Valor y precio nunca fueron sinónimos, y son conceptos que tendemos a confundir en nuestro lenguaje cotidiano: solemos preguntar cuánto vale un producto y nos responden con su precio.

Sin embargo, en economía son dos conceptos muy diferentes:

El valor está relacionado con nuestras preferencias individuales, y el precio está además relacionado con el coste de producir un bien o servicio, más un margen.

El valor es totalmente subjetivo, y varía de una persona a otra, según la situación, el momento vital, e incluso la cultura.

Imagina, por ejemplo, un helado de pistacho. Si eres chocolatero, seguramente le darás poco valor a tomarte uno. Pero, si no hay helado de chocolate y hace mucho calor, quizá te lo pienses. Puede que, cuando eras pequeño, te gustasen unos sabores, pero le hayas dado más valor al pistacho con el paso del tiempo. En cualquier caso, si no llevas suficiente dinero para un helado, no podrás comprarlo, por mucho que lo valores.

Podemos pensar también en un bien público, como la sanidad. Las personas jóvenes o sin problemas de salud cercanos tienden a ser indiferentes con la sanidad. Sin embargo, cuando se necesitan servicios médicos, cada persona valora de manera diferente la facilidad de acceso, la calidad de la atención o las infraestructuras de las que dispone el sistema sanitario.

Nuevamente la situación económica influirá: si tengo mucho dinero, puedo optar a la medicina privada y pagar el precio correspondiente. Si no tengo los recursos necesarios, no podré acceder a un médico «de pago», aunque sea muy valioso para mí. En el caso de la sanidad pública, el precio lo paga el Estado con los impuestos recaudados. Dependiendo del país y del valor que dé la sociedad en su conjunto a la sanidad universal, el Estado proporcionará servicios sanitarios de calidad para todos, o únicamente para aquellos que se encuentren en situaciones muy marginales.

Pero volvamos a la demanda de helado de pistacho…

La suma de todas las preferencias individuales, del valor que le damos al helado de pistacho, es la demanda, y se representa mediante una curva descendente.

Que la curva sea descendente significa que, según baja el precio, más personas están dispuestas a adquirir el producto, a comprarse un helado de pistacho:

Cuando el precio es alto (P0), sólo los que dan mucho valor a ese bien y tienen el dinero para pagarlo, lo compran (Q0 unidades).

Según baja el precio (de P0 a P1), hay más consumidores dispuestos a comprar ese bien y se necesita menor capacidad económica para hacerlo (de Q0 a Q1 unidades).

Respecto a la demanda, la relación entre precio y valor es clara: estamos dispuestos a pagar un precio más alto por aquello a lo que damos más valor.

Pero no vamos a la heladería con nuestra valoración del helado de pistacho y nos cobran un precio distinto a cada uno. ¿Cómo se forma el precio de un producto concreto?

Nos falta conocer la otra cara de la moneda, la oferta, o cuál es el coste del helado de pistacho para el heladero.