El que lo niegue es que no tiene conocimiento de lo que era Cantabria hace 50 o 60 años. Ahora el invierno aquí no llega a tres meses. Hasta hace 10-15 días hemos tenido veintitantos grados. Hay que desestacionalizar y decir a la gente, yo lo voy a hacer, «no venga en julio y agosto, es un error. Va a estar incómodo, le van a cobrar más. Venga en el mes de junio, abril, mayo; y, sobre todo, septiembre y octubre, que son los meses de menos lluvia, con una temperatura media de 22-23 grados». Ya sé que la gente ahora dice: «Los colegios». Pero es que ahora hay cantidad de jubilados, somos una sociedad geriátrica. Entonces, tenemos que conseguir eso para repartir un poco el público. Lo que no podemos tener es días donde nos llegan a Cabárceno 15.000 personas. Primero, ni ven el parque bien, y además tienen que hacer colas… Y lo mismo, los precios hoteleros que se tienen aquí en agosto son de los más altos de España.

AR. ¿Cómo está Cantabria de infraestructuras para estos retos?

MAR. Cantabria tiene la mejor red de carreteras de España de competencia autonómica, pero hay competencias del Estado. Por ejemplo, el gobierno de Cantabria tiene todas las carreteras fabulosas, pero las que comunican territorios son de competencia del Estado. Hablo de la subida a Liébana, que es ahora mismo el lugar de mayor atracción turística todo el año. Ahí ves ingleses en enero, en febrero… porque vienen tres ferris aquí y se van directamente ahí. Eso es una carretera infumable para estos tiempos, y además peligrosa. Y ahora ha empezado la obra. Esa carretera es fundamental. Vamos a tener un año con dificultades para acceder y más siendo como va a ser año jubilar lebaniego, donde esperamos la llegada de más de un millón de personas. Y eso no depende del verano, van todo el año. Es el gran reto que tenemos. Hay otro turismo que no depende del verano y es el que origina el surf. Si vais al pueblo de Somo es impresionante, 26 escuelas de surf, y allí no hay más que irlandeses, alemanes… Se habla inglés y alemán allí. Un turismo que ha llegado aquí de golpe. Para ellos, un día como hoy es un día excepcional. El golf es otro de los grandes potenciales para desestacionalizar el turismo del verano. Los ingleses dicen que al golf se juega hasta con sol.

AR. El Museo Reina Sofía trae a Santander su primera delegación fuera de Madrid. El modelo de Málaga, como ha gestionado Málaga la cultura como una de sus palancas de cambio de la ciudad, ¿es un buen ejemplo para Santander?

MAR. Te voy a contar cómo veo yo en dos años y medio algo que ya es tangible. Estamos aquí en el Botín. No creo que haya ningún lugar en el mundo, a veces me dicen que soy un poco exagerado… Replícame si crees que me puedes replicar y me dices: «No, no, yo conozco un sitio en el mundo, tú no has salido de aquí y no conoces nada…». Vamos a situarnos aquí donde estamos ahora, en el Centro Botín. Han levantado las persianas, ¿verdad? Dentro de dos años y medio, en un recorrido de un kilómetro y medio máximo, sales de aquí y ves este museo. Llegas a Castelar y empiezan ahora las obras del Museo de Prehistoria. No hay ningún lugar en el mundo que tenga tantas cosas procedentes de 40.000 años atrás. Somos 10 Patrimonios de la Humanidad por ahí dispersos de incluso de la época de los neandertales. Eso atrae muchísimo. Queremos conocer qué hacíamos. Eso va a ser una cosa impresionante y que no va a tener nadie en el mundo. Está aquí. Donde la gente vivía hace 40.000 años era en Cantabria y dejaron lo mejor de lo que sabían hacer en aquel tiempo. Seguimos y 500 metros aquí en frente, el Banco Santander va a tener el mejor museo privado de España.

AR. Con fondos del banco.

MAR. El Banco Santander ha cogido el Hispano, el Central, el Banesto, el Urquijo. Todos los bancos que eran coleccionistas de obras de arte. Estamos hablando de 1.200 cuadros impresionantes. Todos los grandes de la pintura española y europea. Y eso va a ser en un edificio como ese que está transformando en museo. Porque los bancos son el antimuseo, son búnkeres para guardar el dinero. Y vamos a tener ahí el museo del Banco Santander. Y avanzamos 200 metros más y tenemos el Reina Sofía. Y voy a hablar de otro museo que está construido, La Bahía. ¿Qué ciudad tiene en 20 minutos una elipsis de esos cuatro museos? Vamos a hacer de eso un centro de atracción cultural permanente, y esto va a estar completado en dos años y medio o tres. Y eso sí desestacionaliza. Para ver un museo no hace falta venir en verano. Yo, personalmente, creo que va a haber un cambio radical. Todos sabemos lo que ha supuesto el Guggenheim en Bilbao, que ha sido la mayor empresa que han montado. La gente que va al Guggenheim. Yo creo que muchos de esos van a venir más contentos aquí.

AR. Claro, ahora entiendo por qué se quiere volver a presentar, porque no se lo quiere perder.

MAR. Mira, me presento porque no me queda más remedio. Es una locura por la edad y por ir en contra de mi familia, pero estoy en un partido donde yo he liado a mucha gente. Somos el primer partido de Cantabria. Ahora es una situación complicada. Para ganar, en caso de que ganemos… Hay gente muchísimo más capacitada que yo en este partido. El mejor equipo humano lo tiene el Partido Regionalista. Todos son de primera división. Pero hay un tirón electoral que se tiene. Igual que lo que decíamos de la televisión, o das o no das. A mí me vota mucha gente por un voto personal, que ahora es necesario para el partido. Es un partido con 42 alcaldes de 100. La primera fuerza municipal de Cantabria es el PRC. Entonces si me dicen que estoy bien, y me he ido a mirar concienzudamente, cómo voy a decir que no. Si hemos ido a un congreso y he sacado 780 sí, y un no y una abstención.

AR. Quién se habrá abstenido.

MAR. Le hemos pagado un café para que lo haga.

(Ríen)

MAR. Queda feo, ¿no?

AR. Muchas gracias, presidente. Uno de los grandes políticos y comunicadores de este país. Podría haber elegido otro oficio sin ningún problema.

MAR. No se me daba mal la banca.

AR. Como vendedor hubiera hecho mucho dinero.

MAR. La banca me quería hacer… Eso no lo he contado. Me dijeron: «Te hacemos director general de toda la zona norte y deja la política, porque si no, tienes que dejar el banco». Efectivamente, si salgo tengo que dejar el banco. Y así fue. Pero me ofrecían ser director general de toda la zona norte del banco. O sea que igual hubiese llegado a ser director de un banco. No lo sé, no creo. Pero yo era un tío que les conseguía recursos. Pero esto necesitaba hacerlo. Mirando a atrás, no sé si lo volvería a hacer, porque sacrifiqué toda una vida. Divorcio, todo lo que quieras. Llegué a vivir de prestado en casa de mi hermana… Pero a la hora de afeitarme por la mañana me habría preguntado: «¿Por qué no lo intentaste tú que tienes capacidad de convencer a la gente?». No creo que esto fuese la comunidad autónoma que es si no llego a dar el paso que di en ese momento. No creas que recibieron la noticia con agrado. El padre del que hizo esto, de mi querido amigo Emilio Botín, al que echo mucho en falta. El padre de Emilio Botín llamó al banco para decir: «Lárguenme a ese tío que me quiere cambiar el nombre que lleva mi banco. Le he puesto Santander porque es mi tierra, ¿pero va este y me quiere poner Cantabria?. Hasta ahí podíamos llegar, que lo lleven por ahí».

AR. Muchas gracias presidente. Gracias por la hospitalidad.

MAR. Estáis en casa.