Cuando el 11 de marzo de este año Christie’s subastó «Everydays – The First 5000 Days», obra digital del artista Mike Winkelmann (Fond du Lac, Wisconsin, 1981), conocido como Beeple, por 69.346.250 dólares algo hizo “crac” en el mundo del arte…
La obra reunía las 5.000 piezas de arte digital (una al día) que su autor había realizado a lo largo de trece años, pero lo que el comprador se llevaba no era un cuadro, ni una fotografía, ni un grabado… Era una obra digital que se puede ver en la pantalla del móvil o del ordenador, pero cuya física es, inexistente… ¿Quiere eso decir que es una ilusión? No. La obra existe, pero igual que una fotografía, un poster o una copia a tamaño real del “Guernica” no es el Guernica, y sólo el “Guernica” que está en el MNCARS es el “Guernica”, la obra de Beeple de los 69 millones de dólares es la que tiene su comprador en el NFT (ficha no fungible) generado por la tecnología informática de cadena de bloques (“blockchain”, como se la denomina en inglés), que garantiza su existencia, su autenticidad y su pertenencia a un único usuario.
La obra, generada mediante programas informáticos, se puede ver si la buscas en Google, pero sólo hay un propietario y sólo él la puede vender, y la trazabilidad de su rastro está garantizada. Beatriz Ordovás, directora de arte contemporáneo de la delegación española de Christie’s, nos cuenta que la histórica casa de subastas británica “ha sido pionera en la aceptación de este medio”.
“A raiz de la subasta de marzo –añade Ordovás– hemos tenido una avalancha y hemos tenido que seleccionar las propuestas que fueran realmente más interesantes, porque la NFT es sólo una tecnología que permite registrar una obra de arte como verdadera y como única mediante una cadena de bloques, pero eso no quiere decir que eso, automáticamente, tenga valor ni sea arte. Después de la primera obra [la citada de Beeple], hemos vendido bastantes más cosas en Christie’s.
Hasta ahora sólo estábamos sacando un NFT por subasta en vivo, además de también organizábamos una subasta online específica para arte registrado con NFT; pero en la subasta en vivo de Nueva York de arte contemporáneo que se va a celebrar el martes 9 de noviembre ya van a salir a la venta tres obras de tres perfiles artísticos muy distintos. Una es nuevamente de Beeple; otra es de Urs Fischer, un artista del mundo artístico tradicional, por así decirlo, que ya ha hecho un NFT y ahora está haciendo el segundo y que ha sido de los primeros es migrar del mundo convencional al digital, y la tercera es del colectivo artístico Arcadia, que lo integran la poeta Arch Hades, el músico André Allen Anjos, conocido como RAC, ganador de un Grammy en 2017, y el artista digital Andrés Reisinger.
Los tres se han unido para hacer una obra de arte espectacular que va a ser el puente entre quienes siguen el arte digital y quien tenía una forma más tradicional de coleccionar, que puede que se anime a cruzar ese puente. Lo más interesante de todo es que ya hay un montón sólido de coleccionistas de generaciones más jóvenes, de un rango de edad que hasta ahora no invertía en arte y que ha comenzado a hacerlo. Ellos van a dar la oportunidad a muchos nuevos artistas de poder vivir de su trabajo, cuando antes necesitaban el soporte de una galería. Porque este soporte se va a quedar. Y se irá reajustando según marque el mercado”.
La tecnología de la cadena de bloques permite que cualquier persona pueda convertir cualquier creación propia, ya sean imágenes, videos, audios, URL o incluso objetos físicos del mundo real, en NFT. Jack Dorsey, el fundador de Twitter, por ejemplo, ha puesto a la venta su primer tuit –“Estoy creando mi primer Twttr”–, escrito el 21 de marzo de 2006 y su NFT que lo valida como único recibió una oferta de dos millones de dólares por parte de Justin Sun, fundador de TRON, una plataforma de cadena de bloques, la tecnología principal que está detrás de las criptomonedas como el Bitcoin (que no son NFT, porque son fungibles).
Así, cuando en Forbes tuvimos la idea de convertir la portada de nuestro número anual de los más ricos quisimos entrar de lleno en las finanzas del arte del futuro. Las 100.000 copias impresas de nuestra portada o los carteles que vayan a anunciar la revista en los quioscos son simples copias: el único original no es un cuadro pintado al óleo, ni un dibujo que hayamos escaneado y reproducido a gran escala; el original es el NFT creado a partir de la obra que Sergio Mora (Barcelona, 1975) –uno de los artistas más polifacéticos de la escena contemporánea internacional– realizó directamente con programas digitales, y por el que cualquier interesado podrá pujar en breve. Luis Rodríguez, director creativo de Spain Media, la empresa editora de Forbes España y Tapas quiso que la portada fuera de Sergio Mora no sólo porque “posee una larga trayectoria como pintor e ilustrador”, sino porque “creíamos firmemente en su talento para reflejar nuestra idea: los ricos tienen una capacidad casi mágica para reproducir y hacer circular el dinero. Conseguir reflejar en una única pieza este universo onírico y convertir a las mayores fortunas del país en personalidades de la cultura pop era un trabajo ideal para su pincel. Apostar por esta portada NFT, es apostar por una forma diferente de ver a las grandes fortunas, trabajado por un artista con un imaginario único”.
“Cuando en Forbes me propusieron hacer la portada del número de noviembre y vincularla a un NFT –explica el artista catalán–, me pareció una idea muy interesante, porque me resultaba un mundo muy desconocido. El NFT tiene un punto controvertido: están quienes lo ven como el futuro para el arte digital y quienes lo ven como algo diabólico. Pero creo que cuando surge cualquier novedad lo interesante, precisamente, es juguetear con ello, ver qué es. Y tiene cierta lógica que en la era digital el arte tenga un contexto digital. Realizar este encargo me ha servido para explorar contextos”.
Mora se siente a la vez fascinado y asustado por las posibilidades del mundo digital. “Yo estoy en shock todavía con la noticia que salió la semana pasada de que Facebook se va a transformar en Meta y que Mark Zuckerberg va a crear un universo paralelo de avatares o metaverso. De repente, siento que se le está dando un soporte brutal a la imaginación, a lo que puedes llegar a construir en ese metaverso. Pero también es algo que asusta, si te pones a imaginar a la gente en sus casas, con las gafas virtuales, viviendo su vida metavérsica y sin tener vida física real… Yo me debato en esa dualidad: atracción y miedo”.
Las posibilidades artísticas que abre el metaverso para el arte digital guardan una relación muy estrecha con el mundo onírico y surrealista de su propio trabajo. “Sí, es completamente surrealista –asegura el artista–. Lo es desde el punto de partida mismo, por la posibilidad de que cualquier cosa que imagines pueda existir en una realidad compartida. Es como la sublimación del surrealismo. Pero, repito, no me deja de asustar a la vez. Es como cuando se inventó el cine y se proyectaba la imagen del tren acercándose a la estación y la gente que lo veía quería huir porque pensaban que los iba a atropellar. O la primera vez que te subes a un avión… Fascinación y miedo van de la mano”.
Para el diseño de la portada, Sergio Mora pensó inmediatamente “en los carteles vintage de magia, los de los años treinta o cuarenta del siglo pasado, o los cómics del mago Mandrake, pero trasladándolo, claro está, al momento actual. Los ricos son, para mí, como magos: un ente abstracto. Es gente valiente y a la que admirar, porque se han labrado un camino persiguiendo su sueño. Pero, en el fondo, si lo piensas bien, ser rico también es una responsabilidad. A mí no sé si me gustaría tener muchísimo dinero. Pensaría ‘¿Qué voy a hacer con tantísimo dinero en el banco?’. Más que una bendición, me parece un peso y una responsabilidad ser alguien que tiene dinero, que genera dinero, que genera puestos de trabajo… Si, de repente, ese rico abstracto considera que ya tiene suficiente, que ya puede vivir tranquilo, y decide cerrar el ‘chiringuito’, puede generar una hecatombe”.
“Por otra parte –añade–, también depende de dónde se sea rico. En España está casi mal visto. Si en Estados Unidos tienes un Ferrari, la gente quiere hacerse fotos contigo. Si tienes un Ferrari en España, la gente saca las llaves para rayártelo”.
Autor de un mundo pop, onírico y surrealista, Sergio Mora es uno de los talentos emergentes más rotundos del panorama artístico español en internacional. En 2016 fue el ganador del premio Grammy a la mejor portada de disco, por el diseño que realizó del álbum El cometa Halley de Love of Lesbian, pero sus propuestas abarcan todos los ámbitos: los murales del restaurante Bazaar Man del cocinero José Andrés –reciente premio Princesa de Asturias– en Miami; una línea de ilustraciones para Gucci de camisetas, sudaderas, jerseys y pañuelos; libros o exposiciones de su obra que van de Barcelona a China, pasando por Londres, Nueva York, Los Ángeles o Dubái.
Su obra figura en el catálogo de artistas de Colección SOLO, creada por los empresarios Ana Gervás y David Cantolla. De hecho, para Óscar Hormigos, director de desarrollo de Colección SOLO, “Sergio Mora es un artista muy interesante, conectado al surrealismo urbano contemporáneo. Su trabajo retuerce los conceptos estéticos populares y relaciona con extraordinaria facilidad y humor ideas y conceptos procedentes del arte, el cómic, la música, la televisión o la publicidad de nuestro tiempo”.
Alguien que también conoce bien a Sergio Mora es su tocayo, Sergio Sancho, director de la feria de arte Urvanity, que considera que el barcelonés es “uno de los artistas más prolíficos del mercado español y un tipo de artista en estado puro: es capaz de plasmar su arte en multitud de formatos, tan capaz de diseñar un restaurante con Philippe Starck como de hacer una colaboración de ropa con Gucci o ilustrar y editar libros. Y es que, además, pictóricamente ejecuta muy bien. Es polifacético y emana creatividad, además de ser súper ágil y súper rápido. Me parece completamente brillante”.