Este domingo, 14 de febrero, más de 5,6 millones de ciudadanos están llamados a las urnas en Cataluña. Más que nunca, los ojos están puestos en el resultado de esta cita electoral. La crisis sanitaria derivada de la pandemia del coronavirus, la tensión política generada por el proceso independentista y la aceleración de la crisis económica en el último año hacen más necesario que nunca la formación de un gobierno sólido que sea capaz de capear la tormenta.  

El punto de partida de este 14-F es la incertidumbre. Un 37% de la población aún está indecisa respecto a su voto y las previsiones de participación apuntan a un 60%. Ese nivel está 19 puntos porcentuales por debajo de la cifra histórica registrada en los comicios de 2017. Y es, precisamente, la caída en la participación motivada por el miedo al covid, el hastío generado por el ‘procés’ o la pereza de salir a votar en una jornada lluviosa lo que puede acabar por decantar el resultado de las elecciones y que la presidencia de la Generalitat cambie de manos. 

Crisis sanitaria

La crisis sanitaria que ha causado la pandemia ha mostrado las consecuencias de los recortes realizados por los gobiernos convergentes en el sistema de salud catalán. Con una incidencia que supera los 406 casos por 100.000 habitantes, 533.300 casos de covid contabilizados desde el inicio de la pandemia y un total de 20.133 fallecidos, el drama del coronavirus en Cataluña requiere que de estos comicios salga un gobierno que pueda afrontar la situación.

De una manera u otra, los partidos han puesto el énfasis en las políticas de reconstrucción económica tras el tsunami que ha generado la pandemia a todos los niveles, poniendo bajo la lupa las carencias del sistema sanitario y la posibilidad de impulsar inversiones con una estructura público-privada. 

Recuperación económica

El escenario económico que encontrará el próximo ‘president’ no es sencillo. La tensión soberanista ha frenado en los últimos años el dinamismo económico de la comunidad. Desde octubre de 2017, más de 6.000 empresas han abandonado la región en busca de estabilidad jurídica, lastrando el avance del PIB que se ha llevado la puntilla en el año de la pandemia. En 2020, el PIB catalán se hundió un 11,4%, según los datos del Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat). El dato pone fin al ciclo expansivo que se inició hace seis años y supone el retroceso más importante de la economía española. 

Las restricciones derivadas de la crisis sanitaria han golpeado con fuerza al sector servicios, siendo el turismo y la movilidad (hostelería, transportes, agencias de viaje, arte y cultura) los más afectados, frente a otros que incluso han logrado avanzar respecto al año anterior, como las telecomunicaciones, la seguridad o la limpieza. El sector de la construcción, en tanto, es el que mayor desplome ha marcado en el ejercicio, con un descenso del 15,5%; la industria, por su parte, se ha contraído un 9% respecto al año anterior. 

El turismo, las exportaciones y la industria son motores clave para la economía catalana. Las previsiones para el primero no son buenas en este 2021 con el virus aún poniendo en jaque a todo el sector; para las exportaciones y la industria, la Cámara de Comercio de Barcelona estima que remontarán la contracción de 2020 y avanzarán en un 14 y un 6%, respectivamente. 

Otro de los motores, el gasto público, estará muy condicionado por la llegada de los fondos europeos para la recuperación, que no se espera que generen impacto hasta finales de año. Y, actualmente, el margen de la política fiscal es escaso, con un endeudamiento que roza el 36% del PIB de la región. 

Durante la campaña, las propuestas de los partidos en el plano económico han planteado una gran movilización de dinero, prometiendo elevar tanto el gasto como la recaudación. Eso se traduce en impuestos, que cada partido ha aterrizado de una manera pero con un mismo objetivo: paliar los perjuicios económicos del covid-19.

La realidad es que, al igual que otras comunidades, la esperanza para insuflar energía a la economía está depositada en los fondos europeos. Pero para gestionar esa inyección de dinero se necesita un Govern fuerte y una buena coordinación con el Gobierno central.

Gobernabilidad y relación con Madrid

Las previsiones apuntan a un nuevo parlamento muy fragmentado y no se descarta la necesidad de repetir los comicios por el bloqueo que esto supondría para llegar a acuerdos de gobierno. 

Los sondeos apuntan a una carrera entre los tres contendientes más fuertes: el PSC, ERC y Junts per Catalunya (JxCat). Los analistas apuntan a que la caída de la participación podría beneficiar a los independentistas, que aun quedando por detrás en votos respecto a los socialistas, con Salvador Illa a la cabeza, podrían lograr más escaños. Pese a las diferencias de planteamiento que muestran los partidos soberanistas, los analistas ven poco probable que no logren cerrar un frente unido si eso les garantiza el gobierno, situación que tensionaría de nuevo las relaciones con Madrid en un momento muy delicado para la región, sobre todo si el peso del nuevo Ejecutivo catalán recae sobre JxCat.

Una jornada electoral marcada por el covid

La situación de la pandemia en Cataluña ha puesto contra las cuerdas el operativo logístico para celebrar los comicios de este domingo. Garantizar la seguridad tanto de las personas que han sido elegidas para formar las mesas electorales como de los votantes es clave; los retrasos o fallos en la constitución de las mesas puede derivar un retraso de varios días en los resultados electorales. 

Así lo advirtió el Govern a principios de semana, subrayando que es posible que en la noche de este domingo no se conozcan los resultados definitivos y haya que esperar al menos al martes. Sin embargo, este sábado han asegurado que cuentan con suficientes ciudadanos titulares y suplentes convocados y será posible constituir todas las mesas electorales. 

“Con los datos que tenemos, podemos decir que el 100% (de las mesas) se podrán constituir”, ha afirmado el conseller de Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia, Bernat Solé. A media tarde del sábado aún quedaban por resolver más de 3.000 de las alegaciones para ser eximido de las más de 33.000 planteadas. 

Los colegios electorales abrirán sus puertas a las 9.00 horas y la Generalitat ha establecido franjas horarias para grupos de riesgo (9 a 12 horas), para los ciudadanos que no pertenecen a ningún colectivo de riesgo (12 a 19 horas) y para aquellos que sean positivos en covid, sospechosos o que hayan tenido un contacto estrecho (19 a 20 horas). El cierre de urnas se realizará a las 20 horas y comenzará el escrutinio.