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Cómo gestionar cuatro generaciones bajo el mismo techo


*Jaume Gurt, portavoz de InfoJobs y director de organización y desarrollo de personas de Schibsted Spain

Los baby boomers, – la generación de nacidos entre 1946 y 1964 – poseen fuertes habilidades de liderazgo tradicional. Son personas líderes, decisoras, motivadoras, persuasivas y estratégicas. Por su parte los que forman la llamada Generación X – nacida entre 1965 y 1979 – son personas socialmente progresistas, orientadas al cambio, seguras y culturalmente sensibles. Representan el equilibrio frente a las características más dominantes de otras generaciones.

La Generación Y, llamados Millennials y nacidos entre 1980 y 1994, son maestros de lo abstracto y del pensamiento conceptual. La Generación Y es menos estratégica y más ágil para hacer frente a los cambios frecuentes en un mercado cada vez más competitivo. Además, se trata de una generación muy ambiciosa, optimista, socialmente segura y con fuertes habilidades sociales.

En los próximos cinco años empezarán a incorporarse al mercado laboral la Generación Z (nacidos a partir de 1994) donde la diferencia es una cuestión de grado respecto a la generación anterior: quieren trabajar en algo que les guste, son más emprendedores, exigen más flexibilidad y tener un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, están menos motivados por el dinero y más interesados en crecer humana y profesionalmente, más orientados aun a las personas, afirman que la honestidad es la cualidad más importante que deben tener sus líderes para que les sigan, quieren que se les escuche, se tengan en cuenta sus ideas y que les dejen participar en la toma de decisiones.

¿Qué aporta cada una de estas generaciones al entorno laboral? ¿Cuáles de sus capacidades hay que potenciar para sacar el mayor partido? ¿Cuáles han quedado obsoletas y no se adaptan al contexto actual? Son las respuestas a estas preguntas las que permitirán que una empresa sea capaz de conseguir el mayor potencial de cada persona y unos mejores resultados.
Las generaciones de más edad aportan una experiencia muy importante, pero a la vez pueden mostrarse reacias a los cambios, en algunas ocasiones, como reacción ante una situación que les provoca incertidumbre. Su idea de que un trabajo es para toda la vida no encaja con las nuevas generaciones. La llegada los Millenials al mercado laboral ha sido el detonante que ha hecho aflorar la necesidad de un cambio en el estilo de liderazgo, la forma de la organización la y dirección de las empresas. Ellos están más enfocados en sacar el mayor provecho al presente, en vivir de lo que les apasiona y buscar la felicidad en todo lo que hacen. Tienen confianza en sí mismos, están conectados con el mundo y abiertos al cambio, ya que saben que evolucionar es la clave para sobrevivir. Todas estas diferencias y nuevas necesidades se harán todavía más palpables cuando la generación Z irrumpa en el mercado laboral.

Con un perfil nuevo que demanda una combinación de pasión, trabajar en algo que les guste, orientación a personas, ser escuchados y hablar de felicidad para trabajar, las empresas tienen que platearse cuáles son las claves para enamorar y hacer que las jóvenes generaciones deseen quedarse, así como tener en cuenta que su propia presencia producirá efectos en el resto de personas con las que va a convivir en el trabajo. Antes hablábamos de atraer o captar y retener al talento (la verdad es que suena todo muy militar). El cambio de vocabulario nos dice mucho de lo que se espera de las empresas. Las diferencias y des alineamiento entre personas y mandos será creciente, pero también se producirán entre los propios trabajadores que no serán capaces de conectar y entenderse por el simple hecho de pertenecer a generaciones distintas.

Para mí la respuesta es evidente, las organizaciones del futuro deberán ser más humanas, porque es de forma clara, lo que vienen demandando con más y más fuerza en cada nueva generación, y es en definitiva, lo que tod@s nosotros tenemos en común. Escucha activa, hablar con el corazón, mirar a tu equipo como personas antes que como trabajadores, cambiar ordenar por pedir, cambiar obedecer por querer,… toda una revolución en marcha. Estamos pasando de una gestión por control y miedo a una gestión por confianza y deseo. En ese camino, el autoconocimiento, el auto liderazgo y la autogestión son claves.

Sin duda alguna son necesarios nuevos estilos de liderazgo para capitanear estos equipos multidisciplinares, sólo los líderes que comprendan a sus equipos podrán de verdad movilizarlos, crear equipos unidos y sacar su máximo potencial. Solo humanizando a los directivos, siendo más cercanos y auténticos que nunca lograran la magia de conjuntar a las distintas generaciones. ¡Buena suerte!